La serie documental Migrantes, realizada en conjunto por varias televisiones públicas del continente, es una mirada macro a la migración de personas de todo el mundo, teniendo a Latinoamérica como destino, que quizás hasta ahora no se había hecho. Se trata de una producción panregional en donde se pueden apreciar distintos personajes de distintas nacionalidades, con diferentes experiencias, pero siempre con el sello de lo latinoamericano.
Producciones como Migrantes aportan a renovar la visión, a veces negativa, que tienen los nacionales sobre los migrantes, quienes deciden establecer un nuevo hogar fuera de su país. Para ellos, su llegada a una Nación diferente no sólo se trata de una oportunidad para buscar nuevas oportunidades laborales, sino también una oportunidad para adoptar la cultura local, así como para aportar con sus propias costumbres y formas de vida al lugar al que han llegado.
Prueba de ello son, por ejemplo, las celebraciones extranjeras que vemos desarrollarse en algunas partes del país, como el Día de San Patricio, la aparición de comunidades religiosas diferentes a la tradicional en Colombia (el catolicismo), o la mezcla de tradiciones gastronómicas, que terminan conformando platos autóctonos del país pero que son resultado de técnicas y preparaciones de diferentes orígenes geográficos.
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Joana y Marco son dos venezolanos que llegaron a Colombia después que la situación política y económica de su país los obligara a buscar un nuevo rumbo. Su llegada no fue fácil, tuvieron que llevar a cabo trabajos que jamás se hubieran imaginado y subsistir gracias a la buena voluntad de amigos y familiares. Joana lleva tres años y hoy es periodista de medios digitales y sueña con escribir crónicas. Marco, por su parte, llegó hace poco más de dos años y después de varios meses de dificultades hoy forma musicalmente a niños de escasos recursos de la capital.
Demian y Chihiro son dos japoneses residentes en la ciudad de Cali con historias de vida muy distintas, pero con propósitos muy similares. Demian que nació en Colombia, se fue a vivir a Japón desde los 14 años y estuvo en el país de origen de su padre hasta los 29 años, y desde hace 10 años regresó a Colombia para liderar la iglesia de Tenrikyo que su padre fundó, teniendo que adaptarse a un contexto muy distinto al que dejó hace más de 25 años. Chihiro por su parte lleva seis años en Colombia y aunque no conocía nada del país, llegó para ser entrenadora de gimnasia rítmica. Después de superar momentos de crisis que por poco la obligan a regresar a su país, hoy sueña con llegar a lo más alto con sus jóvenes deportistas.