El maestro Alfredo Gutierrez es reconocido por ser uno de los artistas más influyentes en el vallenato en Colombia, empezó a tocar el acordeón desde que era tan solo un niño e hizo parte de agrupaciones como Los Corraleros de Majagual, fue coronado tres veces como rey del Festival de la Leyenda Vallenata y sin lugar a dudas ha dejado un legado invaluable en la cultura de Colombia.
A sus 81 años Alfredo Gutiérrez, también conocido como “el rebelde del acordeón”, continúa haciendo presentaciones en vivo, aún tiene ganas de hacer música, componer, tocar y cantar y quiere ser recordado como una persona que ama Colombia y a sus seguidores.
Conoce más sobre la vida de este prolífico artista el próximo sábado 27 de julio en el nuevo episodio de Coronel en su Laberinto a las 9:00 p.m. en la pantalla de Señal Colombia.
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El niño prodigio
Alfredo de Jesús Gutiérrez Vital nació en un corregimiento llamado Los Palmitos, en Sucre, el 17 de abril de 1943, su padre Alfredo Enrique Gutiérrez Acosta tocaba el acordeón, mientras que su madre Dioselina de Jesús Vital Almanza bailaba cumbia.
Como lo dice Alfredo, por sus venas corre música, ya que gracias a su padre creció con el sonido del acordeón, de hecho fue un instrumento que le llamó la atención desde que era muy pequeño, cuando su padre dejaba el acordeón él lo cogía para intentar tocarlo.
A sus cuatro años, el pequeño Alfredo ya podía tocar el acordeón que le había regalado su padre y a sus seis años empezó a acompañarlo y juntos tocaban acordeón en los buses, principalmente en la zona de Barranquilla, Sincelejo, San Pedro y Magangué.
Los pequeños vallenatos
Luego de una presentación en Bucaramanga, el músico José Rodríguez le propuso conformar la agrupación Los Pequeños Vallenatos junto a Arnulfo Briceño y Ernesto Hernández, una propuesta musical integrada por niños que tocaban vallenato.
Con Los Pequeños Vallenatos Alfredo Gutierrez dio sus primeros pasos artísticos y se presentó en Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia, Panamá y Ecuador y su primer sencillo lo grabó con esta agrupación en 1953 en Venezuela.
Estuvo en Los Pequeños Vallenatos hasta que tuvo 13 años y cuando su padre se enfermó se fueron a vivir a Barranquilla. Después se radicó en Bogotá y tocaba en los buses y trolebuses, así como en la zona de la Universidad Nacional, donde se le empezó a llamar el niño prodigio del acordeón. En la capital estuvo hasta que su padre falleció.

Los Corraleros de Majagual
Regresó a su pueblo natal y se encontró con Calixto Ochoa, a quien admiraba y con quien compartió parte de su infancia. Ochoa recomendó a Gutiérrez para que ingresara a Los Corraleros de Majagual y así fue como Antonio Fuentes López, dueño del sello discográfico Discos Fuentes, le dio su primer contrato con esta agrupación.
Allí inició haciendo música tropical y en 1960 grabó por primera vez con Los Corraleros de Majagual. De hecho entre 1961 y 1965 fue el acordeonero que grabó todas las canciones del grupo que en aquel entonces estaba integrado por Lisandro Meza, “Chico” Cervantes, Lucho Argain, César Castro, Eliseo Herrera, Calixto Ochoa, Julio Ernesto Estrada “Fruko” y Nacho Paredes.
Es reconocido por haber involucrado el bajo en el vallenato. En 1968 firmó con el sello disquero Codiscos y realizó el primer álbum que lo dio a conocer a nivel nacional e internacional: La Cuñada, y en ese mismo año conformó la agrupación Los Caporales del Magdalena.
En 1974 grabó la canción Dina Luz de Rafael Escalona con Discos Fuentes y en 1975 regresó a Los Corraleros de Majagual donde estuvo hasta 1978, año en el que se retiró para iniciar su carrera como solista.
El rebelde del acordeón
El apodo de el rebelde del acordeón se lo dio el periodista Pedro Juan Meléndez en 1969, luego de que el artista abandonó la contienda del segundo Festival de la Leyenda Vallenata, ya que para él era un evento falto de garantías. A pesar de esto, se coronó tres veces Rey del festival en 1974, 1978 y 1986.
El título de el rebelde del acordeón encajó a la perfección con Alfredo Gutiérrez, no solo por su inminente talento para tocar este instrumento, sino también porque siempre fue un artista que habló en voz alta y no tuvo temor de expresar sus pensamientos, tanto así que una vez querían apedrearlo en el escenario.
En el año 2013 el artista fue homenajeado en el Festival Francisco el Hombre, en el libro conmemorativo el experto en música y literatura Ariel Castillo Mier escribió: “Gracias a su actitud iconoclasta y rebelde, Alfredo cambió el formato del grupo tradicional del vallenato al introducir los coros y el bajo electrónico a las grabaciones, despojando al acordeón de sus resabios rurales para adaptarlo a las urgencias de la urbe, con lo que despegó el camino que conduce al esplendor internacional de nuestros días tras la osadía de Carlos Vives y otros intérpretes infieles al estatismo que paraliza las tradiciones populares”.
A sus 81 años Alfredo Gutiérrez le atribuye gran parte de su éxito a la disciplina, aún sigue con ganas de seguir haciendo música, por eso mantiene un estilo de vida saludable, haciendo ejercicio y comiendo sano. Más allá de querer ser recordado como uno de los artistas más importantes de nuestro país, o como aquel que hizo más de 20 trabajos discográficos o por sus reconocimientos, quiere ser recordado como un hombre de paz que ama a Colombia y a sus seguidores.