Simón del desierto es una de las obras más controvertidas del cineasta español Luis Buñuel. Este mediometraje de 45 minutos fue estrenado en 1965 y es inspirado en la vida de Simón el estilita, también conocido como San Simeón, uno de los más famosos estilitas, o "ermitaños de columna", quienes durante siglos practicaron una peculiar forma de ascetismo.
Rodado en México, Simón del desierto supone una crítica a la religión, como parte del discurso ateísta del director. El guion, escrito por Julio Alejandro y Buñuel, recrean la historia de Simón, un hombre que dedica sus días a la oración en la parte alta de una columna.
Protagonizado por Claudio Brook, Silvia Pinal, Enrique Álvarez Félix, Hortensia Santoveña, Francisco Reiguera y Enrique del Castillo, Simón del desierto se hizo con el Premio especial del jurado en el prestigioso Festival de Cine de Viena, entre otros reconocimientos.
Disponible en línea → El cine de Luis Buñuel llega al Cineclub de Señal Colombia
Una historia religiosa desde la mirada de Buñuel
El estilita Simón se ha mantenido en penitencia orando de pie sobre una columna de ocho metros durante años, hasta que decide bajar de su lugar de oración.
Pero su estancia en el suelo ocurre sólo durante el tiempo necesario para subirse en otra columna aún más alta que le regala un hombre adinerado, deseoso de salvar su alma dejando ir algo de su riqueza por ello.
Es durante ese breve tránsito entre una columna y la otra que se desarrolla la historia de Simón del desierto, donde el protagonista se rodea de la gente menos favorecida o necesitada de favores divinos. Varias visitas recibirá de mortales, pero también del mismísimo diablo, dispuesto a tentarlo y arrastrarlo con él al pecado.
Lee también → Luis Buñuel, un director histórico del séptimo arte
Una vez ha bajado de la columna, Simón es admirado como a un santo: las gentes le besan sus llagas, arrancan trozos de sus ropajes a manera de tesoro, y presencian sus milagros.
Así, Simón se ve en capacidad de devolver con su rezo las manos a un ladrón al que se las habían cortado, y que le ha visitado para pedirle ayuda, pero quien apenas recupera sus manos las usa para maltratar a su mujer y a su hija.
En el mediometraje también presenciamos la visita a Simón de parte de una orden de monjes que se suma a sus oraciones, pero que pronto intenta hacerlo ver como un fraude, y vemos el encuentro que tiene con un joven novicio amanerado y presumido que le lleva comida y bebida.
Simón también recibe una serie de curiosas peticiones de un enano con una cabra maltratada que no da leche, y que irán mostrando entre líneas la postura del director en la metáfora religiosa.
Disponible en línea → Cuando García Márquez adaptó su propia obra al cine
Sin embargo, además de las visitas de los humanos, a Simón también le acecha el diablo, quien le tienta constantemente de diversas maneras: primero en forma de colegiala sexualizada que aprovecha su posición para tirar de su barba y hacerle perder la paciencia, o incluso en la forma de Cristo, el hijo del Dios católico.
Pero todo cambia cuando aparece un ataúd dentro del cual está nuevamente Satanás, pero esta vez en forma de mujer. Esta le dice que le llevará a un largo viaje y aparece un avión sobre el cielo. Súbitamente Simón se ve en la ciudad de Nueva York, terminando su viaje en una enorme discoteca donde los jóvenes bailan como si estuvieran poseídos.
La mujer comienza a bailar con los jóvenes y, sin saberlo, Simón tendrá que aceptar una nueva penitencia mucho más dura que la que había practicado desde hace años, pero tal vez, esta vez, para siempre.