La pena máxima (2001) es una comedia negra dirigida por Jorge Echeverry, y escrita por Luis Felipe Salamanca y Dago García, basada en un cuento llamado Un día de fútbol del periodista Jorge Luís Varela.
Protagonizada por Robinson Díaz, Enrique Carriazo, Álvaro Bayona, Gustavo Angarita, Ana María Arango y Sandra Reyes, entre otros, La pena máxima cuenta la historia de un turbio empleado público que apuesta todo a un partido de fútbol entre la Selección de Colombia y el seleccionado de Argentina.
La película, como es usual en las producciones de Dago García, reflexiona acerca de la colombianidad. En el caso de este largometraje, la reflexión parte de un partido de fútbol para la clasificación de la selección colombiana a un Mundial, pero que pone en juego no sólo la entrada al campeonato más importante del fútbol, sino el futuro del protagonista y quienes le rodean, dejando ver el él una individualidad casi cultural.
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Un aficionado muy “concha”
La pena máxima sigue las aventuras de Maríano Concha, es un oscuro empleado público para quien el fútbol es su gran pasión. Después de ver a la selección colombiana de fútbol lograr un empate en la ciudad de Buenos Aires frente a Argentina, Concha inicia todo un proceso para asistir al siguiente partido de vuelta en Bogotá, un juego crucial que de dar un resultado positivo para el seleccionado colombiano se traduciría en la clasificación al mundial.
Concha no es un modelo a seguir, y su desempeño como empleado público, como familiar, pareja o amigo es por decir lo menos, deficiente. Por eso el fútbol lo es todo para él, pues parece que este deporte es lo único que le da color y sentido a sus días de burócrata mediocre que vive con su abuela, su tío Pedro, su hermano Saúl y su prometida Luz Dary.
Luz Dary es lo más cercano a un apoyo emocional para Mariano, y se trata de una persona que lo tolera a pesar de que se trata de un hombre de escasas virtudes, pues no es una persona amable ni agradable, entregada a los vicios, pero que sostiene su relación por la tensión sexual que hay entre los dos.
Así, cuando se acerca el momento de que la Selección Colombia enfrente a Argentina en Bogotá, Concha siente que este partido cambiará su vida para siempre.
Por ello hace una apuesta con su tío Pedro: si Colombia no clasifica, él le dará los ahorros que tiene para comprar un apartamento con Luz Dary, pero, de lo contrario, su tío le dejará la casa en la que viven.
No contento, Concha también reta a su jefe en relación al juego, quien le responde obligándole a trabajar el día del partido, y amenaza con despedirlo si no va. Todo esto, con el agravante de que el ego desmedido del protagonista le hace creer que su ausencia en el estadio desencadenará en el fracaso de la selección nacional.
Nada parece ser capaz de detener a Concha en sus ambiciones místico-futboleras, y como buen hombre terco, se cree invencible y dueño de la razón, y decide ir al partido a toda costa, a pesar de que su tío Pedro muere durante la mañana del día del partido. Ese día significará para él una oscura y divertida epopeya por velar al muerto y a la vez estar al tanto del juego.
