Así como en el atletismo, la velocidad individual es la prueba reina de la pista. Es una de las competencias más emocionantes y en la que los competidores alcanzan velocidades cercanas a los 70 kilómetros por hora en cuestión de segundos.
El evento comienza con una serie de clasificación en la que cada uno de los participantes hace un lanzamiento en busca de su mejor marca en una distancia de 200 metros. Ya con todos los registros, llega la fase de eliminación en la que, dependiendo los tiempos, se realizan los respectivos emparejamientos. El ciclista que haya hecho la mejor marca irá contra el que haya tenido el peor registro y así sucesivamente.
Cuando se tiene el orden de los duelos, se realizan las rondas eliminatorias en las que ganará el ciclista que se imponga en dos de los tres heats establecidos. Los vencedores avanzarán respectivamente hasta llegar al último emparejamiento el cual definirá el campeón de la prueba.
A diferencia de la primera parte, en la que predomina la velocidad pura, la etapa final es una combinación de táctica y agilidad. Mientras que un corredor inicia en la parte superior el otro lo hace por la inferior, generando una lenta y minuciosa persecución.
Después del primer giro, en el que se debe ir a una velocidad moderada, inicia un espectáculo en el que la perspicacia y la habilidad de identificar el momento preciso de atacar garantizará la victoria.