La historia del fútbol tiene miles y miles de acontecimientos y nombres que han marcado momentos inolvidables. La mariposa granate (2013) es una película que explora la vida de una de esas leyendas del deporte: Luigi (Gigi) Meroni, un joven futbolista que en muy poco tiempo se hizo un nombre en la liga italiana y cuyos días de estrellato acabaron a muy temprana edad.
La película, dirigida por Paolo Poeti y basada en el libro homónimo de Fernando dalla Chiesa, está ambientada en Italia, en 1962, cuando Gigi Meroni tiene apenas 19 años y está empezando su carrera en la serie A del Calcio con el equipo de Génova.
Gigi es un joven fuera de lo común para la época: lleva el pelo largo, pinta, escucha discos de los Beatles y siempre juega con camisa de pantalones cortos y calcetines bajados, contrario al estilo tradicional de los gladiadores italianos del fútbol en ese momento.
Por su apariencia y sus actividades "extracurriculares", su llegada al Génova es un poco estrellada, pues a su alrededor hay un escepticismo con respecto a su talento, pero pronto sus habilidades técnicas y los consejos del director en poco tiempo se convierte en ídolo de la afición.
Todo cambia, sin embargo, cuando Gigi conoce a Cristiana Uderstadt en el bar frecuentado por el equipo. Casi de inmediato inician una relación amorosa prohibida, porque Uderstadt está comprometida con otro hombre. A su vez, Gigi deja el equipo genovés y se traslada a Turín, ciudad del equipo de Torino, que ha insistido en fichar su talento.
En Turín, la relación con Cristiana se vuelve cada vez más difícil. Gigi está cada vez más sumergido con su nuevo equipo, mientras ella está a un paso de la boda. Después de asistir al mundial de 1966, donde su paso no fue exitoso, regresa a Italia para encontrarse con Cristiana recién casada. A pesar de ello, sigue atendiendo en secreto al futbolista, por lo que pronto se descubre la relación entre los dos y el escándalo que provoca es desastroso.
Sin embargo, Cristiana logra obtener la anulación de su matrimonio y Gigi logra cumplir su sueño de anotar un gol desde el punto penal (hasta entonces siempre había fallado desde los once metros), no sin que todo eso ocurra poco antes de un trágico suceso que marcó para siempre al fútbol italiano.