Naomi Watts en Mulholland Drive, del director David Lynch
Naomi Watts en Mulholland Drive, del director David Lynch
29 / 08 / 2018

¿Por qué el cine de David Lynch es único?


Por David Jáuregui Sarmiento
David Jáuregui Sarmiento
29 / 08 / 2018
Naomi Watts en Mulholland Drive, del director David Lynch
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David Lynch es considerado un director de películas de culto. Sus producciones, lejos de apuntar a llenar salas de cine, pretenden que el público que disfrute sus historias se sumerja en un mundo de confusión y, una vez las han experimentado, lo desprecien o lo alaben. Para saber por qué es uno de los directores de culto más importantes hablamos con tres cineastas, quienes nos dieron sus opiniones.

Hablar de David Lynch es hablar de una identidad propia para contar historias a través del cine, pero no cualquier tipo de historias. Lo de Lynch es el miedo y la exploración de la esencia del ser humano: cuáles son sus inquietudes más profundas, qué le genera miedo, desazón sobre la realidad, logrando que -sin aludir a lo obvio- se nos erice la piel y nos ataque un vacío en el pecho que nos haga sentir sin esperanza frente a la pantalla.

 

David Lynch es ante todo un artista. Además de hacer cine también es productor de música electrónica, pintor y fotógrafo, por lo que no es de extrañarse que sus propuestas rayen a veces con temas difíciles de explorar como el surrealismo, la conducta humana y el misterio.

Tampoco es de extrañarse que de sus películas se hagan característicos tres elementos que no son fáciles de reunir en un solo cineasta: la facilidad para contar historias difíciles de contar, bandas sonoras que complementan a la perfección las narrativas y propuestas estéticas que se complementen con sus historias.

No en vano, fuera del circuito hollywoodense, este director estadounidense ha conseguido varios premios importantes, como el Premio César (de la academia francesa) a mejor película extranjera por El hombre elefante (1980) y Sueños, misterios y secretos (2001) (Mulholland Drive, en inglés). También se hizo, en 1991, con la Palma de Oro del Festival de Cannes por el largometraje Corazón Salvaje (1990) y también, en 2001, repitió galardón en el mismo festival al ser reconocido como mejor director de ese año por Mulholland Drive.

Además, el Festival de Venecia le otorgó el León de Oro por sus contribuciones al séptimo arte, así como en 2004 el Registro Nacional Fílmico guardó para preservación en sus archivos su primera película, Cabeza de borrador (1977), pues la biblioteca del Congreso de Estados Unidos la consideró cultural, histórica y estéticamente significativa.

Este privilegio, vale la pena resaltar, lo han tenido una lista muy reducida, entre ellos directores de la talla de Woody Allen, Stanley Kubrick, Francis Ford Coppola y Steven Spielberg.

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Sin embargo, Lynch no ha sido ajeno a los premios de la academia estadounidense, y ha sido nominado en varias ocasiones a llevarse una estatuilla del Óscar.

En su largo trayecto en el cine, David Lynch ha figurado en tres ocasiones en los premios Óscar: la primera vez en 1980 obtuvo dos nominaciones por su película El hombre elefante, una a mejor dirección y otra a mejor guion adaptado; la segunda, a mejor dirección en 1986 por el largometraje Blue Velvet (1986) y, por último, también a mejor dirección por su exitosa cinta Mulholland Drive.

 

Lo que dicen los cineastas sobre David Lynch

Lo que más disfruto del cine de David Lynch es su facilidad para contar una historia incoherente de manera coherente.

Felipe Cardona

Felipe Cardona, docente universitario, realizador audiovisual y ganador de certámenes internacionales de producción de cine con dispositivos móviles como el premio Siemens Mobile Micromovie Award en el Short Film Festival de Berlín (2004), Átalo en Corto, organizado por Movistar España o el Nontzefilm, también de España, entre otros, reconoce que el trabajo de Lynch tiene varias particularidades que lo hacen digno de la admiración de los conocedores del cine.

“Lo que más disfruto del cine de David Lynch es su facilidad para contar una historia incoherente de manera coherente; es decir que, con una estructura narrativa clásica, con una forma de escribir guion conocida por todos, logra que en los personajes y el desarrollo de la historia vire hacia un sinsentido extraordinario que al final produce temor puro. Y eso es una gran virtud que tiene el director: irnos llevando al instinto, a la carencia de sentido, algo que no es fácil de hacer”, explicó Cardona.

 

Para Cardona, Lynch es una persona curiosa y no está casado con una tecnología específica o con alguna técnica audiovisual en particular, lo que, además, dificulta encasillar su trabajo. “Puede que un día haga una película en 35mm al estilo de Hollywood, pero también puede hacerla con una cámara Mini Dv (casera), como en el caso de Inland Empire (2006). Todo lo que hace, sin embargo, es muy del montaje clásico como el de las películas de principios del siglo XX, con intenciones realistas, que producen emoción a través del montaje, del corte y el guion”, complementó Cardona.

 

Lo que más disfruto de sus películas es tener la posibilidad de tener mi propia interpretación de sus trabajos.

Frank Benítez

Por otra parte, para Frank Benítez, director de la cinta Xpectativa (2005) y ganador en certámenes internacionales como el Festival de Cine de Guadalajara, Festival de Cine de Cartagena, The Palace International Short Film Festival (Bulgaria), entre otros, explicó que una de las mayores virtudes del cine de David Lynch es su facilidad para hacer al público más participativo, pues con sus historias y la forma de sus narraciones permite que cada quien tenga su propia versión de lo que ocurrió en la pantalla.

“Lo que más disfruto de sus películas es tener la posibilidad de tener mi propia interpretación de sus trabajos. Yo creo que eso nos hace espectadores más activos y, aunque a uno le guste todo el cine en general, éste plantea un reto especial: encontrarle el sentido a las películas, incluso si las imágenes perturban, precisamente eso genera curiosidad por saber un poco más, es una forma de poner en situación al espectador de concentrarse en lo planteado en el filme, y eso hace una experiencia muy especial”, afirmó Benítez.

De la misma forma, el cineasta resaltó que el estilo de Lynch prácticamente se ha convertido en un género, en el que precisamente el espectador al final de la película tiene en su haber una interpretación muy propia y no hay una sola genérica o repetitiva.

Además, al igual que Cardona, destacó su habilidad para el montaje, pero también por la banda sonora de sus películas, que en su opinión “es increíble; por ejemplo, la banda sonora de Lost highway (1997) cuenta con la participación de artistas nada despreciables como David Bowie o Marilyn Manson, y en general todo lo que rodea sus películas hace pensar que a él no hay que tratar de entenderlo sino de sentir cosas con sus películas. Cada uno define sobre el género Lynch lo que uno quiera y eso es indescriptible”.

Rompiendo el código y reconstruyéndolo a su manera.

Carlos Zapata

Pero, si fuéramos más allá, explicó Carlos Zapata, director del largometraje Las tetas de mi madre (2015), algo en lo que Lynch ha sabido traspasar todos los esquemas es “rompiendo el código y reconstruyéndolo a su manera”.

Para el director, la construcción de mundos tan inverosímiles, pero posibles a la vez, tan extraños pero a la vez comprensibles se debe a cómo deconstruye y construye los códigos, las representaciones sobre lo real y lo onírico, para empujar al espectador hacia el horror de lo que es completamente desconocido pero a la vez posible.