Si somos lo que comemos, ¿qué somos los colombianos?
25 / 09 / 2017

Si somos lo que comemos, ¿qué somos los colombianos?


Por fgiraldo
fgiraldo
25 / 09 / 2017

Todos hemos escuchado la expresión “somos lo que comemos”, pero rara vez nos detenemos a pensar en todo que esa frase significa. ¿Qué comes?, ¿quién eres hoy? ¿Te crees capaz de responder?

Alimentarse es mucho más que una necesidad biológica, es una actividad social y cultural que inclusive puede tener vínculos con la política y la religión. Es más que usar ingredientes para la preparación de un plato o producto: es una forma de expresarnos y por lo tanto un elemento que cambia dinámicas sociales; construye prácticas artísticas y culturales; y también puede ser el punto de partida para fundamentar movimientos políticos o religiosos.

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Comer no es solo hambre y ganas de algo de sal o de dulce, es también una cuestión de curiosidad, por eso durante octubre ahondaremos más y más en todas las dimensiones que implica el ejercicio de la alimentación, nos haremos preguntas incómodas, revelaremos verdades ocultas y demostraremos que, en una práctica aparentemente sencilla, se esconden realidades mucho más complejas. ¿Te antojas? #PodemosSerProvocativos

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¿Qué es eso de la cultura alimentaria?

Cuando hablamos de cultura alimentaria puede sonar como si le estuviéramos poniendo demasiada ciencia a algo que, en apariencia, no la tiene. Pero no hay que complicarse, este término, según el Profesor Rafael Moreno Rojas, experto en alimentación y cultura de la Universidad de Córdoba, en España, esto no más que la forma de reunir un grupo de elementos diversos: la cultura social, la religiosa, la comunicativa, la tecnológica y la familiar, entre muchas otras. En otras palabras: la cultura alimentaria es toda la construcción que se realice alrededor de la alimentación.

Saber qué productos se usan, en qué momentos, entender el entorno, sacarle el provecho,  entender las dinámicas comerciales alrededor de los productos, conocer los cuentos e historias que se tejen alrededor de un alimento, apropiarse de las formas de comer. Todas esas acciones son las que componen la identidad alimentaria.

 

¿Cómo es eso de que somos lo que comemos?

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Este mes, nuestra programación nos invita a reflexionar sobre todo lo que sucede alrededor de la cultura alimentaria y que se resume en esa vieja máxima de “somos lo que comemos”. 

Esa famosa frase, de autoría del filósofo alemán Ludwig Feuerbach, representa en su corta extensión un manifiesto mucho más complejo que habla de la importancia de la alimentación. Aunque Feuerbach no escribió exactamente la frase “somos lo que comemos”, si dijo “Si se quiere mejorar al pueblo, en vez de discursos contra los pecados denle mejores alimentos. El hombre es lo que come”.

Esta expresión puede tener múltiples análisis, pero siempre tienden a hablar del ejercicio de la alimentación como un ejercicio de ciudadanía, de construcción de identidad y es que al final de cuentas, un país habla de su cultura a través de sus platos, tal y como Santiago Rivas ha comprobado y dado a conocer en ‘Los Puros Criollos’, donde en sus exploraciones alrededor de íconos de nuestra cocina como la empanada, la arepa, el bocadillo veleño o el corrientazo, da fe de la forma en que el colombiano, con su forma única, vive y se apropia de la comida, bien sea adaptando preparaciones extranjeras como la empanada o construyendo rituales únicos a la hora de comer, como con el popular corrientazo.

“Un país construye su identidad gastronómica no solo desde lo que come, que es algo lógico, pues las cocinas se componen principalmente desde la despensa que hay en su entorno, sino que además lo hacen desde las formas de consumo y la forma en que se consiguen esos productos básicos”, dice Alexander Almeri, chef e investigador de cocinas peruano radicado en Colombia desde hace 11 años.

Esta relación con el entorno y el acceso a un producto o a los esfuerzos de preservación de tradiciones puede verse claramente en ‘La ruta del chontaduro’, donde queda claro la fortaleza de las comunidades del Pacífico y como un alimento se convierte en un motor de divulgación de la diversidad cultural, étnica y biológica. Un testimonio desde el alimento de una sociedad que resiste.

Otros documentales como  ‘El origen de la abundancia’ o ‘En busca del plato perdido’  te permitirán conocer la historia del país, sus procesos sociales, los mestizajes que han construido las cocinas regionales, las tradiciones que permanecen desde tiempos inmemoriales y todos los aspectos que se tejen alrededor de la comida.

Porque como ves, comer no es solo masticar o disfrutar los sabores de un platillo. Cuando te comes un tamal o una arepa estás consumiendo un proceso histórico que se ha construido desde muchos elementos y fuentes y que en un país como el nuestro, tiene aún más aristas.

Un solo país, millones de sabores

Tal y como puede comprobarse con piezas documentales como las que componen la colección ‘Colombia desde adentro’ y que podrás ver en nuestra programación de octubre, la identidad gastronómica colombiana está compuesta por una infinidad de cocinas regionales en las que cada una lleva consigo el bagaje cultural, social, religioso y hasta político.

Alejandro Cuellar, chef bogotano, dice que “Colombia es un país diverso, lleno de climas, bioregiones, dividido por tres cadenas montañosas y pluriétnico y multicultural, esto impide que hablemos de una única cocina, sino de unas cocinas”.

Porque si queremos responder qué somos los colombianos desde la alimentación, debemos conocer y reconocer toda la despensa nacional y sus apropiaciones locales, como se refiere en ‘El origen de la abundancia ‘, pero además, debemos asumir un rol activo en la protección y prolongación de las tradiciones.

Los colombianos somos sabor, somos diversidad y somos provocativos. Somos actores vivos de una cultura alimenticia que aún hoy, en pleno 2017 está descubriéndose a sí misma y que requiere una conciencia colectiva para consolidarse y conservarse.