Imagen de la película 'El nuevo testamento'.
Imagen de la película 'El nuevo testamento'.
17 / 05 / 2019

¿Solo los países ricos pueden hacer buen cine?


Por David Jáuregui Sarmiento
David Jáuregui Sarmiento
17 / 05 / 2019
Imagen de la película 'El nuevo testamento'.
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A propósito de la llegada de nuevas películas belgas a nuestra franja #EnCineNosVemos y teniendo en cuenta que el cine belga tiene poca tradición, nos preguntamos si es cierto que para hacer buen cine el país debe tener buena plata.

El séptimo arte de Bélgica, si bien no tiene el reconocimiento de la filmografía francesa, española, Polaca o italiana, tiene presencia en todo el viejo continente y en salas de todo el mundo, a pesar de tratarse de un país con una tradición escasa frente a las demás naciones vecinas.

'El nuevo testamento' (2015) y 'Sobreviviendo con lobos' (2007), películas de los directores Jaco Van Dormael y Verá Belmont, respectivamente, hacen parte de nuestra programación cinematográfica. Dos largometrajes belgas que muestran que se puede hacer buen cine en países con escasa tradición fílmica, como Colombia frente a Argentina, Brasil o México, y que además evidencian que no solo se trata de esfuerzos individuales de los artistas de cada nación, sino que son producto del apoyo regional en el fortalecimiento del cine.

De alguna manera, si Bélgica estuviera aislado y dependiera de sí mismo, la calidad de sus obras cinematográficas, sin importar la calidad de sus producciones, tal vez tendría menos visibilidad a nivel mundial y tendría menos participaciones en circuitos como el Festival de cine de Cannes, de no ser porque los europeos comprenden el valor simbólico del arte y, como forma de mantener ese capital, la Unión Europea destina millones de euros a sostenerlo y a apoyar por igual a todos los países miembros de la Unión Europea.

Esto, sin embargo, no ocurre de la misma forma en Latinoamérica, región en la que el apoyo internacional entre los países es escaso y más bien, como veremos adelante, está fragmentado a pesar de tener clara la importancia de la producción fílmica como motor de la identidad regional y sus beneficios, como por ejemplo mejores índices en la economía de los países y el fortalecimiento del reconocimiento internacional del bloque latinoamericano.

¿Para hacer buen cine es indispensable tener dinero?

De entrada nos podemos imaginar que no, pero el motivo por el que países como Brasil, Argentina o México, sin dejar a un lado Estados Unidos, tienen mejores índices en cuanto al séptimo arte, tanto en producciones anuales, reconocimiento internacional, ventas de taquilla y asistencias a las salas de cine sí deja entrever que el capital juega un papel fundamental en las estadísticas.

Pero, a la vez, vemos como pequeños países europeos con las mismas escasas posibilidades de países como Paraguay o Colombia tienen circuitos mucho más amplios para la difusión de su séptimo arte y tienen más participaciones en festivales de reconocimiento internacional.

En el caso de Europa, por ejemplo, los países — indistintamente de su poder económico — tienen oportunidad de mostrar sus películas por un circuito consolidado por la Unión Europea, que no solo se encarga de hacer una distribución de los largometrajes en todo el continente, sino además destina millones de euros en recursos para fomentar el cine en el antiguo continente, otros millones y millones de recursos para financiación de películas de los países miembros de la Unión Europea, así como exenciones fiscales para promover la industria cinematográfica europea.

Eso quiere decir que los países del bloque europeo, con o sin recursos, no están solos en la misión de hacer cine.

“Al igual que otros bienes y servicios, los medios de comunicación audiovisuales — cine, televisión, vídeo — están sujetos a determinadas normas comunes a toda la UE para garantizar que puedan circular libremente y en igualdad de condiciones en el mercado único europeo, independientemente de su formato de emisión (televisión tradicional, vídeo a la carta, internet, etc.) (…) La UE tiene previsto invertir 1.400 millones de euros en los sectores cultural y audiovisual a través del programa Europa Creativa”, afirma la página de la Unión Europea sobre el sector audiovisual y medios de comunicación del bloque.

