Chavela Vargas: un icono musical, feminista y LGBT
17 / 04 / 2024

Chavela Vargas: un icono musical, feminista y LGBT


Por Lorena Rojas Sarmiento
Lorena Rojas Sarmiento
17 / 04 / 2024
0

No fue mexicana de pura cepa, pero como una vez afirmó: “¡Los mexicanos nacemos donde nos da la rechingada gana!”. María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano, conocida a nivel mundial como Chavela Vargas, nació el 17 de abril de 1919 en San Joaquín de Flores, en Heredia, Costa Rica. Desde muy pequeña se sintió atraída por la música y se caracterizó por desafiar estereotipos, tanto así que tuvo que soportar el rechazo de sus padres, quienes no querían hacerse cargo de aquella ‘niña-niño’ como le llamaban por no seguir los cánones de ser ‘una señorita’, así que la mandaron a vivir con su tío. 

Chavela decía que nació en el fin del mundo, “de niña casi no veía a mi mamá. Mis padres se separaron y fui a parar a lo de unos tíos que me hacían trabajar duramente. Recogía frutas. Unas cinco mil naranjas cada día. Pero yo no sentía odio ni resentimiento, más bien sentía que en todo mi ser, que en mis venas corría un tremendo coraje. Y mi único pensamiento era querer irme de allí, noche y día pensaba: 'Tengo que irme'. Yo quería tener un nombre, tener una carrera, pero era la niña más humilde y la más pobre”.

Durante su adolescencia se cambió el nombre a Chavela Vargas y tras vender algunos animales compró un tiquete de avión para viajar a México, país que acogió como su hogar, adoptó su nacionalidad y aunque un poco a las patadas, logró convertirse en una de las artistas más prolíficas de la historia. “Yo soñaba con un paraíso que se llamaba México. Y México me enseñó a ser lo que soy, pero no con besos ni abrazos, sino a patadas, a manazos. Me agarró y me dijo ‘te voy a hacer mujer criada en tierra de hombres. Te voy a enseñar a cantar’” relató en alguna ocasión. 

Antes de dedicarse de lleno a la música, Chavela tuvo distintos trabajos en México, fue camarera, cocinera, condujo automóviles de familias adineradas, cuidó a niños, e hizo todo lo necesario para sobrevivir. En algunas entrevistas contó que vivía en la azotea de un edificio, se bañaba en el baño de las criadas, vendía cosas y cantaba. 

Chavela en contra de los estereotipos 

En sus primeras presentaciones en diversos bares de México tenía que utilizar faldas, escotes, tacones y capas de maquillaje, ya que era la única forma en la que era aceptada para subir al escenario. Ella describió que se sentía como “travesti” al tener que utilizar estos atuendos para poder cantar. 

Cansada de esta situación Chavela cambió la falda por pantalones, que para la época no eran de uso común en las mujeres, los escotes los dejó atrás por un poncho y una guitarra y hacía lo que mejor sabía hacer: cantar desde el fondo del alma.

Si algo destacó a Chavela como artista fue su forma de transmitir y conectar con la audiencia a través de sus canciones, no solo por sus letras, sino por la forma tan desgarradora en la que las interpretaba, era de esas artistas que realmente hacía sentir su música.  

Macorina 

Esta fue la canción que catapultó a Chavela Vargas a la fama, está basada en un poema que fue escrito por el poeta español Alfonso Camín luego de que emigró de España a Cuba tras la Guerra Civil. Chavela redujo el poema original de 85 a 36 versos y publicó la canción en su álbum Noche Bohemia, que fue lanzado en 1961. 

Fue un lanzamiento polémico, ya que la canción hablaba sobre un romance lésbico, así que también se convirtió en un himno feminista y ganó popularidad en los círculos contestatarios. Tanto el poema como la canción cuentan la vida de María Calvo Nodarse, nacida en 1892, y se dice que fue la primera mujer cubana en obtener licencia de conducción en 1912.  

Alrededor de Calvo se tejieron muchas historias, se decía que su belleza era arrolladora y que llevaba una vida escandalosa para la época, pues conducía un descapotable rojo, llevaba el pelo corto y trabajaba como prostituta. 

