Joven tomando foto de su plato con su celular
01 / 10 / 2018

¿Cómo ha cambiado la forma de comer de los colombianos?


Por David Jáuregui Sarmiento
David Jáuregui Sarmiento
01 / 10 / 2018
Serie

Expediente ingrediente

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La modernidad no solo nos ha empujado a vivir el día a día de forma más productiva, sino también ha cambiado nuestras costumbres, como por ejemplo la forma de comer. ¿Sabes cómo comemos los colombianos ahora?

Desde que estamos en el colegio se nos enseña que una de las principales características de Colombia es su diversidad cultural y étnica y que, además, por su geografía tenemos una variedad de pisos térmicos que nos permite desarrollar una importante variedad de productos agrícolas.

Esto significa, en otras palabras, que en el país somos abundantes tanto en variedad de comidas por las posibilidades geográficas como por la abundancia de preparaciones autóctonas de cada región.

Sin embargo, la abundancia no es un elemento que se mantiene intacto con el tiempo y, por efectos de cambios de costumbres propios de la modernidad, en la que el afán, la eficiencia y el autocuidado del cuerpo son protagonistas, la forma en la que aprovechamos la abundancia y nos provocamos de la comida también ha ido cambiando, y con ella también han variado las costumbres alimenticias, así como la forma en la que entendemos el acto de comer.

Esta verdad popular ha quedado registrada en la creencia de que quien ingiere un alimento participa de algunas cualidades de lo ingerido.

Alfredo López Austin, antropólogo y científico social.

Las dinámicas del mercado y del estilo de vida que se desarrolla en las grandes ciudades ha ido alterando el ritual que representa comer y, a diferencia de algunos años atrás, el acto de comer se ha ido modificando y ya no es tan frecuente sentarse en familia a disfrutar una cena, sino que se hace frente a una pantalla, en soledad o incluso mientras trabajamos, casi siempre acompañados de algún dispositivo que nos conecta a través de redes sociales como Facebook, Instagram o Whatssap.

Como ya dijimos en otros artículos, es un consenso que “somos lo que comemos”, pues desde la forma de preparar nuestros platos, la procedencia de los mismos y hasta la forma en la que comemos dice mucho de nosotros e, incluso, podemos rastrear momentos clave de nuestra historia a partir del estudio de nuestras comidas, por lo que descubrir porqué cambia la forma en la que nos provocamos de una comida u otra en la cotidianidad es importante para entender nuestro contexto.

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“Cultura y alimento se conjugan, así, en la identificación de toda una tradición. Pareciera que se asume el dicho 'somos lo que comemos' (..) Al menos en la tradición mesoamericana esta verdad popular ha quedado registrada en la creencia de que quien ingiere un alimento participa de algunas cualidades de lo ingerido”, afirmó el antropólogo y científico social Alfredo López Austin en un simposio Identidad a través de la cultura alimentaria, de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad de México.

 

¿Cómo ha cambiado la comida en la modernidad?

Aunque no hace falta destacar lo obvio, es claro que hace un par de siglos no existía, ni de cerca, el concepto de “comida rápida”, particularmente porque no habíamos entrado en lo que las ciencias sociales llaman "modernidad".

Si bien hablar de modernidad genera confusión porque se trata de una categoría compleja que reúne un sinnúmero de síntomas sobre los cambios que ha sufrido la sociedad en el último siglo, podemos resumirla de la siguiente manera: la modernidad es una contradicción sobre lo que somos y lo que se nos empuja a ser por el dominio de un sistema que ejerce poder sobre nosotros, aún sin que lo notemos, pero que ha cambiado la forma en la que vivimos y experimentamos el mundo.

 

La modernidad es, en palabras menos elaboradas, una fuerza que con la burocracia, la expansión de la economía capitalista, la industrialización rige la forma en la que vivimos. Unos lo han sentido en el ámbito laboral, por ejemplo, en la competencia a la que nos sometemos para hacer mejores carreras profesionales, que a veces raya con una forma moderna de esclavitud voluntaria.

“Ser modernos es vivir una serie de paradojas y contradicciones. Es estar dominados por las intensas organizaciones burocráticas que tienen el poder de controlar, y a menudo de destruir, las comunidades, los valores, las vidas, y sin embargo, no vacilar en nuestra determinación de enfrentarnos a tales fuerzas, de luchar para cambiar su mundo y cambiar el nuestro”, explicó el filósofo estadounidense Marshall Berman en su libro Todo lo sólido se desvanece en el aire (1982).

