Colombia tiene dos fechas patrias que cada año nos invitan a reflexionar sobre nuestra historia, nuestra identidad y nuestro camino como nación: el 20 de julio y el 7 de agosto. Pero, ¿por qué celebramos dos momentos distintos relacionados con la independencia? ¿Cuál es la diferencia entre uno y otro? En este 7 de agosto, vale la pena recordar por qué ambas fechas son fundamentales para entender cómo se forjó el país que hoy habitamos.

20 de julio: El grito que despertó a la nación
El 20 de julio de 1810 es conocido como el día en que se dio el famoso “Grito de Independencia”, un momento simbólico en el que se empezaron a gestar los primeros pasos hacia la libertad del dominio español. En Bogotá, entonces Santa Fe, ocurrió un episodio conocido como el “florero de Llorente”, una discusión aparentemente trivial que se convirtió en la chispa de un levantamiento popular.
Ese día, se conformó la Primera Junta de Gobierno Criolla, un paso crucial que representó el deseo de autogobierno por parte de los criollos, marcando el inicio del proceso de independencia en lo político y lo simbólico. Sin embargo, hay que recordar que ese “grito” no implicó una independencia inmediata ni definitiva, sino que abrió la puerta a una lucha que aún tenía muchos años por delante.

7 de agosto: La batalla que selló la independencia
Por su parte, el 7 de agosto de 1819, se conmemora la Batalla de Boyacá, considerada el momento decisivo y definitivo en el proceso de independencia. Bajo el liderazgo de Simón Bolívar, el Ejército Libertador derrotó al ejército realista en el Puente de Boyacá, marcando el fin del dominio militar español en gran parte del territorio colombiano.
Esta victoria fue mucho más que una confrontación armada: fue el resultado de años de organización, resistencia y visión de libertad. Después de esta batalla, el camino quedó despejado para la entrada triunfal de Bolívar a Bogotá y para la consolidación de la independencia de la Gran Colombia (que incluía los territorios de Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá).

Una historia, dos momentos clave
En resumen:
- El 20 de julio representa el inicio del proceso: la rebelión civil, el grito político, el despertar de una conciencia colectiva.
- El 7 de agosto simboliza el desenlace de esa lucha: la victoria militar, el triunfo de la causa independentista y el nacimiento de una nación libre.
Ambas fechas no se contradicen, sino que se complementan. Son como el prólogo y el clímax de una misma historia: la historia de un pueblo que decidió dejar de ser colonia para convertirse en república.
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Recordar para construir
Hoy, más de dos siglos después, celebrar estas fechas no es solo mirar al pasado con nostalgia. Es también una invitación a reflexionar sobre los valores de libertad, justicia y soberanía que inspiraron a quienes lucharon por la independencia.
Recordar el 7 de agosto es, sobre todo, honrar a quienes soñaron con una Colombia libre, y reconocer que la construcción de un país justo, solidario y en paz sigue siendo una tarea de todos.