Mientras que una persona común ve un puente y piensa de inmediato que es para cruzar de un lado a otro, Orlando Duque imagina potenciales plataformas para hacer sus espectaculares clavados. Y no sólo estas estructuras. Edificios, elevaciones naturales, todo lo que combine altura y cercanía al agua llama la atención del vallecaucano. “Mi amor, ¿cierto que acá se podría hacer una competencia?”, le dice a Catalina Echeverry, su esposa y mánager, y ese polo a tierra para el deportista de 44 años. Señal Deportes habló con él en el 2015.
¿Es verdad que el fútbol lo llevó a las piscinas?
(Risas) Yo jugaba con mis amigos detrás de las piscinas panamericanas y cuando terminábamos íbamos a refrescarnos. Ahí nos quedábamos un buen tiempo viendo los saltos. A mí siempre me llamó la atención el azul profundo de las piletas. Uno de los entrenadores se dio cuenta de que me la pasaba allá y un día me propuso que entrenara con él. Lo probé, me encantó y ahí comenzó mi carrera como clavadista.
Pero, ¿usted le tenía miedo al agua o no?
Pues no tanto miedo sino que no conocía muy bien a lo que me estaba enfrentando. Siempre había nadado en piscinas pequeñas y cuando me tocó mi primer salto era en una que tenía 5.40 metros de profundidad. Cuando estaba en la orilla tuve miedo porque no sabía si iba a volver a salir del agua. Yo no nadaba muy bien y apenas sabía flotar. Pero afortunadamente todo salió bien.
¿Aún tiene miedo cuando está en la orilla antes de un salto?
Es normal que sienta algo, sino ya no sería lo mismo.
Después de tantos años recorriendo el mundo, ¿cuál es el acantilado más lindo en el que ha saltado?
Uy… está entre Malpelo, en la mitad del Pacífico colombiano, y la costa de Amalfi en Italia. Son escenarios increíbles, con una belleza natural inimaginable. En ambos lugares hay muchos sitios para saltar. Además la comida es deliciosa. Por fortuna, puedo ir a menudo.
En 2013, quedó campeón del mundo en Barcelona en el evento organizado por la FINA. Curiosamente, 21 años atrás usted luchó por ir a las olimpiadas del 92 pero no se le dio....
En su momento fue frustrante. Pero a mí se me olvidó por completo. Cuando estaba en el campeonato mundial alguien se me acercó y me lo recordó. Unas por otras. Al fin de cuentas obtuve una medalla de oro allí. Así es la vida, subes y bajas y debes estar preparado para levantarte. Si en ese momento me hubiera retirado por ese percance, nada de lo que he logrado hubiera sido realidad.
¿La fractura de su tobillo derecho es la lesión más dura de su carrera?
Sí, y no fue en los clavados sino saltando en paracaídas. Aterricé muy duro y me lo fracturé. Recuerdo que después de la primera intervención el cirujano me dijo que lo más probable era que no pudiera saltar nunca más. Incluso, me afirmó que me diera por bien servido si podía caminar como antes. Afortunadamente, conté con un gran equipo y pude hacer una excelente recuperación. Después de un año, cuatro cirugías y muchos tornillos volví a competir. Y en mi regreso gané.
Hablemos de ese salto perfecto que ejecutó en 2006. Una puntuación de 10 lo llevó al libro de los Guinness Records...
El día previo lo estaba haciendo muy bien. Por ese entonces era el salto de mayor dificultad de mi repertorio. Ya en el agua, después de lanzarme, tuve una sensación inmensa de satisfacción. Cuando salí y vi la puntuación no lo podía creer. Un 10 era algo casi imposible. Siempre sueñas con lograr uno pero las posibilidades de obtenerlo son muy remotas.
Usted estuvo haciendo un documental del Tsunami de Tailandia en 2004. ¿Cómo fue esa experiencia?