 

En Colombia los cambios son evidentes: de acuerdo con Cecilia Restrepo Manrique, académica de la Universidad el Rosario y autora de la investigación La alimentación en la vida cotidiana del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, Bogotá- Colombia, en la época prehispánica los nativos tenían una dieta basada principalmente en tubérculos como los cubios, las ibias o los ullucos; vegetales como el maíz o cucurbitáceas como la ahuyama, y sus productos cárnicos se limitaban a pequeños animales como venados, ratones, conejos, borugos, zorros, pecarís y comadrejas, una dieta que si bien tiene ingredientes actuales dista mucho de lo que se come hoy en día en el país.

En contraste con la actualidad, vale la pena destacar que según la revista económica Dinero en un artículo titulado La radiografía del mercado de comidas rápidas de Colombia, en la actualidad más de la mitad (53% de acuerdo con la publicación) de los consumidores eligen las comidas rápidas como menú preferido para las comidas cotidianas y, además, la investigación encontró con que según las estadísticas, esta tendencia va en aumento y el 38% de los colombianos en 2017 ya no optan por comer en casa sino salir a buscar el alimentos en establecimientos comerciales.

 

Pero, además, no podemos pasar por alto que de la totalidad de comidas rápidas consumidas en el país, afirmó la revista Semana en el artículo Guerra de hamburguesas, no menos del 60% de su consumo en el país se lo llevan las hamburguesas, una deliciosa aunque poco saludable preparación europea que se popularizó primero en Estados Unidos y después de allí al resto del planeta.

Eso quiere decir que nuestra dieta ha cambiado radicalmente. Mientras hace menos de 50 años las dietas se basaban en la combinación de diferentes preparaciones de las regiones del país prehispánicas y europeas (que llegaron tras la invasión europea al continente) como sancochos de gallina, ajiacos, preparaciones con plátano y fritos acompañados de ensaladas, en la actualidad del país la tendencia indica que más pronto que tarde estaremos consumiendo más carne molida en forma de hamburguesa con salsas, pepinillos, tomate, cebolla y lechuga que ajiaco, sancocho o arroz atollado.

 

Esta, se puede decir, es una transformación que hace parte de la modernidad, pues las comidas rápidas responden a dos necesidades propias de la modernidad: alta competitividad de empresas productoras de estos alimentos, que se traduce en competencia comercial y por tanto en mejores precios y más variedad de propuestas y, por otro lado, la máxima eficiencia del tiempo.

De esta manera, el producto favorito se va haciendo cada vez más variado en oferta y precios, y destinamos menos tiempo a comer y más a otras actividades más productivas a los ojos del mundo moderno.

Comer juntos no es únicamente saciar el hambre en torno a una mesa, sino que detrás de sentarse a la mesa en familia hay un significado mucho más trascendente, el de la comunicación, preocuparse por el otro, escuchar a los demás y expresar nuestros sentimientos.

Lola Rovati, directora de la revista Bebés y más.

 

 

Pero esa no es la única diferencia que podemos encontrar respecto a cómo se ha modificado el rito de la comida en el país. Aunque no encontramos estadísticas que ayuden a dibujar un panorama general en Colombia sobre este tema, es imposible desconocer cómo las pantallas empezaron a hacer parte integral del rito de las comidas en la cotidianidad.

El proceso empezó desde la aparición de los televisores familiares ubicados en la sala o comedor de los hogares para acompañar los desayunos, almuerzos y cenas con las noticias para pasar a convertirse en otro invitado de la mesa con el consumo simultáneo de contenidos de redes sociales (en video o imagen, o simplemente del feed de las redes) mientras que los comensales consumen el alimento.

Precisamente, por ejemplo, podemos encontrar movimientos consolidados de redes relacionados directamente con el consumo de alimentos en todo tipo de preparaciones -especialmente gourmet, que no es otra cosa que preparaciones más “refinadas”- como los foodies, que como parte del rito de sus comidas registran para todos sus seguidores en redes el aspecto de su plato, seguido de un breve comentario sobre lo que se está comiendo.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Afortunadamente, aunque es una tendencia, en muchos hogares mantienen la tradición de comer en familia, en la mesa y alejados de las distracciones y enfocados en lo demás que acompaña a las comidas en la mesa casera, como el fortalecimiento de las relaciones afectivas de quienes se sientan en ella, así como del conocimiento y reconocimiento de los integrantes del rito de la comida, entre muchas otras interacciones que surgen en ese contexto, como las discusiones sobre temas coyunturales de la comunidad, el país, etc.

 

“Comer juntos no es únicamente saciar el hambre en torno a una mesa, sino que detrás de sentarse a la mesa en familia hay un significado mucho más trascendente, el de la comunicación, preocuparse por el otro, escuchar a los demás y expresar nuestros sentimientos para que nuestros hijos también aprendan a expresarlos”, afirmó la directora de la publicación familiar española Bebés y más, Lola Rovati, en el artículo titulado La importancia de comer en familia.

Y a ti, ¿cómo te gusta comer?