Hay películas que desde el primer minuto ponen al espectador a carcajearse, a llorar o a pensar, pero hay un tipo específico que desde la primera escena hacen querer que ya se acabe y no porque sean malas películas, todo lo contrario, son grandiosas películas, pero las situaciones reflejadas en la pantalla nos llenan de nervios y ansiedad al punto del desespero. Esas películas son las que nos llevan a hacer este artículo, recordando las que más nos han desesperado.
Martes rebeldes
29 de noviembre 10:30 p.m. → 'La cacería'
Dirigida por Thomas Vinterberg y protagonizada por Mads Mikkelsen, esta película lleva al espectador al límite del nerviosismo cuando, en medio de un remoto pueblo de Dinamarca, el inocente comentario de una niña desencadena una persecución a un abnegado profesor.
Durante 115 minutos permanece el televidente al borde de la silla como cómplice de Lukas (Mikelsen). Se sufre como si fuera propio el tormento de ver un pueblo que acusa y acecha a un hombre inocente.
2. Réquiem por un sueño (2000):
“¡Sara quiere jugo!, ¡Sara quiere jugo!”. Esta película de Darren Aronofsky y protagonizada por Ellen Burstyn, Jared Leto, Jennifer Connelly y Marlon Wayans, convida al televidente a compartir con los personajes el infierno de la adicción a la heroína y otros vicios.
A lo largo de tres estaciones narradas en la película, es inevitable comerse las uñas, sudar frío y desear que se acabe de una buena vez el sufrimiento de ese cuarteto de infortunados que a cada minuto que pasa cae más bajo para poder suplir sus adicciones.
3. El pianista (2002):
El dúo de Roman Polanski y Adrien Brody nos estregó 150 del más puro sufrimiento compartido. En esta historia el espectador es invitado a acompañar la sucesión de trágicos eventos del músico polaco-judío Władysław Szpilman durante la invasión nazi a Polonia.
La falta de fortuna del artista y sus decisiones riesgosas obligan a gritarle a la pantalla y a hacer fuerza para que tanto infortunio se detenga. Lo peor de todo es que toda la historia está basada en sucesos de la vida real.
4. Preciosa (2009):
¿Qué tanta mala suerte puede llegar a tener una sola persona?, Parece que el límite se queda corto frente a la secuencia de tragedias que rodean a Clarieece Precious Jones (encarnada por Gabourey Sidibe). Abusos de todo tipo, falta de oportunidades, un entorno negativo, todo está en su contra y el espectador innegablemente sufre como propios todos esos vejámenes.
Una película que pone a prueba la tolerancia pues no en pocas ocasiones el espectador se enfrenta a las ganas de romper el televisor del desespero que ocasionan todas las situaciones que enfrenta Preciosa.
5. 127 horas (2010):
La sola postal de la historia, por si sola, ya basta para generar ansiedad: un escalador queda encerrado en un cañón por una piedra enorme que ha apresado y aplastado su brazo. Sin compañía deberá encontrar una salida a esa desesperante situación.
La película dirigida por Danny Boyle y protagonizada por James Franco lleva al espectador a una montaña rusa de sensaciones sobre los rieles del desespero pues todo el tiempo parece que no habrá solución y que el final para el personaje de Franco será convertirse en un cadáver olvidado en un lugar alejado de todo. Esta película también es basada en hechos reales.
6. Sepultado (2010):
Si en 127 Horas basta la descripción para generar ansiedad, en el caso de esta película dirigida por Rodrigo Cortés y protagonizada por Ryan Reynolds basta solo con leer el título. Es que la historia no va más allá de eso: 93 minutos de un personaje llamado Paul Conroy luchando por su vida tras ser enterrado vivo en un viejo ataúd de madera acompañado solo por un celular con batería baja y escasa señal.
No hay que explicar en demasiada extensión la razón por la que esta película desespera al espectador. Basta una sencilla frase: “El hombre está enterrado vivo”.