¿De dónde viene el dicho “más perdido que el hijo de Lindbergh”?
Los dichos y frases populares como “más perdido que el hijo de Lindbergh” por lo general expresan una idea sobre un tema, un consejo o una enseñanza popular, y se transmiten de generación en generación como parte de sus propias experiencias en la oralidad social.
Cada país, cada ciudad y casi cada sociedad tiene su propia forma de utilizar el lenguaje, pues este, además de servir para comunicarse, también es una forma de caracterizar su identidad cultural. Los dichos son un ejemplo de ello.
Es por esto que muchas veces por fuera del contexto socio cultural puede ser casi imposible entenderlos o, como ocurre en este caso, se sabe a qué se refiere pero muy poco se sabe del trasfondo, o porqué se utiliza de una particular manera.
Uno de estos dichos es el popular “Más perdido que el hijo de Lindbergh”, el cual se emplea para referirse a personas que se encuentran fuera de lugar en una situación de tipo social y no han leído el contexto en el cual están, por lo cual se les señala de “estar perdidas”.
Por eso, hoy, de la mano del archivo de Señal Memoria te contamos de dónde viene esta expresión y cuál es su historia.
La historia de Charles Lindbergh
Charles Lindbergh fue un aviador norteamericano que por primera vez cruzó el océano Atlántico, desde Long Island (Estados Unidos) hasta París (Francia), a bordo de su avión llamado Spirit of St. Louis. La hazaña, la cual tardó en completarse más de 30 horas, lo convirtió en el primer héroe mediático en el siglo XX, según ha recordado Señal Memoria.
La hazaña posicionó a Charles Lindbergh en los anales de la historia como un auténtico héroe de la cultura popular, tanto así que incluso ha aparecido en la ya súper famosa producción animada Los Simpson.
El vuelo que realizó este hombre abrió un horizonte de posibilidades para la aviación comercial, tanto en el transporte de correo, como en el de pasajeros que sentó un precedente para el transporte aéreo como lo conocemos ahora.
Lindbergh, además, estuvo en Colombia y fue uno de los acontecimientos del año, sino de la década para el país. El famoso aviador Charles Lindbergh llegó a Cartagena el 26 de enero de 1928, un año después de haber atravesado en 1927 el océano Atlántico. Al otro día partió a Bogotá, guiado por dos aviones colombianos.
Lindbergh era el ídolo del momento, y también era conocido por los apodos de “Necio volador”, “Lucky Lindy”, “Charlie Darling” o “Águila solitaria”. Fue recibido en la capital con un baile en el Jockey Club, y se celebró por su visita una ceremonia en la que el presidente Abadía le impuso la Orden de Boyacá.
"Cuando vino a Colombia aún no había llegado la radio, pero los registros indican que los hombres salieron a la calle a recibir a Lindbergh y se quitaban el sombrero al divisarlo, mientras que las señoras usaron sus mejores vestidos para verlo pasar por las calles", registró Señal Memoria.
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El Caso del Secuestro del Hijo de Lindbergh
Desafortunadamente Lindbergh no hizo su fama sólo por su heróico vuelo, sino también por una tragedia que alcanzó fama internacional.
En la noche del 1 de marzo de 1932 Charles Jr., el hijo de Lindbergh fue raptado de su casa.
Aunque la familia Lindbergh pagó un rescate estrafalario para el momento de 50.000 dólares, Charles Jr. no fue entregado a su familia.
Su cuerpo apareció mes y medio después, semienterrado en un bosque cercano a la casa del aviador.
Las pesquisas de los investigadores dieron con el inmigrante alemán Richard Hauptmann como culpable del hecho, motivo por el cual fue juzgado y ejecutado cuatro años después.
Origen y Popularización del dicho en Colombia
Después de este terrible hecho comenzó a popularizarse en Latinoamérica la expresión “Más perdido que el hijo de Lindbergh”, basada en la terrible tragedia que conmocionó de forma mediática a toda una generación y que en su momento contó con un gran despliegue en los medios del mundo.
Desafortunadamente, la tragedia del famoso y admirado Charles Lindbergh y su familia poco a poco se fue convirtiendo en un dicho popular utilizado en el habla cotidiana no sólo de los colombianos, sino en otras partes del continente.
Tal vez, incluso de forma cruel, y por la manera en la que se dio el caso se empezó a utilizar aquella frase para denominar a una persona que está realmente perdida en el contexto.