La película Nuestros hijos (2014), del director italiano Ivano De Matteo, cuestiona las relaciones familiares, la hipocresía y los límites de la ética.
Con una historia familiar protagonizada por Alessandro Gassman, Giovanna Mezzogiorno, Luigi Lo Cascio y Barbora Bobulova, Nuestros hijos se pregunta hasta qué punto conocen los padres a sus hijos, o qué haría una familia si uno de sus miembros cometiera un crimen.
El guion es una adaptación libre de Valentina Ferlan e Ivano De Matteo de la novela más famosa del escritor holandés Herman Koch, llamada La cena.
Para la historia de la película los guionistas cambian al profesor de historia que protagoniza la novela por un médico pediatra y al político por un prominente abogado del poder.
Una película sobre la hipocresía
La película empieza con un hombre y su hijo, quienes van transportándose en un automóvil por las calles de Roma, la capital italiana. Todo cambia rápidamente cuando el hombre inicia una iracunda discusión con otro automovilista, quien resulta ser un policía.
El hombre muere a manos del policía. El niño se convierte en paciente de Paolo, un médico pediatra que una vez al mes se encuentra en un lujoso restaurante con su hermano Massimo, un inescrupuloso abogado que haría cualquier cosa por ganar sus litigios.
Después de la escena de violencia sórdida en la que un paciente de Paolo ha quedado huérfano, el director nos deja ver otro tipo de violencia, esta vez en la mesa de un restaurante. En los encuentros entre los hermanos también participan sus respectivas parejas y en el ambiente se puede respirar la doble moral, el hedor del chisme y la envidia.
Cada matrimonio tiene hijos adolescentes, una pareja de primos que mantienen, en cambio, una buena relación. Benedetta es una joven popular y mimada, criada por su displicente madre adoptiva, Sofía, y quien resiente que su padre está más concentrado en su trabajo que en su familia.
Michele, el hijo de Paolo, es un joven que de a poco se torna agresivo y no encuentra nada que lo motive, por lo que sus actitudes se van haciendo cada vez más osadas y desconsideradas con lo que es correcto y lo que no.
Todo esto explota cuando Michelle y Benedetta apalean a una indigente en la calle, después de una noche de excesos en una fiesta. Para su sorpresa, la indigente queda en coma y después muere, convirtiéndose en un caso público.
En la televisión, los padres de los jóvenes reconocen a sus hijos golpeando salvajemente a la mendigo, pero Benedetta confía en que su padre los sacará a ambos del apuro, si lo hace con otros delincuentes como el policía con el que inicia la historia, ¿por qué con ella sería diferente?
Sin embargo, los padres de los chicos comienzan a presentir que sus hijos caminan por un camino sin retorno, y es cuestión de tiempo para que vuelvan a meterse en serios problemas.
Un cuestionamiento desde la familia
Massimo y Paolo son apenas dos hermanos, dos familias con dos hijos. No obstante, viven sumergidos en un mar de envidias, recelos y mala comunicación.
Todo ese silencio hipócrita entre ellos se convierte, sin que ellos lo adviertan, en un meollo que reflexiona sobre la justicia de clase, la doble moral y la necesidad de mantener un equilibrio hipócrita que a todas luces es más que cuestionable.
Nuestros hijos es un largometraje que apela a la familia, una de las instituciones más tradicionales y protegidas de los italianos (y del mundo occidental), pero al hacerlo promueve un debate necesario sobre la justicia, las diferencias de clase, la irracionalidad entre unos y otros así como la crianza de los jóvenes en un mundo dominado por la violencia social.