En la película colombiana Un tal Alonso Quijano (2021), la directora Libia Stella Gómez reinterpreta la figura del ingenioso hidalgo desde una idiosincrasia profundamente colombiana.
Su protagonista, Alonso Quijano, es un profesor de literatura experto en Don Quijote de la Mancha que, un día, rompe el delgado hilo entre la cordura y la locura. A partir de ese instante, su asistente y cómplice Santos Carrasco emprende un viaje al pasado para descubrir que la locura del maestro no es un simple desvarío, sino una forma de escapar del dolor.
La película es una tragicomedia con espíritu punk y corazón literario y parte de un punto de quiebre: ¿qué sucede cuando la razón ya no alcanza para enfrentar la pérdida? En su búsqueda por entenderlo, Libia Stella Gómez crea una historia universal sobre el duelo, la identidad y las máscaras con las que cada quien aprende a sobrevivir.
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Tráiler Un tal Alonso Quijano
Las víctimas invisibles del conflicto y la memoria emocional
Más allá de su tono irreverente, la ópera prima de la Universidad Nacional de Colombia es también una reflexión sobre las víctimas silenciosas del conflicto armado.
Libia Stella Gómez, quien fue la guionista, explica que su intención fue dar voz a aquellas personas que no aparecen en los relatos heroicos ni en los noticieros: las que se quedaron después del horror, intentando continuar con sus vidas.
“Esta película visibiliza a las víctimas colaterales, esas de las que casi nadie habla, ni en el cine, ni en la literatura, ni en la pintura”, afirma la directora.
Un tal Alonso Quijano se aleja de los clichés de la guerra para adentrarse en la intimidad de un trauma, en las emociones reprimidas y en los pequeños gestos con los que se intenta recomponer lo que el dolor fragmentó.
Entre el barroco y el punk: una mirada a los disfraces de la vida
El universo visual de la película es una mezcla insólita entre lo barroco, lo contemporáneo y lo punk. La historia transita entre los años ochenta y el presente, entre la imaginación cervantina y la realidad bogotana, entre la risa y el llanto.
Cada personaje encarna una forma distinta de enfrentar el vacío:
- Ferney se viste de seda para escapar de la pobreza.
- Santos se inventa una identidad de bibliotecario para no perder su lugar.
- Lorenza adopta una estética punk para sentirse parte de algo.
- Quijano, el maestro, se disfraza de su propio mito para no enfrentar la herida.
A través de ellos, Gómez construye una alegoría sobre las máscaras que usamos para sobrevivir y sobre cómo la ficción puede ser un refugio cuando la realidad se vuelve insoportable.
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La música como desahogo y revelación
El componente musical tiene un peso decisivo en la narrativa. La banda Desarme Rock Social aporta una sonoridad rebelde y visceral que dialoga con las emociones del relato.
Canciones como La herida del adiós y Dulcinea, que cierra la película, funcionan como catarsis.
Un espejo de la locura colectiva
Un tal Alonso Quijano no solo reinterpreta a Cervantes, sino que traslada la locura del Quijote al contexto colombiano, donde la línea entre la realidad y la fantasía también se diluye.
En esa confusión, Gómez plantea que en cada uno de nosotros hay un Alonso intentando darle sentido a la pérdida, un Santos buscando explicaciones, o una Lorenza que solo quiere sentirse viva.
Sobre la directora
Libia Stella Gómez es directora y guionista colombiana. Licenciada en la Universidad Nacional de Colombia, ha trabajado en proyectos cinematográficos y académicos que reflexionan sobre la memoria, el conflicto y la identidad.
Con Un tal Alonso Quijano, combina la ironía, la estética punk y la tradición literaria para ofrecer una mirada poética y contestataria sobre la realidad del país.