A la pantalla de Señal Colombia llega la miniserie Soy María Villa, en la que se presenta la biografía de María Villa, una pintora antioqueña que sorprendió con su trabajo en las décadas de 1970 y 1980, previo a su fallecimiento en 1991.
María Villa ha sorprendido en el mundo del arte nacional por la profundidad de su obra y por tratarse de una artista que no recibió formación “formal” en artes, sino que creó su obra a partir del estudio autodidacta de las artes plásticas.
Sin embargo, como ocurre con muchos de los grandes y las grandes artistas del país, siempre hace falta más divulgación sobre su vida y su potente obra. Por eso, como abrebocas de la serie, te dejamos una breve semblanza de quién fue y porqué hablamos de la pintora María Villa.
María Villa: nacida para ser artista
María Villa nació el 16 de noviembre de 1909 en Guarne, Antioquia, pero muy temprano se fue a vivir a Medellín, la capital de Antioquia. Allí se desempeñó en diferentes oficios prácticos sin imaginarse que a finales de la década de 1950 empezaría una carrera artística que sería reconocida como emblemática en Colombia.
Con cerca de 50 años de edad, esta antioqueña comenzó su carrera artística sin mayores pretensiones ni rótulos, como tampoco sin teorías ni instructor, sino más bien desarrollando un estilo propio que de acuerdo con los académicos se inscribe en el “primitivismo”, lo que hace referencia a los artistas empíricos que no cuentan con estudios formales en una Academia de Bellas Artes y que por lo general retratan temas cotidianos en sus obras con una gran autenticidad y sensibilidad.
“Desde su libertad cotidiana a escala de barrio, pintó más de 300 lienzos, cuyos temas o motivos fueron inspirados en personajes del diario vivir y en el imaginario religioso propio de su cultura, sazonados desde sus capacidades expresivas innatas para el manejo del color y la libertad en la forma”, dice en la enciclopedia del Banco de la República sobre la artista.
El ingreso de María Villa al salón de las grandes artistas colombianas es una historia singular. Además de hacer una carrera artística sin asistir a una academia o institución de arte, y además hacer su nombre en el mundo del arte después de ejercer primero varios oficios fuera del campo artístico, María Villa también contó con el apoyo del azar y del amor, como si se tratara del destino ser la artista que fue.
Cuentan los biógrafos que Federico Vargas, su esposo, un pintor 32 años más joven que ella, fue el primer ser humano que notó los talentos de María. Sin saber que ella se había animado a pintar, Vargas encontró las creaciones de María, pinturas que la artista llamaba “sus mamarrachos”.
María contó con el apoyo de Vargas, quien la presentó en museos y galerías y, según la biografía del Banco de la República de Villa, influyó en ella manteniéndola al margen de su paso por la academia donde su particular visión y técnica podría distorsionarse.
Con ayuda de su esposo, María logró varias exposiciones de su trabajo, presentados en dos ocasiones en muestras colectivas en Bogotá, y en exhibiciones individuales en Medellín en 1978, 1980, 1983 y 1985, según reportó el diario El Tiempo en 1995.
Así, las obras de María Villa fueron recibiendo una temprana acogida entre algunos intelectuales locales, en especial por quienes han mirado públicamente con interés la creación popular de las barriadas, como Víctor Gaviria y Darío Ruiz Gómez.
Con la disciplina y el desarrollo de sus habilidades, María pasó de ejercer oficios como auxiliar en farmacia, empleada doméstica o atender su propio negocio a hacer pinturas por encargo para el Estado.
Para 1986 la Alcaldía de Medellín le encargó una serie de 15 pinturas para el Pueblito Paisa, su única obra contratada, y hoy parte de la Colección de Arte del Banco de la República de Colombia y una de las muestras de su relevancia para la historia del arte en Colombia.
“Aun así, sin ayuda, dirección ni desvío de academias o tutores, pintó con una profundidad estética, quizás solo posible por el trance primario con los colores y la experiencia material, que en el mundo culto del arte se categoriza como una destreza primitiva o una técnica propia del primitivismo pictórico”, asegura sobre María Villa el Banco de la República.
De acuerdo con quienes se endilgan el título de expertos en el arte, en los retratos e imágenes religiosas de la pintora María Villa se percibe la inocencia del trazo, a la vez que se evidencia la ironía de quien ve al mundo y lo encuentra ambiguo, serio y también risible, pero que evoca la experiencia vital de años en sociedad, en soledad, en amor y en contemplación.
“Violencia, sexo, una religiosidad hueca y destructora, se crean y aparecen en la obra de una pintora cuya fuerza no tiene paralelo en el país”, reportó El Tiempo casi 20 años atrás en una nota titulada “La vida maravillosa de María Villa”, del historiador Jorge Orlando Melo.
De acuerdo con Melo, es destacable cómo Villa hacía parte de un grupo de artistas antioqueñas que, a veces, afirmando paradójicamente su continuidad con la tradición católica regional sacudieron violentamente las formas convencionales de la sensibilidad local, así como lo hizo también Débora Arango, quien “creó y percibió un mundo completamente distinto al que muchos pintores antioqueños, atontados con frecuencia por los mitos folclóricos locales”.
Así, desde su inicios como artista hasta el momento María Villa forjó su carrera y pasó a la historia del arte colombiano como uno de los nombres infaltables dentro de las artistas representativas del país, llegando a tener incluso su propia miniserie.
¡Si quieres saber más sobre María Villa no te pierdas la miniserie Soy María Villa por Señal Colombia!
