Te invitamos a repasar esta guía para que conozcas más acerca de este tipo de carreras.
Todas iniciaron antes de la Primera Guerra Mundial (1914) Cuando el ciclismo era lento, certero y profundo. En la época en la que además de pedalear por más de ocho horas, los corredores debían atravesar riachuelos y esquivar pequeñas rocas en carreteras tortuosas, todo esto con los neumáticos colgados en el pecho. Una crueldad insoportable únicamente tolerable por el amor hacia la bicicleta.
Por ese entonces, el pedalismo se convirtió en el alma y la geografía de Europa; en la manera de llegar a donde fuera sin la necesidad de un caballo jalando una carreta o un automóvil. Inventores de sueños y amantes de la fatiga imaginaron lo que hoy conocemos como ciclismo épico, ciclismo de leyendas que perdura gracias a los Cinco Monumentos.
1. Lieja- Bastoña-Lieja
Conocida como La Decana por su antigüedad, una competencia que se realizó por primera vez en 1892 y que fue ganada por el belga Leon Houa, un hombre que montaba su ‘bici’ con pantalón largo, medias hasta los gemelos, boina negra y bigotes puntiagudos a la moda. El clima primaveral belga hace de esta prueba un desafío para el organismo, sumado a las inclinadas pendientes en la región de las Ardenas.
2. París- Roubaix
El Infierno del Norte, como se le conoce por sus 29 sectores de pavé, es una prueba de resistencia. Todo un castigo para el cuerpo y un desafío para la mente. Los pedalistas terminan la carrera con tierra o barro en su indumentaria, muestra de la rudeza que aún mantiene su trazado. En reiteradas ocasiones, por la época del año, siempre llueve el día antes o durante la travesía.
Es una competencia que terminan los corredores más valientes, muchos pedalistas se preparan solo para esta prueba. Entrenan en el pavé, se enfrentan a su rudeza e incluso algunos piensan correrla solo una vez en la vida. Pero se convierte en un desafío personal, en un reto inexplicable, en medio de casi 50 kilómetros de adoquines, para finalizar en el velódromo de Roubaix. De hecho, el ganador recibe como trofeo una réplica de un adoquín.
La primera edición se llevó a cabo el 19 de abril de 1896, el Domingo de Pascua. La Iglesia Católica no estuvo de acuerdo con la organización de la competencia aquel día y muchos de los corredores, por la superstición religiosa, no tomaron la partida. El primer hombre en ganar allí fue el alemán Josef Fischer, elegante al pedalear como si estuviera caminando, y quien superó a Charles Meyer por más de 25 minutos de diferencia. En la invitación a la carrera se fijó que el tiempo máximo de competencia sería de 30 horas.
3. Giro de Lombardía
La Clásica de las hojas muertas, como también se le llama, inició en 1905 con el triunfo de Giovanni Gerbi, conocido como ‘El Diablo Rojo’ por su carácter irascible que acompañaba siempre con un maillot de ese color. Cuentan que en el Tour de 1904 los aficionados franceses lo cogieron a bastonazos para favorecer en la general al local Benoit Faura. El italiano, de armas tomar, cogió su bicicleta y empezó una batalla campal hasta que los comisarios, con tiros al aire, dispersaron a los fanáticos. Esteban Chaves es el único latinoamericano que ha ganado esta competencia.
4. Milán-San Remo
La clásica más larga de todas. Deseada por corredores transalpinos, que pueden rodar con comodidad en el plano y desempeñarse muy bien en la montaña, fue ganada en su primera edición (1907) por el francés Lucien Petit Breton, a quien le decían ‘El Argentino’ porque pasó su infancia en ese país debido al oficio de su padre (era joyero). Fernando Gaviria finalizó en el quinto lugar en la edición de 2017.
5. Tour de Flandes
Se caracteriza por tener subidas pequeñas, pero bastante inclinadas a lo largo de su trayecto. Algunas de estas puntillas son en caminos adoquinados por lo que el esfuerzo para los participantes se duplica. El belga Paul De Man, espia durante el primer conflicto bélico del siglo y condenado a muerte por eso dos veces (de ambas se salvó) logró la victoria en 1913 tras 324 kilómetros.
Estos Cinco Monumentos han perdurado a través de los años, han superado guerras para mantenerse vigentes y así recordarnos que más allá de los avances tecnológicos, el ciclismo sigue siendo el mismo: una lucha incansable del hombre y bicicleta por tener una dureza a prueba de todo.