Petronio 2019 por Señal Colombia
14 / 08 / 2019

Así se mantiene viva la música del Pacífico colombiano


Por David Jáuregui Sarmiento
David Jáuregui Sarmiento
14 / 08 / 2019
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La inmensa variedad de géneros musicales de Colombia son prueba de la multiculturalidad del país y de cómo nuestra identidad está compuesta por un crisol de diferencias maravilloso y único. Por eso, festivales como el de la Leyenda Vallenata o el Petronio Álvarez celebran nuestras tradiciones culturales y a la vez las exaltan pero, ¿qué más sucede alrededor de estos?

La riqueza cultural del país se puede apreciar también a partir de las expresiones musicales de las diferentes comunidades que habitan Colombia y personajes de la talla del Nobel de literatura, Gabriel García Márquez, lo sabían y por eso surgieron festivales como el Festival de la Leyenda Vallenata, que además de reunir a la fiesta del vallenato en un solo lugar, tiene como propósito mantener el folclor vallenato tan intacto como sea posible con el paso de los años.

De la misma forma, desde 1997 se creó el Festival Petronio Álvarez, dedicado a la música del folclor del Pacífico colombiano y su objetivo siempre ha sido el de resaltar a los compositores, grupos musicales e investigadores de la música de origen afrocolombiano.

El Petronio Álvarez, de acuerdo con su página oficial, se ha transformado en una de las vitrinas más importantes de la música del Chocó y el Pacífico Sur en los formatos de marimba, chirimía y violines caucanos. En él, grupos tradicionales integrados en su mayoría por trabajadores del campo y pescadores, tienen cita en la ciudad de Cali cada año para mostrarles a los colombianos cómo sonaba la selva pacífica y su música.

El objetivo de que las tradiciones musicales de la región se mantengan es tan importante que el 80% de los grupos que se presentan en el festival vienen del Pacífico colombiano, de municipios y ciudades como El Bordo, Suárez, Buenaventura, Timbiquí, Tado, Almaguer, Guapi, López de Micay, Santander de Quilichao, Caloto, El Patía, La Tola, Tumaco, Iscuandé, Barbacoas, Santa Bárbara, Santa María de Timbiquí, Mosquera, Quibdó, Condoto, Nuquí y Magui Payán, en donde sus pobladores tienen colonias asentadas en Cali.

“Es importante destacar y mantener vivas estas músicas porque todas estas músicas son muestra de la diversidad que existe dentro de la cultura de nuestro país, y en escenarios como los festivales, porque se muestran en marcos diferentes a, por ejemplo, la música comercial o que se estudian comúnmente en la academia, porque son músicas que responden a lógicas diferentes, más de la oralidad, que trascienden lo musical y que están ligadas más a cuestiones de territorio y la vida diaria, de las relaciones humanas y de la comunidad” afirmó Javier Pérez, director de la maestría en Músicas Colombianas de la Universidad El Bosque, tal vez uno de los únicos programas en posgrado enfocados en las músicas colombianas del país.

Pérez agregó: “Es decir, detrás de ellas hay mucho más allá de la particularidad sonora, como en la música comercial -que está bien que exista, desde luego- que puede limitarse a lo sonoro y a los resultados en ventas y reproducciones, pero en las músicas del Pacífico, por ejemplo, no se trata solo de la música, y estos festivales sirven para que el público reconozca también esos elementos”.

Más que músicas del pacífico

De acuerdo con María Helena Anchivo, ganadora en la categoría Mejor Intérprete de Marimba- versión libre en la versión del Festival Petronio Álvarez en 2016 y docente universitaria del mismo instrumento, el apoyo de vitrinas como el Petronio va más allá de la simple exposición de la música y está también muy relacionado con mantener aparte de las músicas, el legado de los afrodescendientes colombianos.

“La música de marimba en el pacífico, por ejemplo, es importante porque es una manifestación viva de todo el vivir del Pacífico en la música, pues en esta podemos encontrar también la gastronomía, la historia de la trayectoria afro en el país, y además se convierte en un objeto de estudio importante dentro de la colombianidad y de la Colombia diversa que tenemos. El arraigo étnico e histórico que ha contribuido a la formación del país también hace parte de este tipo de encuentros, pues además de difundir y mantener la cultura, también se abre un espacio para los estudiosos, para la academia, que ayuda a que a partir de la investigación siga viva la cultura”, explicó Anchivo.

Para la docente todos los escenarios tienen la misma importancia, pero la rigurosidad con la que se visibilizan las tradiciones le da un complemento especial, porque las exigencias que se hacen a las agrupaciones musicales no solo busca que se amplifique el alcance de estas, sino también que quienes se desplazan hacia el evento empiecen a ver la música también como algo serio, como una forma de vida.

“No solo decimos existimos y estamos aquí, sino que es un espacio de inclusión porque todas las manifestaciones culturales del Pacífico convergen en este tipo de encuentros: desde la gastronomía, danza, hasta rituales y enseñanzas que se han acumulado en nuestra región. No es un concurso solamente competitivo sino también de formación musical, del norte y el sur del Pacífico, y la gente que asiste no solo va a competir, sino también a reencontrarse con la cultura viva que allí habita”, complementó Anchivo.

Anchivo agregó: “El Petronio Álvarez desde su reglamento tiene parámetros para coayudar a la conservación tradicional de las músicas. Por ejemplo, a los grupos de marimba se les exige que lleven una canción a ritmo de seis por ocho, llámese bambuco viejo, currulao, patacoré, etc, que son ritmos netamente tradicionales de la marimba, lo que les exige a los intérpretes a que se pellizquen a investigar, a aprender con rigurosidad de dichos ritmos, con el fin de conservar la parte musical autóctona”.

Para la docente universitaria, oriunda de Guapi, municipio del Pacífico colombiano en el que se fabrica tradicionalmente la marimba de chonta, una de las mayores ventajas es que a los músicos tradicionales y los que apenas empiezan aprenden en el formato del festival a, por ejemplo, registrar la autoría de las canciones y pensar la música de una forma un poco “más industrial”, con el fin de que no se limite a la actividad folclórica sino que también pueda servir a quienes así lo quieran como una forma de vida, y que no se limite a algo que se hace por puro entretenimiento.

Otras formas de mantener vivas las músicas

Tanto para Pérez como para Anchivo, sin embargo, el Festival Petronio Álvarez no puede ser el único escenario de conservación y difusión de las músicas, y se hace cada vez más vigente que fuera de sus márgenes se enseñe a conocer y reconocer la cultura del Pacífico colombiano.

En la actualidad, por ejemplo, con la maestría en músicas colombianas de la Universidad El Bosque, los especiales en Unimedios de la Universidad Nacional y otras formas de difusión y enseñanza de la cultura propia de la región se hacen cada vez más urgentes.

“Me parece que los festivales son una cadena más, un eslabón importante en el proceso de posicionar estas músicas, pero uno de los contras que pueden llegar a tener es que quienes los ven pueden llegar a pensar que solamente existe el momento del festival para disfrutar de dichas músicas, pero la verdad es que podrían ser muchos escenarios más. Si de pronto quien ve el festival y no entiende el contexto pueden llegar a pensar que es un evento de fin de semana y ya, pero hay que buscar que el contacto sea más profundo, que va más allá de un fin de semana y lo hacen personas que están comprometidas todos los días de su vida con la música del pacífico”.