Fue algo muy fuerte. Lo hicimos un año después de la tragedia para llamar de nuevo la atención del mundo. Es que en el momento del desastre todos lo tenemos presente pero después se olvida. Fuimos a ver los orfanatos, visitamos sitios donde construían muebles con la madera que habían recuperado de algunos barcos y también vimos cómo les daban nuevas embarcaciones a los pescadores que lo habían perdido todo. Llevamos algunas ayudas a un lugar que tenía muchas necesidades.
¿En Colombia no lo reconocen tanto como afuera?
La gente a mí por lo menos me distingue un poquito más porque taaaantos años compitiendo. Además, este año y los últimos hemos tenido muchísimos logros buenos en el deporte: el ciclismo, gimnasia, fútbol, patinaje. Eso hace que se riegue más la bola. La gente reconoce quién soy y eso es bonito porque los clavados no son comunes aquí. Tenemos campeón mundial junior y apenas estamos creciendo.
¿Cómo le parece justamente el campeón junior Alejandro Arias?
¡Es muy bueno! El nivel de clavados en piscina es muy alto y que gane oro en un Mundial juvenil es impresionante. Lo bueno es que en Medellín tienen un buen programa de clavados y se tienen resultados para comprobar, lo de los Centroamericanos en Veracruz es una muestra de eso. En esta disciplina hay potencial.
¿A la edad de Alejandro Arias en qué andaba usted?
Estaba haciendo clavados, en Colombia. Yo estaba estudiando porque yo me gradué viejo, luego me fui al ejército, después a la universidad. Salí de Colombia como a los 20. En todo caso yo no era así de bueno como Arias. ¡Él es mucho mejor de lo que yo era! Igual El nivel en los últimos años ha crecido bastante. Yo no me imaginaba esto hace 10 años.
¿Por qué antes de competir en 2014 en México habló de retiro?
Yo sólo hice una entrevista allá y les dije que yo me estoy retirando desde el 2007. Ahí dije ya, no más. Pero al año siguiente se creó la Serie Mundial y pensé en seguir sólo hasta ahí. La gané y después me dije: ‘¿Y si entrenamos más para seguir ganando?’. Y en 2013 gané en Barcelona, en 2014 en Kazán. Y entonces reflexiono: ‘Esto es lo que me gusta hacer, yo no tengo afán de retirarme’. Algunos dicen que hay que despedirse en la cima. Y no. Yo sólo digo que esto me gusta y ya. ¿Por qué voy a parar? Además, yo he sido un motor empujando mi deporte, que ahora ha sido incluido por la FINA. Todavía queda mucho trabajo y afortunadamente aún hay nivel.
Además, usted es el ídolo de sus rivales. ¿No es extraño eso?
Es que mi carrera ha sido de muchos años y hay algunos que apenas comienzan. Entonces me han tenido como referente para empezar. Por eso me ponen en ese lugar, pero a la hora de competir es todos contra todos. Igual hay una hermandad entre todos, porque nadie entiende el riesgo mejor que nosotros.
¿Hay algo más riesgoso que los clavados en su vida?
De las cosas normales de mi vida, no. Nosotros tratamos de prepararnos muy bien para minimizar ese riesgo. En una charla que di en Qatar hablé de eso: yo quiero cambiar la percepción de que nosotros somos unos locos que nos tiramos a la nada. Y no. Esto está milimétricamente calculado. Sabemos exactamente qué hacemos y cuándo decimos no. Es lo más peligroso que yo hago, pero sabiendo cómo manejarlo.
Se siente privilegiado de estar dedicado a esto, sabiendo que sus rivales también son acróbatas, meseros, ingenieros…
Yo soy de los pocos afortunados, somos apenas como cuatro dedicados solo a esto. Mis patrocinadores me apoyan muchísimo y por eso me puedo dedicar 100% al entrenamiento. Hay otros que deben trabajar normal y eso debe ser duro. Realmente mi posición no tiene precio.
Foto: Cortesía Red Bull