El Giro de Italia de 1997 estaba llegando a su fin. Se disputaba la antepenúltima fracción entre Brunico y Passo del Tonale de 176 kilómetros. Los italianos Mario Cipollini e Ivan Gotti y el ruso Pavel Tonkov luchaban por la clasificación general. Las temperaturas eran las más frías del año y la montaña, en definitiva, era el rival a vencer. Una etapa para los mejores.
Sin embargo, en medio de estos talentosos ciclistas europeos apareció un colombiano. José Jaime ‘Chepe’ González, que con el apoyo del equipo Kelme, hizo dudar de sus capacidades a los mejores. Aunque ya era reconocido por el pelotón, fue el 6 de junio de ese año, cuando cruzó la meta en el primer lugar, se ganó la admiración y el respeto de todos.
“Durante la etapa, Mario Cipollini se puso al lado mío y me dijo ‘que le avisara a Ivan Gotti (líder y posteriormente campeón del Giro) que si no le bajaba el ritmo, que lo atacara y lo hiciera ver mal en la montaña’. Pero a me dio pena y en ese momento ni por casualidad me acerqué a él. Después de un rato Cipollini me preguntó que si había hablado con él y yo le dije que no. Entonces él me dijo que me pegara a su rueda para ir a hablar con Gotti. –Una sorpresa realmente que estos grandes me tuvieran en cuenta-. Llegamos a la rueda de Ivan y le dijo ‘es mejor que esperes porque ‘Chepe’ te ataca y te quita la ventaja’, él siguió pero al ratico lo vimos parado esperando. En ese momento yo pensé: me tienen miedo, me respetan; me gané el respeto de los mejores”.
A partir de ese momento José Jaime González cambió su mentalidad. Se dio cuenta que podía ser protagonista en cualquier carrera europea. Para que haya pasado eso es porque sabían que él era bueno en la montaña. Se dio cuenta que ya era hora de explotar sus habilidades y así pudo conseguir la camiseta verde que me acreditaba como ganador de la montaña. Con su victoria se ganó el respeto de los demás. Fue capaz de competir al mismo nivel de Cipollini, Gotti, Tonkov y Marco Pantani y eso lo puso en la élite del ciclismo mundial.
‘Chepe’ comenzó a los 13 años gracias a su tío Epimenio González, quien le inculcó la idea de ser ciclista profesional. Al principio no la tuvo fácil, pero poco a poco en su vida fueron apareciendo personas que lo ayudaban y lo animaban a salir adelante. Su primer patrocinador fue el dueño de la lavandería de su pueblo, Darío Ávila, luego pasó a la Lotería de Boyacá en donde inició una carrera ascendente. También hizo parte de Cafam, Postobón, Café de Colombia, Selle de Italia y Mobilvetta, con los que consiguió triunfos de varias carreras nacionales e internacionales.
Se retiró a los 36 años cuando le diagnosticaron una hernia discal y ahora es el director técnico del equipo del equipo de las Fuerzas Armadas. “Empecé a tener problemas de salud. Es difícil porque uno se acostumbra a los entrenamientos, a estar en la bicicleta y no tener esa rutina a diario se siente como un vacío. El cambio fue difícil, pero con la ayuda de mis amigos y de mi familia lo pude superar”, le contó al equipo de Señal Colombia Deportes, que a partir del 5 al 28 de mayo transmitirá el Giro de Italia.