En dicha página, por ejemplo, se explica que en la Unión Europea las rigen unas directivas clave para el desarrollo de la industria cultural y cinematográfica de todos sus países, como por ejemplo, “crear condiciones comparables en todos los países para los nuevos medios audiovisuales, Promoción de películas y contenidos audiovisuales europeos, en al menos la mitad del tiempo de emisión en la televisión local debe dedicarse a películas y programas de televisión europeos. Los servicios a la carta deben promocionar también las obras europeas”.

Los resultados de estas iniciativas colectivas internacionales saltan a la vista: de acuerdo con el portal de estadística Statista, desde 2007 la Unión Europea registra más de 900 millones de asistencias anuales a salas de cine, llegando a un tope en 2016 de cerca de mil millones de asistencias (994 millones en total).

En contraste, encontramos que según la organización Cinelatinoamericano, en su informe Estudio de cine latinoamericano en la primera década del siglo XXI, en 2009 se registraron unos 420 millones de espectadores en los principales países de la región y, en la actualidad, de acuerdo con Cine en cifras de Proimágenes, en 2017 Colombia aportó un poco más de 62 millones de espectadores, una cifra pequeña teniendo en cuenta que un país como Bélgica, con poco más de 11 millones de habitantes (una cuarta parte de la población colombiana) aporta una cifra no muy lejana a la nuestra.

“De toda la inversión en un proyecto cinematográfico, las reglas aceptan que los países que proporcionan las ayudas obliguen a gastar en su territorio el equivalente al 160% de las ayudas recibidas, que según los casos puede ser el 80% del presupuesto total. En estas condiciones, es posible que los productores tengan que compartir el mismo volumen de ayudas con otros sectores de la industria, incluyendo la distribución, la promoción, la exhibición. Hasta ahora se estima que los europeos gastan 3.000 millones de euros en ayudas al cine, incluyendo unos mil millones en exenciones fiscales”, reportó el diario español ABC en 2013 sobre el tipo de programas, obligaciones e inversiones que mantiene la Unión Europea para sacar adelante películas como 'El nuevo testamento' o 'Sobreviviendo con lobos', no solo para su producción sino para su distribución en toda Europa y fuera de su territorio continental.

No sorprende, entonces, que determinaciones como la más reciente en este 2018 de la Unión Europea de obligar a Netflix y los demás servicios de catálogos a la carta que incluyeran al menos 30% de contenidos europeos tenga sentido, pues promover el movimiento cinematográfico de la región con estas iniciativas tiene muchos mejores resultados que si cada país da la pelea de forma individual.

¿Qué sucede con los países latinoamericanos?

De los países latinoamericanos, los mercados más grandes y significativos, de acuerdo con el informe de la organización Cinelatinoamericano, son Brasil, México y Argentina, que representan más o menos el 80% del aporte cinematográfico de la región.

Los demás, países, entre ellos Colombia, Uruguay, Perú, Paraguay, Venezuela, Costa Rica, Ecuador y los demás son prácticamente insignificantes si entre todos aportan una quinta parte del total del cine que puede aportar Suramérica y los demás países latinoamericanos. El potencial, entonces, está por descubrir, pues al menos en extensión y en habitantes los países de habla hispana en América superan con creces al continente europeo.

En la región, sin embargo, el bloque económico Mercosur ha intentado promover iniciativas similares, entendiendo que es importante promover “la identidad regional y la diversidad cultural impulsando la circulación de contenidos audiovisuales propios en la región”, de acuerdo con el artículo El cine como motor de integración, alojado en la página oficial de Mercosur.

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Sin embargo, de forma oficial, los países miembros del bloque económico Mercosur son Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, Venezuela y Bolivia (estos últimos dos suspendidos o en proceso de entrar) mientras que Chile, Colombia, Ecuador y Perú son considerados Estados Asociados pero no miembros, y no gozan de los acuerdos programáticos de difusión y encuentros cinematográficos organizados por el bloque, lo que limita el impacto que estas iniciativas tengan para la región.

Lo demás es historia, y sabemos que como país consumimos mucho más cine de Hollywood y extranjero que nacional (según Proimágenes, en 2017 de los 62,6 millones de espectadores a salas de cine, tan solo 3,7 corresponden a películas colombianas), y los estrenos anuales son escasos, casi nulos, en comparación con los países líderes en la región y Estados Unidos.

Frente a esto, ¿qué consideras se podría hacer para mejorar la escena cinematográfica colombiana y la regional?