¿Sabías que Nairo Quintana fue albañil y ciclista al mismo tiempo?
¿Sabías que Nairo Quintana fue albañil y ciclista al mismo tiempo?
24 / 01 / 2020

Nairo Quintana, albañil y ciclista al mismo tiempo


Por
24 / 01 / 2020
¿Sabías que Nairo Quintana fue albañil y ciclista al mismo tiempo?
0

Nairo no solo le ayudaba a sus padres con los oficios de la casa. En el colegio técnico Alejandro de Humboldt, en Arcabuco, Boyacá, aprendió los pormenores de la construcción, quehacer que alternó con el ciclismo durante los últimos años de su bachillerato. Desde los caminos empedrados detrás del nuevo auditorio, que más bien parece un observatorio por su cúpula, hasta las escalinatas que se encuentran en los últimos salones que limitan con la cancha de fútbol, está la marca de un Quintana trabajador, dedicado a embellecer cada uno de los rincones del lugar donde pasaba gran parte de su tiempo.

“Me acuerdo verlo empañetando las paredes del oratorio con tal dedicación como si le fueran a pagar por hacerlo. También haciendo las mezclas de cemento para construir los caminos. A pesar de ser uno de los más pequeños, era bastante fuerte el muchacho. Se le medía a todo”, afirma Leonardo Cárdenas, profesor de ciencias sociales, y quien le colaboraba a Miguel Alfonso Moya, rector por ese entonces, a supervisar los jóvenes. Muchas veces tuvo que caminar hasta el río Pómeca con sus compañeros, a cinco minutos del pueblo, y recolectar las piedras necesarias para los diferentes proyectos de construcción. A la orilla, a pleno rayo de sol, separaba lo que servía y lo cargaba en una volqueta contratada por Moya.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Una publicación compartida de Nairo Quintana (@nairoquincoficial) el

 

Ya en el colegio, sin importar el cansancio, bajaba todo el material y lo organizaba donde fuera necesario. Aún hoy, al lado de la caseta oscura, ubicada al fondo de las canchas de baloncesto, quedan algunas rocas, recuerdos de las travesía hechas por Quintana cuando tenía 18 años. “Ese muchacho hacía cualquier cantidad de trabajo sin decir una sola palabra. Si tocaba mover una piedra de un lado a otro y regresarla al otro día a su sitio original no ponía problema. Usted lo veía todo flaquito y le daba pesar exigirle. Pero apenas empezaba a trabajar, uno se daba cuenta de que era especial”, comenta Bernardo, el maestro de obra de la escuela quien habla sin interrumpir sus labores. No puede darse ese lujo. Si él no trabaja, nadie lo hará.

Nairo empezó a intercalar sus fuertes jornadas de entrenamiento con las tareas, los menesteres en su casa y la responsabilidad de ir mejorando el colegio poco a poco. Y aunque la prioridad siempre fue la bicicleta nunca descuidó sus otras obligaciones. Simultáneamente fue creciendo, pedaleando con mayor seguridad y pintado de una manera más pareja. Sus manos no hacían maravillas como sus piernas pero trataban de andar al paso. “Me preguntaba: 'maestro cómo hago esto, maestro cómo hago aquello'. Y con una sola explicación bastaba. Era muy inteligente”, dice Bernardo, quien vio por última vez a Quintana en la celebración de los 40 años de la institución en 2014.

El segundo piso del último bloque también luce impecable gracias al aporte de Quintana. Su participación en la fila humana que llevaba los cientos de ladrillos hasta arriba, su rapidez a la hora de realizar los acabados y su capacidad para darle importancia a los detalles más pequeños, hicieron que el trabajo fuera mucho más productivo. “Todo eso lo diseñó el rector para mantener a los pelaos ocupados, para que aprendieran a canalizar su energía. Nuestro colegio es lo que es y luce así de bonito gracias a eso, al trabajo en equipo”, recuerda el profesor Cárdenas.

Y eso sí que surtió efecto en Nairo. Ahora, resulta más sencillo entender cómo soporta la agonía de un deporte de sufrimiento como el ciclismo. Nairo hizo un esfuerzo descomunal por aprender de la simpleza y se convirtió en el mejor alumno de la vida, esa que lo ha sabido recompensar por su entrega y compromiso no solo sobre la ‘bici’ sino en toda actividad en la que ha puesto la misma dedicación. Ese es Quintana, el baluarte de un colegio que lo recuerda porque con cada gota de sudor dejó una huella tangible para las futuras generaciones.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Una publicación compartida de Nairo Quintana (@nairoquincoficial) el