Luciano es un adolescente en crisis. Su padre murió, no le va muy bien en el colegio y es posible que pierda el año. Su familia, conservadora y paisa en la década de 1960, no tolera en casa sus constantes desafíos a la autoridad. Luciano aprende de su tío un poco de ilusionismo y es así como nace 'El gran Sadini'.
Este largometraje, escrito, producido y dirigido por Gonzalo Mejía, cuenta una historia de adolescencia e infonformidad. Luciano tendrá que desafiar primero a la educación básica católica, a la policía y luego a su familia.
Una vez lo logra, el joven decide irse de aventura hacia la costa atlántica. En el viaje conoce Roxo, un mago que le enseña el oficio del entretenimiento como forma de ganarse la vida honestamente. Una vez el Gran Sadini cobra nombre en los pueblos de la zona su familia sabrá lo que ha sido de su suerte.
Lejos de metáforas pictóricas y ensambles sonoros muy elaborados, esta película se encarga de narrar una historia sencilla sobre la juventud y las ganas de comerse el mundo. En la época que retrata la cinta, el control disciplinario que regía no permitía imaginar a personas con talentos diferentes a los que la sociedad ha designado como aceptables y honrosos.
A lo largo de los 90 minutos del largometraje, Mejía explora a través del formato road movie las aventuras de un joven que ha desafiado a todas las autoridades que una persona de su edad podría desafiar. El precio: pagará con todo el rigor que la sociedad podría ofrecer en ese momento, a pesar de que lo más grave que hizo fue dar su opinión, defender a sus amigos y desatender algunas materias en el colegio.
Sin embargo, el uso de este formato en esta película es paradójico pues, tradicionalmente, los viajes de carreteras en el cine buscan llevar a sus personajes hacia un descubrimiento de sí mismos. Pero lo que ocurre en la película va más allá de un descubrimiento de que sus talentos lo pueden hacer libre, pero al final siempre el control social pesa más en la realidad.
Artículo → A viajas con estas road movies