Astana
31 / 03 / 2017

La tenacidad que ha acompañado a Miguel Ángel López


Por Señal Colombia
Señal Colombia
31 / 03 / 2017
Astana

Miguel Ángel López sufrió una caída en la tercera etapa de la Vuelta a España 2016. Mientras el corredor del Astana llegaba a la meta en el Mirador de Ízaro, su madre Marlén Moreno se encontraba en la vereda El Hato viendo el final de la fracción. Su hijo se había caído y no había podido comunicarse con él. Su voz titubeaba porque no sabía con certeza qué le había pasado, solo tenía la información de los medios de comunicación. Horas más tarde tendría un parte de tranquilidad al saber que su hijo se encontraba bien.

El pedalista de 22 años nació en Sogamoso, Boyacá, pero pasó su infancia en la vereda El Hato en el municipio de Pesca. Se crió en un lugar rodeado de montañas, árboles y animales. “Él era feliz”, afirma Santiago López, su padre, mientras juega con Lolo, un perro pequeño que es la mascota de Miguel Ángel. Marlén, prepara el almuerzo mientras conversa de todo lo que ha sufrido por su hijo.

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El ciclista nacido el 4 de febrero de 1994 no le dio ninguna complicación en el embarazo a Marlén, pero cuando inició el colegio se preocupaba porque su hijo tenía que atravesar un río con la bicicleta al hombro. La ‘bici’ la heredó de sus hermanos mayores, la utilizó durante muchos años, con ella se trasladaba a la Institución Educativa El Hato. Tenía que pasar por trochas y saltar de piedra en piedra en el río porque en ese tiempo todavía no existía el puente para llegar al camino que conducía al colegio.

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Santiago y Marlén le enseñaron a su hijo lo necesario para ser fuerte. Parecía, incluso, que era malgeniado, pero en realidad su resistencia frente al dolor y su carácter lo hacían ver así. Cuando tenía siete años lo picó un alacrán, Marlén lo escuchó al otro lado de la casa, y se lo encargó a su hermanos mientras ella iba a conseguir un medicamento.

Miguel Ángel se enfrentó a una de las picaduras más fuertes que existen de arácnidos, incluso si no se le da un tratamiento adecuado puede llevar a la muerte. “Se aguantó el dolor mientras yo le conseguía una pastilla. Los hermanos lo pringaron mientras yo llegaba y al otro día ya estaba bien. Él no se quedó en cama como esas personas que duran mal hasta cuatro días”, asegura Marlén, mientras le sigue poniendo leña al fuego para cocinar el arroz.

'El Mono’, como lo conocen en Boyacá, aprendió a montar a caballo desde temprana edad y a los 12 años cabalgaba cuatro horas hacia El Palmar, la última vereda de Pesca y regresaba al otro día con una caja de queso para vender en el pueblo. De las ganancias de la venta le daba cierta parte a su padre y el resto lo ahorraba.

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Mientras no estaba en la bicicleta le gustaba ir a pescar; a mano, con atarraya o con anzuelo, casi siempre,le ganaba a sus amigos atrapando truchas en el Río Pesca. Sembraba papa, colaboraba en la casa y aprendió a trasplantar cebolla. De hecho, muchas veces lo buscaban para este oficio porque se destacaba y su actitud frente al trabajo llamaba la atención de las demás personas. Desde allí empezó a forjar su independencia.

Por eso cuando Rafael Acevedo, ex ciclista y ahora entrenador de ‘Superman’, le ofreció su casa en Firavitova para que se quedara y pudiera entrenar, no dudó en irse. Las herramientas que le habían dado sus padres eran suficientes para enfrentarse a vivir lejos de casa.

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Marlén sabía que su hijo estaría a pocos kilómetros, pero no dejaba de pensar en su bienestar, que no se hiciera daño. “Por cada caída he sufrido por él”, mientras me muestra una foto de Miguel Ángel cuando estaba en el colegio.

En la secundaria en la Institución Educativa Indalecio Vásquez se destacaba en el atletismo, y microfútbol, pero gracias al ciclomontañismo continuó aprendiendo resistencia. Ese aprendizaje le ayudó a pedalear a diario 27 kilómetros ida y vuelta para entrenar en Sogamoso. En las prácticas llegó a ganarle a sus compañeros que no tenían que hacer un recorrido previo, Rafael lo ponía de ejemplo a los jóvenes que querían llegar a ser ciclistas.

A pesar de la angustia, Marlén solo tiene palabras de admiración por la templanza de su hijo. Cuando la visita le prepara pescado, una de sus comidas favoritas,  aprovecha el tiempo con él y asegura que “desde que está allá (lejos de casa) yo he sufrido mucho”.

No obstante, su carácter y fortaleza es un aliciente para su madre. Pero sin duda, la resistencia que lo ha caracterizado desde que era un niño lo seguirá acompañando, su madre continuará preocupándose, pero al mismo tiempo seguirá llenándose de orgullo por los triunfos que ha alcanzado su hijo.

Foto: Astana 

Gifs de la Vereda El Hato y de la casa de los padres de Miguel Ángel López.