Joaquín Sabina: trayectoria, vida, anécdotas y detalles de su último concierto de despedida
Joaquín Sabina: trayectoria, vida, anécdotas y detalles de su último concierto de despedida
02 / 12 / 2025

Joaquín Sabina se despide de los escenarios con un último concierto inolvidable en Madrid


Por Tomás Pianeta
Tomás Pianeta
02 / 12 / 2025
Joaquín Sabina: trayectoria, vida, anécdotas y detalles de su último concierto de despedida
0

Joaquín Sabina ofreció este 1 de diciembre en Madrid el último concierto de su carrera, una despedida definitiva en la ciudad que lo adoptó como uno de sus hijos más ilustres y donde vivió algunas de las historias que marcaron para siempre su vida y su obra.

Joaquín Sabina

Joaquín Sabina: el adiós de una leyenda

Después de décadas llenando estadios, creando himnos y marcando generaciones enteras, Joaquín Sabina cerró su vida en los escenarios con un recital íntimo, emotivo y profundamente simbólico. Madrid, la ciudad que lo cobijó, lo protegió y lo inspiró, fue testigo de la última vez que el cantautor de Úbeda se paró frente al micrófono para entregar su poesía hecha canción.

Aunque nacido en Andalucía, Sabina siempre reconoció a Madrid como su hogar definitivo. Allí encontró bohemia, refugio, amigos, heridas, amores y rimas. Allí también vive el equipo de sus amores, el Atlético de Madrid, otro símbolo inseparable de su identidad.

Una trayectoria monumental: del “Inventario” a los himnos eternos

El debut de Sabina llegó en 1978 con “Inventario”, un álbum que aún no contenía la fuerza masiva que lo caracterizaría más tarde, pero sí la rebeldía y el estilo irónico que serían su marca registrada.

Después vendrían trabajos fundamentales como:

  • “Malas compañías” (1980), donde aparece “Pongamos que hablo de Madrid”.

  • “Hotel, dulce hotel” (1987), con “Quién me ha robado el mes de abril”.

  • “Física y Química” (1992), que consolidó al artista con éxitos como “Y nos dieron las diez”.

  • “19 días y 500 noches” (1999), considerado por muchos su obra maestra.

A lo largo de su carrera, Sabina recibió múltiples reconocimientos, entre ellos premios Ondas, Medallas de Oro al Mérito en las Bellas Artes, nominaciones a los Grammy Latinos y homenajes de universidades e instituciones culturales. Más allá de los premios, su impacto es medible en algo más profundo: la manera en que su lírica se volvió parte del lenguaje íntimo de millones.

La vida de Sabina: Madrid, Buenos Aires, amores, batallas y resurrecciones

Madrid: la ciudad que lo hizo suyo

Sabina llegó a Madrid a mediados de los 70, tras su paso por Inglaterra durante su autoexilio político. En la capital española encontró un hervidero cultural, una movida nocturna vibrante y un ecosistema perfecto para un poeta con guitarra. Allí escribió canciones en bares de madrugada, entabló amistades legendarias y vivió el tipo de anécdotas que luego convertiría en versos.

Buenos Aires: una patria adoptiva del alma

Argentina también fue un hogar para Sabina. En Buenos Aires encontró público fervoroso, colegas entrañables, como Fito Páez, y una segunda vida bohemia. Allí protagonizó historias que rozan el mito, incluyendo una conocida anécdota en la que terminó involucrado con una integrante de La 12, la barra brava de Boca Juniors, lo que dio pie a canciones, cuentos y carcajadas.

La enfermedad, las caídas y el eterno retorno

Sabina también vivió momentos duros: depresiones, crisis creativas, un ictus que lo obligó a replantearse el ritmo de su vida y la batalla contra el cáncer, que enfrentó con su propio estilo: sin perder el humor, rodeado de afecto y escribiendo cuando la fuerza lo permitía.

Cada caída fue seguida por un regreso. Cada silencio, por una nueva canción.

Joaquín Sabina

Sabina y Colombia: una historia de cariño mutuo

Colombia siempre acogió a Sabina con fervor especial. A lo largo de su carrera visitó ciudades como Bogotá, Medellín y Cali, donde sus conciertos se convirtieron en celebraciones colectivas de poesía, ronquera y complicidad.

El artista decía que el público colombiano “cantaba como si conociera sus canciones desde antes de que existieran”, y por eso regresó varias veces, incluso en los años en que sus giras se redujeron. Sus presentaciones en el país fueron íntimas y multitudinarias a la vez: miles de voces, un solo corazón poético

El último concierto: una despedida entre ovaciones y memoria

El 1 de diciembre, Sabina subió al escenario del Wizink Center para decir adiós. La voz más áspera que nunca, el sombrero eterno, el humor intacto y una banda que lo acompañó con cariño casi devocional.

Cantó clásicos, recitó versos, bromeó sobre la edad, agradeció a Madrid por tanto y, con el público de pie, pronunció sus últimas palabras como artista en activo. No necesitó artificios: solo su honestidad, su vulnerabilidad y ese modo único de convertir la vida en un verso a medio terminar.

Puedes leer: Árbol de navidad: el origen de una tradición que marca el inicio de diciembre

Una carrera que no termina, aunque cierre los escenarios

Joaquín Sabina deja los escenarios, pero no deja la música. Su obra continúa viva en los bares, en las casas, en las madrugadas, en los libros, en las historias que contamos y en las que aún nos inventamos.

Su despedida no suena a final: suena a legado. A vida vivida sin pedir permiso. A poesía. A Madrid.

Y a ese Sabina que, con guitarra o sin ella, seguirá acompañándonos siempre.