Resulta obvio decirlo, pero un ciclista sin una buena bicicleta es como un futbolista sin guayos o un pintor sin pinceles, pero a diferencia de pinceles y zapatillas deportivas, la elección de un “caballito de acero” resulta fundamental para la consecución de un objetivo deportivo, algo que en otras disciplinas puede no ser tan determinante.
Cada integrante de un equipo ciclístico cuenta con una bicicleta que se adapta a sus necesidades, permitiéndoles así, cumplir de mejor manera con sus tareas. Así mismo, cada equipo escoge una marca y delinea cada componente de las equipaciones a fin de tener todo lo que puedan necesitar capos, gregarios y demás.
En ese orden de ideas, cada “cicla” usada por un deportista de alta competición resulta única y no le sería de gran utilidad a otros competidores, ni aunque estos sean de su mismo equipo, pues las especificaciones permiten potenciar las capacidades específicas de cada deportista según el diseño adaptado a ergonomía, aerodinamismo y otros elementos biomecánicos.
Según Luis Fernando Saldarriaga, “la industria se ha expandido a nivel y cada equipo busca la mejor oportunidad en cuanto a desempeño a través de las equipaciones”.
Explica Saldarriaga que, en términos generales, se busca darle a cada corredor una bicicleta en la que pueda “ir rompiendo el viento a diferentes velocidades sin tener que hacer demasiado esfuerzo. Eso es lo que le da el rendimiento al ciclista”.
Un tema evolutivo
Lo primero que hay que tener en cuenta de por qué una bicicleta no le sirve a todo el mundo es el hecho de que el ser humano no evolucionó naturalmente para pedalear. La adaptación humana se ha hecho para trepar, correr, manipular, pero no para una posición tan peculiar como la que exige la práctica ciclística: impulsarse al apoyar primero el talón y después el antepié.
A esto se suma que las individualidades de cada competidor requieren diseños especiales que ayuden a que la acción de pedaleo se parezca cada vez más a la de caminar o marchar.
Pero además de lo adaptativo, el elemento competitivo es lo que hace que cada bicicleta sea diferente: no es lo mismo diseñar una bicicleta para Nairo Quintana, con sus 58 kilos, su 1,67 metros de altura, sus aptitudes para la escalada y su complexión física, que diseñar una para André Greipel con sus 82 kilos de peso, su 1,84 de altura y su condición de sprinter. Cada bicicleta debe fortalecer las potencias del competidor y disminuir el impacto de sus debilidades.
Por esa razón, por ejemplo, Chris Froome usa platos no redondos que le permiten explotar de mejor manera su potencia al generar muchos más vatios en sprints cortos.
Según Saldarriaga, el objetivo de la adaptación es vencer la resistencia al aire, que es una condición natural a la que se enfrenta el competidor. De esta forma, en el marco por ejemplo, “las terminaciones están basándose en las de fórmula uno, para fortalecer la producción de vatios con menor esfuerzo” explica el Director del Team Manzana.
Asimismo, cada bicicleta se adapta en pequeños movimientos para fortalecer las potencias del deportista. “Los ángulos dan la comodidad a ciclista. Hay unos marcos que tienen la barra menos o más parada según sea para escalar o para ganar velocidad en territorio plano”.
¿Cómo se adapta la bicicleta al ciclista?
El fin último de la adaptación de una bicicleta es el de alcanzar la máxima eficiencia: máxima velocidad a menor desgaste a través de la mejora de la aerodinámica, la optimización del trabajo muscular y distribuyendo mejor el peso. Así se hace:
Apoyo del pie: El pedal automático debe adaptarse al pie y facilitar la dinámica muscular para que el pedaleo se parezca lo más posible al acto de caminar.
Movimiento de tobillos y rodillas: Acomodar la altura del sillín es fundamental para la potencia y desempeño del ciclista. Un sillín muy alto es igual a andar empinado y generará fatiga en los gemelos y un sillín muy bajo será como andar en cuclillas y desgastará los cuádriceps. La ergonomía del sillín y la posición del mismo permite mejorar la potencia.
Distribución del peso: la posición del sillín (adelante o atrás) determina dónde se localiza el centro de gravedad del ciclista y el porcentaje de peso del deportista que soportarán sillín y manubrio.
Altura del manubrio: Tres componentes (longitud del cuadro (reach), longitud de la potencia y avance del manillar (distancia horizontal entre el centro del mismo y los manillares) sirven para garantizar el correcto equilibrio entre comodidad y eficiencia.
Composición del marco: Explica Luís Fernando Saldarriaga, que la mayoría de los marcos tienen una rigidez de acuerdo a la cantidad de fibras de carbono. De esta manera, las bicicletas de los esprinters deben ser más rigidas para soportar la fuerza del corredor, mientras que las de los escaladores son más flexibles.