"Colombia es un país de revoluciones fallidas y yo soy hija de una de ellas", asegura Yira Plaza O'Byrne, directora y protagonista del documental No soy yo quien grita.
En este largometraje, la directora hace una mirada reflexiva, íntima y autocrítica de diversas luchas políticas en Colombia y sus causas, así como la forma en la que van pasando de generaciones en generaciones.
Coproducida por Señal Colombia junto a Séptima Films, No soy yo quien grita es la ópera prima de Plaza O'Byrne, donde reflexiona sobre el costo de las causas y luchas contemporáneas, y si hay alguna revolución posible en nuestro presente que lleve hacia la utopía.
En No soy yo quien grita, la directora cuenta apartados de su vida desde la experiencia con su padre, el docente y líder sindical Luis Plaza, un hombre que lleva décadas viviendo una lucha que parece no tener fin, y que ha demostrado ser terriblemente peligrosa para su integridad y de quienes le rodean.
¿Hacia dónde apuntan las luchas populares?
"Mi papá es un líder sindical que ha sobrevivido a amenazas, exilios y al exterminio de su partido político. Yo heredé su convicción y hoy, años después del último atentado que sufrió mi papá en el 2014, me pregunto sobre el sentido de su lucha y mi propia militancia", sentencia la directora sobre su experiencia como militante de las luchas populares.
Esta reflexión la llevó a revisar su archivo familiar, donde se encuentra con el pasado y presente de su padre y el resto de su familia, y desde donde, a través de la historia que cuenta, se pregunta si hay algún lugar para la utopía que prometen los diferentes sistemas de organización política y económica.
No soy yo quien grita hace un viaje en el tiempo que comienza décadas atrás, cuando su padre Luis Plaza dedica su vida a la lucha popular y sindical. Él, que ha sobrevivido a amenazas, atentados, al trasegar de las luchas en partidos cuyos militantes fueron exterminados, e incluso a la caída de la Unión Soviética, es el punto de partida de su reflexión, la cual se va revelando a medida que avanza la película.
Yira, a pesar de que heredó las convicciones de su padre, tiene una forma diferente de ver el problema, sus causas y las consecuencias no solamente para la sociedad en general sino para ella misma, quien acaba de iniciar una familia con una primogénita.
"En mi encuentro con el archivo, mi padre y el resto de mi familia, intento dilucidar si hay algún lugar para la utopía hoy", expresa la documentalista.
A través de un valioso material de archivo, No soy yo quien grita muestra cómo Luis Plaza, en uno de sus exilios, fue enviado a Rusia y allí, con sus propios ojos, vio caer el socialismo soviético. En esa misma línea de tiempo la vemos a ella, en quien la semilla de la revolución ha prosperado y se materializó en una temprana militancia en el partido comunista, aún después de la caída del muro de Berlín y de no entender muy bien qué era el comunismo.
Yira, en perspectiva, se enfrenta a la pregunta sobre el sentido de la lucha de su padre y la suya propia a través de ese viaje al pasado, con el cual teje puentes entre su historia personal y la historia reciente de Colombia y del mundo.
"A través del material de archivo viajamos a Rusia durante los últimos días de su régimen socialista, pasamos por Colombia a finales de la década de los ochenta en la que fueron asesinados más de tres candidatos presidenciales pertenecientes a diferentes partidos de izquierda, y los continuos intentos por alcanzar la paz en las décadas recientes, hasta instalarnos en el presente de mi casa familiar, en el que hago evidente que nuestra historia como país se sigue repitiendo", asegura la directora.
No te pierdas por Señal Colombia el documental No soy yo quien grita, una película que hace un encuentro entre dos generaciones que parecen opuestas, pero que se preguntan constantemente si habrá alguna posibilidad de cambio, o si alguna vez Colombia podrá acercarse a la utopía donde la mayoría de los ciudadanos encuentre bienestar.