México conmemora cada 15 de septiembre el Grito de Independencia, una de sus celebraciones más emblemáticas, que une historia, cultura y tradición popular. Esta fecha recuerda el llamado que dio inicio a la lucha por la independencia en 1810 y que hoy sigue siendo un símbolo de identidad nacional.

¿Por qué se le llama “Grito de Independencia”?
El nombre de esta festividad remite a la madrugada del 16 de septiembre de 1810, cuando el cura Miguel Hidalgo y Costilla, en el pueblo de Dolores, hizo sonar las campanas de la iglesia para convocar al pueblo a levantarse contra el dominio español. Aunque lo que se gritó aquella noche no se conserva de manera exacta, el acto se recuerda como el inicio del movimiento independentista, por lo cual cada año se revive con la ceremonia del “Grito”.
México y la celebración de 2025
Este año, el Gobierno de México encabezó la ceremonia en el Zócalo capitalino, presidida por la presidenta Claudia Sheinbaum, quien rindió homenaje a los héroes de la independencia y lanzó un llamado especial a las mujeres del país, subrayando su papel histórico y actual en la construcción de la nación. La ceremonia estuvo acompañada de música tradicional, juegos de luces y fuegos artificiales que iluminaron la Plaza de la Constitución frente a miles de asistentes.
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¿Cómo se celebra al interior de la cultura mexicana?
Más allá de los actos oficiales, el Grito de Independencia es una fecha profundamente arraigada en la cultura mexicana. Familias y comunidades de todo el país se reúnen para compartir gastronomía típica, como pozole, tamales, chiles en nogada; ondear banderas, vestir con trajes tradicionales y cantar el Himno Nacional. Las plazas públicas se llenan de música de mariachi y bailes folklóricos, mientras las casas se decoran con los colores verde, blanco y rojo.

Tradiciones que permanecen vivas
El ¡Viva México! repetido en plazas, hogares y comunidades es el eje de esta conmemoración. Las tradiciones van desde la lectura del Acta de Independencia en actos escolares, hasta las representaciones históricas en pequeños pueblos que recuerdan a Hidalgo, Morelos y demás protagonistas del proceso. El Grito, más que una ceremonia política, se ha consolidado como un ritual cultural y popular que conecta a varias generaciones con la memoria de su nación.