Chavela Vargas y José Alfredo Jiménez

José Alfredo Jiménez fue uno de los artistas más reconocidos de la música mexicana popular y fue un gran amigo de Chavela Vargas, aunque solían decir que fue su padrino artístico ella lo desmintió, ya que en realidad lo conoció en una cantina, cuando se lo presentaron la artista le dijo “yo no vengo a ver si puedo, sino que porque puedo vengo, señor”, una frase que de inmediato le llamó la atención a Jiménez.

Desde entonces se convirtieron en grandes amigos, solían ir juntos a las cantinas a cantar y tomar, se dice que llegaban el sábado y se iban el lunes. Fue un dúo soñado, nadie interpretaba las canciones como lo hacía Chavela y eso creó una conexión aún más especial. Sin embargo, ella nunca fue aceptada en la élite de artistas. “Para abrirme camino yo tenía que ser más macha y más borracha que cualquiera de los cantantes masculinos” mencionó. 

Entre tragos y canciones dolidas Chavela construyó su carrera musical a pulso, grabó más de cuarenta discos y era reconocida por siempre salir al escenario con un poncho de color rojo. Aunque no nació en México, su corazón si le perteneció a este país, lugar en el que dejó un legado invaluable para la música con canciones como Macorina, La llorona, La china y Volver, volver, que prácticamente se convirtieron en un patrimonio de las rancheras.  

Ícono LGBT

A pesar de los estereotipos marcados en una sociedad machista y patriarcal, Chavela Vargas nunca ocultó su gusto por las mujeres, a sus 81 años se definió abiertamente como lesbiana, pero acaso ¿deberían los artistas estar obligados a revelar su identidad de género?  

Chavela era una de las amantes más codiciadas de la época y estuvo involucrada con reconocidas artistas de Hollywood y hasta esposas de poderosos políticos. Aunque nunca habló abiertamente de sus parejas, si hizo una excepción con Frida Kahlo, quien al parecer robó su corazón cuando la vio por primera vez. “Y el sólo verla, con esas cejas de golondrina, esos ojos. Me quedé en su casa varios días. Yo le cantaba a Frida por las mañanas; estábamos como arrobadas la una con la otra” relató en el documental Chavela, original de Netflix.

Aunque la artista se convirtió en un ícono LGBTIQ+ en una edad adulta, toda su vida tuvo que lidiar con el rechazo. “Lo que duele no es ser homosexual, sino que lo echen en cara como si fuera la peste”, le dijo en una ocasión a la agencia EFE.

El alcohol, el vórtice de su carrera

Desde muy temprana edad Chavela encontró en el alcohol el consuelo para ahogar sus penas, los vacíos que le dejó su familia los llenó con tequila y el alcoholismo la alejó de la música, fue así como llegó a vivir en el pueblo Tepotzlán en deplorables condiciones, estuvo allí por más de veinte años y aunque a veces no tenía para comer el alcohol nunca la faltaba. 

Fue gracias a la dramaturga Jesusa Rodríguez y su pareja, la artista argentina Liliana Felipe, que Chavela regresó a los escenarios luego de estar en Tepotzlán y de que la gente creyera que había fallecido. En un evento alguien mencionó que la artista estaba entre el público, la contactaron y la animaron a presentarse, aunque la artista pidió tequila antes de su show Jesusa se lo negó. 

Una Chavela sobria regresó a los escenarios, recorrió el continente y se convirtió en una destacada figura en España luego de que conoció al cineasta Pedro Almodóvar, entabló una amistad entrañable con él y participó en algunas de sus producciones como Tacones lejanos (1991) y La flor de mi secreto (1995).

En 2007, a sus 88 años, recibió el Premio Grammy a la Excelencia Musical y a sus 97 años tras dar un concierto en España pidió que la llevarán a México, ya que estaba convencida de que iba a morir un domingo, y así fue, Chavela Vargas, también conocida como “La Chamana”, falleció el domingo 5 de agosto de 2012, pero dejó un legado musical infinito. 

Lee tambiénChavela Vargas sobre la muerte