Carolina Colorado comenzó en la natación por miedo a ahogarse. Sus padres Efraín y Edilma la vieron tan apegada al agua, que la inscribieron a los tres años en una escuela para que aprendiera a nadar. Este deporte lo agarró en serio a los once años, luego de pasar por baloncesto, voleibol, tenis de mesa y ajedrez.
Una convocatoria de la selección de Antioquia para un campeonato nacional infantil y posteriormente al equipo de Colombia, le confirmaron que la natación la destacaba. Desde entonces, esta antioqueña nacida el 7 de septiembre de 1987 no ha dejado de intentar ser la primera. En un día normal suyo, ya está nadando a las 5:30 de la mañana en la piscina Olímpica César Zapata Zapata.
Trabaja dos horas y media en el agua, en la mañana. Por la tarde, le dedica dos horas y media más al gimnasio. A veces siente repulsión por las pesas y las distancias largas, pero su entrenador José Neber Arias siempre termina disuadiéndola. “Le saco canas, pero al final hago lo que él dice y le agradezco mucho; gracias a él soy lo que soy”, asegura la atleta.
La dedicación le permitió mezclar el deporte con los estudios de administración de empresas en la universidad de Medellín. Y también la llevó a debutar en unos Juegos Olímpicos con 19 años. Fue en Pekín y se tatuó los aros olímpicos. Volvió a estas justas en Londres 2012 y su mamá le regaló unos aretes dorados con los cinco aros.
En los Juegos Suramericanos de Chile 2014, los perdió en una piscina alterna donde relajaba sus músculos tras la competencia. Había acabado de ganar el oro en los 200 metros espalda, pero la sonrisa que ocupa el mayor espacio de su cara desapareció por un momento. Ofreció 20 dólares a quien los encontrara y al final los ganó el también nadador Alberto Morales.
A pesar de la seriedad que le dedica a su deporte, su personalidad la siguen definiendo con calificativos como elocuente, libre y sonriente. Dice bailar bien, cuentan que prefiere estar con los nadadores más jóvenes para no perder su capacidad para sorprenderse con cualquier detalle. “A veces parezco una niña”, bromea la antioqueña.
También es desprendida: por eso se cortó 30 centímetros de su pelo para donarlo. Pero al mismo tiempo se aferra a sus sueños y a su filosofía de vida que ejecuta en la natación.
Foto: EFE.