Ozzy Osbourne, su último concierto y el adiós de toda una era
Ozzy Osbourne, su último concierto y el adiós de toda una era
08 / 07 / 2025

Ozzy Osbourne se despide de los escenarios: el rugido final de una era irrepetible


Por Tomás Pianeta
Tomás Pianeta
08 / 07 / 2025
Ozzy Osbourne, su último concierto y el adiós de toda una era
0

El escenario tembló por última vez con la voz de Ozzy Osbourne. La despedida definitiva de una figura que marcó generaciones fue más que un concierto: fue un acto de resistencia, un ritual colectivo, y el adiós de una era en la historia del rock.

La noche fue eléctrica, no por la potencia del sonido —que también— sino por la carga emocional de saberse parte de algo que no se repetirá. Ozzy Osbourne, ícono inmortal del heavy metal, cerró su ciclo en los escenarios con un concierto de despedida que quedará grabado en la memoria colectiva del rock. Fue una noche para cantar con la garganta rota, para llorar en silencio, y para celebrar la vida de un hombre que convirtió la oscuridad en un lenguaje universal.

 

A pesar de los años y los estragos de la salud, Ozzy subió al escenario con la misma entrega feroz que lo ha caracterizado durante más de cinco décadas. Su voz, aunque ya no con la misma fuerza de antaño, seguía siendo reconocible, y su presencia escénica, escoltada por la ovación del público, sostenía el espectáculo con una dignidad conmovedora. No fue una despedida perfecta en lo técnico, pero sí profundamente humana y brutalmente honesta.

La velada estuvo acompañada por una alineación de lujo: leyendas del rock que, como Ozzy, han visto cómo la industria ha cambiado y cómo sus cuerpos también acusan el paso del tiempo. Tony Iommi, Zakk Wylde, Rob Halford, Slash y Dave Grohl fueron algunos de los artistas invitados que se sumaron al homenaje. Cada uno interpretó clásicos que marcaron generaciones: Crazy Train, Paranoid, Iron Man y No More Tears, entre otros, se convirtieron en un canto colectivo de despedida.

El concierto no solo fue el adiós de un artista, sino también el cierre simbólico de una era: la del rock que nació de las calles, del sudor, de la rebeldía visceral. El fin de una década en la que hemos visto partir o retirarse a muchos de los grandes: Neil Young, Paul Simon, Elton John, y ahora, Ozzy. No es que el rock muera, pero su forma más icónica se despide con una reverencia inevitable.

La cultura del espectáculo, la fugacidad del consumo musical actual, el algoritmo y el streaming no pueden reemplazar lo que estos músicos representaron: una forma de vida, de resistencia, de arte construido desde la experiencia y la inconformidad. El concierto de Ozzy no solo fue una ovación a su carrera, sino un testimonio del peso que tiene en la historia la autenticidad, aunque venga con cicatrices.

Ozzy Osbourne cierra su telón como lo vivió: a su manera, sin concesiones, dejando un vacío imposible de llenar. El rock no muere, pero sí cambia. Y el eco de su despedida nos recuerda que estamos presenciando el final de una época que definió el alma de la música como pocas otras.