“Egan Bernal es un fenómeno, un monstruo deportivamente hablando”; esas son las palabras de su mentor, Pablo Mazuera. Conoce aquí la historia deportiva del nuevo fenómeno del ciclismo colombiano.
Las palabras de Mazuera no son para menos. Egan Bernal aprendió a escalar desde muy pequeño y no sube escalones uno a uno, sino que salta de dos en dos.
La muestra es que, con 22 años, este cundinamarqués tiene colgadas en su habitación las camisetas que lo acreditan como campeón del Tour de Francia, de la París-Niza, la Vuelta a Suiza, el Tour de California, el Tour de Bihor, en Rumanía; el Tour de Saboya, en Francia; el Tour de Sibiu, en Rumanía; el Tour de l'Avenir, en Francia; el Campeonato Nacional de Contrarreloj y la Colombia Oro y Paz.
Por si fuera poco, tiene un subcampeonato mundial de ciclomontañismo en la categoría júnior, un campeonato panamericano y otro latinoamericano de la misma especialidad.
Saltando raíces y evitando ramas
En el ciclomontañismo empezó todo, allí de la mano del exciclista Fabio Rodríguez aprendió de escaladas, velocidad y descensos. Saltando rocas, raíces, evitando árboles y bajando y subiendo colinas de lodo y tierra. Allí Egan se forjó.
Mazuera recuerda que Egan “siempre fue muy serio, organizado, independiente y determinado. Siempre tenía objetivos claros y todas las metas que se proponía las cumplía gracias a la disciplina y el sacrificio”.
Egan inició a los ocho años en el ciclomontañismo o también llamado mountain bike (MTB). El pedalista heredó la pasión de su padre y en 2008 ingresó a la Fundación Mezuena. El hijo de Germán y Flor alternó la ruta, su amor desde que era un niño, con el ciclomontañismo.
Xiomara Guerrero, novia de Egan, sabe que si no hubiera sido por Germán, Egan no estaría en el mundo del ciclismo; pero también le heredó algo a su mamá: Flor Marina Gómez “tiene unas condiciones impresionantes para el deporte” y si del “papá heredó el gusto (por el ciclismo), de la mamá heredó las condiciones para ser un buen deportista”.
Mazuera, su mentor, también recuerda que Egan “era un niño absolutamente tímido, que hablaba muy poquito, calladito, tremendamente humilde, sencillo”, pero con una mentalidad ganadora porque siempre que se subía a la bicicleta “era a ganar”.
Lo primero que pensó su guía en el ciclomontañismo es que “tenía un talento impresionante y era muy hábil en todo sentido. Le encantaba y lo disfrutaba muchísimo”.
Egan siempre se exigió y buscó ser el mejor. Desde joven en los entrenamientos de ciclismo daba más de lo que le pedían. Si le decían que hiciera dos horas de bicicleta, hacía dos y media o hasta tres; si le decían que debía ir al gimnasio, iba al gimnasio pero también hacía bicicleta. Cada detalle, cada cosa que hacía de más iba a hacer la diferencia, y la hizo.
Además, se subía de categoría porque, según cuenta su novia Xiomara, ganaba muy fácil en la que debía estar. Por esto se exigía para llegar mejor a las citas mundiales: “La mayoría de carreras las ganaba o al menos las disputaba. Siempre estaba adelante, dando espectáculo”.
Su primer viaje internacional fue a Argentina, a un campeonato sudamericano. Tres semanas antes del viaje se fracturó la clavícula por primera vez, luego se la volvió a fracturar. Mazuera y Egan, con 14 añitos, se arriesgaron y emprendieron viaje. Llegó con la fisura en la clavícula y no entrenó sino solamente dos días antes de la carrera para alargar la recuperación.
En la carrera, Egan iba ganando, pero se le dañó la bicicleta. “Recordamos eso con cariño y algo de rabia. Eso le dio herramientas para sus otras salidas internacionales, en donde fue muy fuerte y absolutamente protagonista”, recuerda Mazuera.
Pese a que “hubo una época en que quería pasarse al ciclismo de ruta muy joven, logramos (En la Fundación Mezuena) retenerlo un poco porque no es tan recomendable que se vayan al ciclismo de ruta 100 por ciento. Lo recomendable es que empiecen a salir a carretera a los 18 años”.
De la tierra al asfalto
Egan pasó del ciclomontañismo a la ruta en un abrir y cerrar de ojos. Con 19 años llegó al Androni Giocattoli-Sidermec, la escuela de varios ciclistas y por donde han pasado pedalistas de la talla del venezolano José Rujano y los colombianos José Serpa, Hernán Buenahora, Rodolfo Torres y el italiano Michele Scarponi.
Aunque Fernando Mazuera intentó que Egan se quedará en el ciclomontañismo, no hubo opciones para un deportista con dos medallas mundiales consecutivas: “No hubo equipo ni propuesta que fuera acorde a su nivel”.
Entonces llegó la oportunidad en la escuadra italiana. Fue en el marco del Mundial de Andorra; Mazuera y Egan estuvieron en la UCI, en donde el cundinamarqués se practicó una prueba de esfuerzo. Con esta herramienta, un mánager italiano lo contactó con el Androni. En ese viaje, el escalador se quedó para correr una prueba de ruta; la ganó y firmó.
Gianni Savio fue el director deportivo que acogió a Egan y lo predijo: “Tengo al campeón del futuro”. No falló y tampoco erró cuando lo llamó “la ‘bestia’ que viene en camino”. El futuro llegó y de las 4 temporadas por las que firmó con Androni, tan solo estuvo en dos. Luego pasó al Team Sky, que más adelante cambió de nombre a Ineos.
Mazuera sabe que la base de todo fue el ciclomontañismo porque “es una modalidad de intensidad absoluta, que se basa en arrancar duro y terminar duro. Egan es muy fuerte físicamente, muy fuerte mentalmente y la educación que ha tenido es algo que influye muchísimo”.
“Por cuestiones de genética es un monstruo y eso cada vez irá mejorando más y más. Siempre ha subido de a dos escalones en vez de subir de escalón a escalón. Su actitud y su personalidad hace que se vea mayor y más maduro. Gracias a que es un fenómeno, un monstruo deportivamente hablando, brilla en el ciclismo”, explica Mazuera.
Xiomara coincide y manifiesta que su primo ha logrado cada uno de los títulos que tiene, hasta el momento, gracias que es “una persona muy dedicada, es muy entregada a lo que hace, es muy competitivo consigo mismo” y porque le gusta llevar al máximo su cuerpo, cuidar cada detalle, que hace la diferencia en la carrera.
Egan cumple su segunda temporada en el Team Ineos. En el primer año tuvo grandes resultados: terminó primero del escalafón mundial de menores de 23 años gracias a los títulos de la Colombia Oro y Paz y el Tour de California.
2019 fue un año inolvidable para el "joven maravilla" donde obtuvo un triunfo en la París-Niza. El de Zipaquirá se unió a los triunfos generales de nuestro país en la ronda francesa conseguidos por Carlos Betancur y Sergio Luis Henao, para posteriormente consagrarse en la Vuelta a Suiza y meses después conseguir el primer Tour de Francia para Colombia e incluso para toda Latinoamérica.