Tres artistas recorren el país para dar sentido a sus creaciones desde el postconflicto. Conoce más de sus viajes.
En una entrevista ofrecida en septiembre de 2016, la ministra de cultura, Mariana Garcés, explicó claramente la necesidad que tiene el país de contar con el arte en el proceso del postconflicto: “sabemos que la verdadera manera de transformar a la sociedad es a través de la cultura y a través de la educación. En un país que necesita reconciliarse, la mejor manera de volver a hacer tejido social y de volver a generar confianza es a través de los procesos culturales que lo que hacen, básicamente, es fortalecer identidades. Sabemos que la cultura va a jugar un papel importantísimo en el posconflicto”.
Traemos a colación esta reflexión porque es muy acorde a la que propone Los visitantes, una serie en la que tres artistas (Yeison, Andrea y Saúl) se embarcan en un viaje alrededor del país con el objetivo de conocer la realidad que les permita conceptualizar una obra pensada en el marco del posconflicto colombiano.
En su recorrido, los artistas cruzan varias fronteras regionales, donde ven el desarrollo y montaje de otras obras artísticas y a sus pares en contextos en donde el conflicto armado nacional ha hecho de las suyas.
A lo largo del viaje, los artistas se van encontrando con personas locales de municipios impactados por la realidad del conflicto armado, quienes desde el arte buscan crear consciencia en sus comunidades, al tiempo que intentan dejar un testimonio de lo vivido.
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Por ejemplo, Yeison Riascos, un fotógrafo oriundo de Buenaventura, recorre los pasos de Gabriel Posada y Yorlady Ruiz, dos artistas plásticos que hoy desarrollan su obra llamada Suplicio, una acción artística que trabaja con la comunidad y denuncia el cementerio “clandestino” en que se convirtió la isla “Calavera”, reconocida como una de las zonas de pique de Buenaventura.
A su turno, Joselo, un artista plástico y director de un grupo de teatro en San Carlos, Antioquia, municipio identificado como uno de los pueblos con mayor índice de minas antipersonales del país, es visitado por Andrea y Anghello unos fotógrafos bogotanos que viajan desde Ciudad Bolívar para tejer lazos desde el arte y la fotografía estenopeica.
Finalmente, en San Jacinto, Bolívar, los cantos de Rafael Pérez son escuchados por el poeta cucuteño Saúl Gómez. Saúl emprende un viaje a San Jacinto, su interés es conocer ese lugar tan diferente, golpeado por la guerra y allí entender las décimas y las gaitas de la mano de Rafael. Al final Saúl y Rafael crean una obra que comparten en sus territorios.