Valentina Abril, ciclomontañista colombiana / Facebook Valentina Abril
Valentina Abril, ciclomontañista colombiana / Facebook Valentina Abril
24 / 11 / 2015

Valentina Abril lleva tatuado en sus brazos un libro de recuerdos


Por Señal Colombia
Señal Colombia
24 / 11 / 2015
Valentina Abril, ciclomontañista colombiana / Facebook Valentina Abril
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Sus brazos parecen un diario lleno de recuerdos, cada uno con una razón especial para estar en el lugar que le ha sido asignado. En el derecho resalta un escarabajo, el animal más fuerte del mundo en comparación con su peso. Un poco más abajo se puede ver un tejón de la miel, para muchos uno de los mamíferos más valientes. También sobresale una Turritopsis Nutricula, una clase de medusa que tiene la capacidad de regenerar sus órganos cuantas veces quiera. “Biológicamente es inmortal, pues hasta que no quiera seguir viviendo”, dice Valentina Abril.

 

En su brazo izquierdo hay varias huellas de un perro. Las marcas intentan disimular algunas cicatrices que a primera vista pasan desapercibidas. “Tienen mucho dolor entonces quería algo que las tapara pero que tuviera una carga emocional positiva casi igual de fuerte”. Cuando se le pregunta por el incidente que generó las heridas ella prefiere no responder.

Así como la tinta ha cumplido la misión de camuflar, su mente procura hacer lo mismo mandando ese recuerdo a lo más recóndito de su memoria. En una de sus piernas tiene otro tatuaje que se hizo recién ganó el oro en la prueba de Cross Country en el Campeonato Mundial Juvenil de ciclomontañismo que se llevó a cabo en Italia en 2008. No se puede ver por el jean que lleva y tampoco tiene intenciones de levantarse un poco la prenda. Por último, hay otro en un lugar privado y bastante personal del que no quiere hablar.

En Google aparece por su nombre completo: Laura Valentina Abril pero hace algún tiempo se quitó el Laura. Puede que eso tenga relación con el énfasis con el que responde cuando se indaga por su principal apoyo en el deporte. “¿Mi familia? Mi madre sólamente”. Sonríe poco, de hecho puede pasar fácilmente como una persona malgeniada. Y a pesar de haber nacido en La Cumbre ya no tiene acento vallecaucano. Su entonación es neutra, difícil de relacionar con alguna región del país.

Estudia psicología en la Universidad Javeriana aunque reconoce que es una médica frustrada. “Siempre quise entrar a medicina pero el tiempo y el dinero no me lo permitieron. Si lo hubiera hecho, chao entrenamientos y competencias y, por ende, dinero para sobrevivir”, comenta. No es amante de la adrenalina, algo que experimenta en cada carrera, pero sí de la rutina. El éxito de sus días está en que el itinerario no falle. “Tengo cada hora planeada y cuando algo se sale de su tiempo es un caos. Me gusta tener el control de todo aunque he aprendido que en algunos casos es una fantasía”, afirma alguien que tiene los síntomas de una persona psicorrígida aunque prefiera el término obsesiva. Aunque esa conjetura se rompe cuando reconoce que no es para nada organizada, que nunca lo ha sido, y que tampoco lo será.

Puede que sea la primera deportista que se denomine a sí misma como antideportista. No ve un Tour de Francia, mucho menos una competencia de su disciplina. Sólo se preocupa del ciclismo cuando está sobre una ‘bici’. Apenas se baja es una persona más del común; una estudiante común y corriente. “A veces me hablan de varios corredores famosos y no sé qué responder; ni siquiera los conozco y no me interesa hacerlo. A mí sólo me gusta competir”. Tampoco entrena mucho tiempo, no por pereza, sino porque, según ella, el Cross Country no amerita una práctica tan intensa. Sale por la mañana antes de clase y pedalea un par de horas por el Parque Nacional o La Calera. Eso sí, hace bastante para lograr la intensidad que demanda su disciplina.

Aún no sabe el porqué de la atrofia en la tibia de su pierna derecha cuando era pequeña. No tiene claro si fue una discapacidad de nacimiento o una secuela de un intento fallido del polio. Sí recuerda que el tratamiento era bastante costoso por lo que empezó a montar bicicleta. También que su organismo fue respondiendo positivamente hasta el punto hacer casi invisible la discapacidad.

Hoy, pedalea con tal naturalidad que los obstáculos dejan de ser eso, obstáculos. Domina la bicicleta a la perfección. Entiende los terrenos y sabe interpretarlos mientras disfruta de la naturaleza. Por eso es una de las favoritas para quedarse con el oro en los próximos Juegos Nacionales que podrás ver por la pantalla de Señal Colombia, aunque ella prefiera mantener un perfil bajo.