El rostro relajado, pero muy serio. Leonardo Parrado aparece junto a su compañera y amiga Marcela Cruz. Ella más calmada, él más expresivo. ‘Leo’ tiene una sonrisa de niño bueno que transmite serenidad. Comenzó muy pequeño gracias a su madre, Elizabeth Parrado, quien fue la más interesada en que hiciera alguna actividad deportiva. Aunque primero practicó tenis y gimnasia, el patinaje lo enamoró. Sus primeros patines se los regaló su mamá. “Eran blancos, de cuatro ruedas y muy pesados” recuerda Leonardo, quien rápidamente aprendió y empezó a destacarse en este deporte.
“Mi mamá vio que yo no me había decidido por ninguna actividad, entonces me compró unos patines y desde ahí empecé a entrenar todas las tardes en el Coliseo El Campín. Me fue tan bien que gané mi primera medalla en una competencia distrital. Eso hizo que aumentaran las ganas de seguir ganando cosas. De seguir adelante a pesar de lo costoso que era practicarlo”, dice Leonardo, quien junto a Marcela Cruz buscarán su primera medalla en el Mundial de patinaje artístico en la modalidad pareja danza.
“Marcela siempre se ha especializado en la danza. Yo siempre había estado enfocado en libre individual pero como ‘Marce’ es una de las patinadoras más altas del país, no había quien pudiera compensar su estatura, así que como éramos muy amigos me dijeron que por qué no intentaba bailar con ella. Al principio fue jugando y cuando competimos en un distrital todos decían que debíamos seguir, que lo habíamos hecho muy bien, sacamos notas muy buenas para haber sido la primera vez”, comenta Parrado, quien ha sido pareja de Marcela por más de 11 años.
El primer campeonato no fue fácil. Leonardo estaba muy nervioso. Era el debut en un Mundial. Todo había salido mal. Los trajes, que iban a estrenar, no estaban listos. Sin embargo, apareció Marcela como su ángel guardián. A pesar de ser dos años menor, fue la encargada de calmarlo, de aconsejarlo y de darle confianza. “Estábamos estrenando trusas y cuando empezamos a hacer la rutina, en el calentamiento, nos pegamos una enredada. Nos tocó cinco minutos antes quitar las costuras con la mano para poder competir. Al final todo salió bien. Quedamos cuartos con notas arriba de nueve, algo que no cualquiera consigue en un Mundial”, dice Parrado, quien agrega: “Yo creo que nos ha ido tan bien porque nuestra relación es como un matrimonio. Siempre hay peleas, disgustos, pero todo se mejora hablando. Ella es una patinadora muy aguerrida, segura, entregada y elegante. Es muy buena compañera, tiene un temperamento fuerte, pero sabe cuándo decir las cosas”, concluye Leonardo.
Foto: Cortesía Fedepatín