No se trata de una noticia nueva: la Amazonía está en llamas. Y no sólo hay incendios en la Amazonía, sino que incendios sin precedentes azotan a Sudamérica, con varios millones de hectáreas ardiendo en la cuenca del Amazonas y en otras partes del continente, según ha declarado Amnistía Internacional.
Los incendios en la Amazonía y otros lugares del continente no sólo destruyen a su paso la naturaleza, sino que ponen en riesgo la supervivencia humana a niveles nunca antes registrados. A pesar de ello, nuestra civilización continúa con impunidad sumergida en destruirse a sí misma en nombre de poderes económicos que hace muy poco por la naturaleza y están listos para arrasar con todo.
Es por este motivo que Amnistía internacional, incluso, publicó una carta abierta dirigida a las presidencias de Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú en la que pide a los gobiernos que intensifiquen sus acciones para extinguir los incendios forestales, pues la situación parece estar en un punto de no retorno.
La organización insiste en redoblar los esfuerzos de los países que resguardan la Amazonía para abandonar los combustibles fósiles y transformar el modelo actual de agricultura industrial, protejan los territorios de los Pueblos Indígenas y ofrezcan garantías a las personas defensoras del medioambiente.
Por eso, hoy te contamos cómo afectan los incendios de la Amazonía a toda la humanidad, incluyendo a quienes habitan pequeñas y grandes ciudades que incluso estando alejadas del fuego podrían perecer si esto continúa.
¿Cuál es la situación con los incendios en la Amazonía colombiana y el continente?
En agosto y septiembre de 2024 se han registrado incendios récord en Sudamérica, con varios millones de hectáreas ardiendo tanto en selvas tropicales de la cuenca amazónica como también en diversos ecosistemas que se extienden por varios países.
“Los ojos del mundo están sobre la cuenca del Amazonas y otros ecosistemas invaluables del continente, a la espera de acciones contundentes para prevenir su extinción. Las presidencias suramericanas deben, más que nunca, tomar medidas urgentes para evitar una catástrofe climática que podría tener consecuencias irreversibles para toda la humanidad. El momento de actuar es ahora,” dijo en la página oficial Ana Piquer, directora para las Américas de Amnistía Internacional.
Según han reportado diferentes medios de comunicación, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) ya había alertado que los incendios forestales se han duplicado en 2024 en Colombia, registrando más de 137.459 hectáreas arruinadas a causa de estas emergencias.
Tan sólo en 2024, se calcula, Colombia ha registrado un total de 2.279 incendios forestales en 30 departamentos, y más de una decena de estos siguen activos.
En Colombia las regiones más afectadas a causa de los incendios forestales están en los departamentos del Huila, Cauca, Nariño, Valle del Cauca y Tolima, y como si fuera poco, en la actualidad el río Amazonas registra en el Estado colombiano los niveles más bajos de la historia a causa de la falta de lluvias en la región.
La situación es apremiante, y está afectando el balance que nos permite habitar el planeta.
“Hay estudios que han documentado cómo los incendios en la región de la amazonía están relacionados con la deforestación, un proceso a escala de paisaje en el que se cambia el bosque para otros usos del suelo como pastoreo, campos agrícolas, etc. En la Amazonía los incendios están relacionados con la deforestación”, Tania Marisol González, profesora del Departamento de Biología de la Universidad Javeriana.
¿Cómo afectan los incendios en la Amazonía a la humanidad y a Colombia?
Los incendios forestales como los que estamos viviendo en el continente tienen graves efectos en la salud humana y en el equilibrio de la naturaleza. Conócelas:
Deterioro de la calidad del aire
A corto plazo los incendios en la Amazonía deterioran la calidad del aire, pues producen material particulado producto de una mezcla entre humo, hollín y otros contaminantes que pueden viajar miles de kilómetros y afectar otras zonas del país. Debemos recordar que recientemente Bogotá ha estado en alerta por el creciente deterioro de la calidad del aire que respiran los capitalinos.
Esto quiere decir que afectan directamente la situación social, económica y de salud pública de las comunidades locales, además de las grandes urbes que se ubican aparentemente lejos de los lugares de las conflagraciones.
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Impactan en la biodiversidad y el equilibrio ecológico
La WWF ha recordado que estos incendios en la Amazonía también impactan directamente a la biodiversidad, puesto que en los incendios mueren animales y plantas, entre ellos especies emblemáticas y de gran importancia ecológica.
Pero, además, las quemas que muchas veces se salen de control (especialmente en la actualidad) ocasionan una pérdida de hábitat “producida por la fragmentación, que afecta la continuidad ecológica natural amenazando la supervivencia de las especies”, agrega la WWF.
Los incendios en la Amazonía tienen implicaciones muy graves en términos de biodiversidad, porque se pierden especies de plantas y animales y se interrumpen procesos ecológicos como la dispersión de semillas
Tania Marisol González, profesora del Departamento de Biología de la Universidad Javeriana
Afectan las posibilidades de precipitación y la temperatura global
También, explicó la investigadora de la Universidad Javeriana, en estos incendios se afectan las plantas en la Amazonía que almacenan y capturan una gran cantidad de carbono, lo que influye en los cambios climáticos a nivel regional que tienen que ver con el calentamiento.
En efecto, la WWF ha declarado que los incendios influyen a largo plazo en la alteración de los ciclos anuales de lluvias en el continente.
“Sin bosque, la humedad de los árboles se pierde y no puede darse el proceso de recarga de las nubes, encargadas de llevar el agua hacia regiones y ciudades principales de Sudamérica. De esta manera, los magníficos ríos voladores que nacen en la Amazonia (flujos aéreos de agua que evaporan los árboles) se ven afectados”, explica la organización.
Para hacernos una idea, tan sólo en Bogotá dichos “ríos voladores” repercuten en lo que sucede en los páramos de Chingaza y Sumapaz, las grandes despensas de agua de Bogotá, la capital del país que en 2024 ha estado atravesando una sequía de sus reservas de agua.
En todo caso, lo cierto es que los incendios recurrentes aumentan la aridez del suelo y su erosión, además aceleran el cambio climático. Esto se debe a que cuando los bosques se queman liberan grandes cantidades de dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero cuya concentración en la atmósfera es una de las principales causas del aumento de la temperatura del planeta.
“Cuando se quema la selva las temporadas secas se vuelven más extremas y la precipitación disminuye; y también cuando el humo está sobre la selva hace que los rayos solares penetren con más intensidad y agraven las sequías. En últimas se están degradando los bosques pero también quedan más susceptibles a volverse a quemar”, agregó Tania González.
Impulsan a la Amazonía a un punto de no retorno
Los expertos así lo advierten: de continuar el deterioro de la Amazonia por amenazas como los incendios, en la próxima década, es decir muy pronto, podría alcanzarse lo que científicos han denominado “un punto de no retorno”, en el cual el bosque ya no sería capaz de adaptarse a los cambios y la Amazonia se convertiría en una gran sabana, colapsando el sistema de agua que irriga Latinoamérica, acelerando el calentamiento global y generando pérdida de biodiversidad sin posibilidad de hacer algo al respecto.
Por eso ni el continente ni Colombia deben permitir que este deterioro continúa su curso. Colombia y los demás países que albergan la Amazonía deben proteger tanto el patrimonio natural y cultural de esta región, de un valor incalculable para la humanidad, además de esencial para garantizar la sostenibilidad del agua que consumimos en Sudamérica.
No podemos olvidar que no sólo se trata del agua y del clima, sino que estos dos factores también están relacionados con la seguridad alimentaria y energética de la región.