La Historia de un Mal Fin, documental disponible en RTVCPlay, revive la llegada de la televisión a Colombia y los múltiples obstáculos que enfrentó Inravisión hasta su disolución, mostrando el impacto cultural y social de una institución que marcó generaciones.

La llegada de la pantalla chica a Colombia en 1954 abrió un capítulo crucial en la historia de los medios de comunicación del país. En sus inicios, las producciones televisivas eran austeras y recordaban más a “una especie de teatro en televisión”, como lo señala la actriz María Cecilia Botero. Sin embargo, este nuevo medio pronto se consolidó como un instrumento poderoso de comunicación, capaz de transformar la manera en que los colombianos se relacionaban con el mundo.
El historiador Daniel Felipe Arias recuerda cómo, en medio de un proyecto cultural del Estado, el gobierno de Laureano Gómez estableció oficinas de censura para controlar contenidos de cine, radio y televisión. Desde el principio, la televisión no solo fue entretenimiento: también estuvo en el centro de debates sobre control, libertad y poder.
Crear los medios de comunicación en Colombia es claramente parte de un proyecto cultural que tuvo el Estado, pues el Gobierno de Laureano Gómez crea la oficina de información y propaganda del Estado; entidad encargada de administrar estas juntas de censura que durante mucho tiempo existieron en el país, buscando controlar esos contenidos de cinematografía, radio y televisión.
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Los inicios: la influencia cubana y la creación de Inravisión
Una de las anécdotas más llamativas de esos años fue cuando Fernando Gómez Agudelo trajo a Colombia un grupo de técnicos y actores cubanos tras el cierre de un canal en la isla. Gracias a su cercanía con Estados Unidos, ellos ya contaban con una “ventaja técnica y de realización”, lo que ayudó a consolidar la naciente televisión colombiana.
De la mezcla entre el teatro tradicional, el radioteatro y las primeras producciones televisivas, nació un estilo propio que todavía perdura en la pantalla nacional. Para 1963, tras la caída del régimen de Rojas Pinilla, surgieron programadoras como Punch y RTI, antesala de la creación de una entidad fundamental: el Instituto Nacional de Radio y Televisión (Inravisión), establecido oficialmente en enero de 1964 mediante el Decreto 3267 de 1963.
Claudia Bernal, productora de la institución, recuerda:
Inravisión representa la entidad más grande que ha tenido la televisión colombiana. Ese logotipo quedó grabado en la memoria colectiva.
Los retos: cobertura, infraestructura y precarización laboral
Los primeros años no fueron fáciles. Inravisión debía administrar tres cadenas: una completa, otra incompleta y una tercera educativa que aún no existía. Fernando Barrero, presidente de la entidad en el año 2000, rememora el reto que le asignaron el presidente Belisario Betancur y la ministra Noemí Sanín: igualar la cobertura de las cadenas sin satélites, usando un complejo sistema de microondas que conectaba todo el país.
La consolidación de la red pública de transmisión fue quizás la mayor hazaña de Inravisión. Funcionarios viajaban a montañas y cerros para garantizar que la señal de la televisión y la Radio Nacional llegara a los rincones más apartados del país. Ese esfuerzo cimentó el carácter público del medio.
No obstante, también surgieron graves problemáticas. Trabajadores debían cumplir jornadas extenuantes de hasta 24 horas durante 15 días seguidos, lo que llevó a la creación del sindicato ACOTV (Asociación Colombiana de Trabajadores de Televisión), una de las primeras voces que denunció explotación laboral dentro de la entidad.
Auge y caída de una institución emblemática
Con el paso de los años, Inravisión enfrentó dificultades administrativas, políticas y laborales que marcaron su deterioro. El documental La Historia de un Mal Fin hace una lectura crítica de esos procesos, mostrando cómo una institución que fue el corazón de la televisión pública terminó en la disolución, dejando tras de sí memorias, aprendizajes y también frustraciones.
La producción resalta que, más allá de los problemas, Inravisión fue clave para consolidar un proyecto cultural que logró transmitir valores, diversidad y narrativas propias a millones de colombianos. Como afirma el comisionado Eduardo Noriega, “Colombia muy rápidamente entendió que la televisión era un instrumento muy poderoso de comunicación”.

Inravisión: una memoria viva en RTVC
La Historia de un Mal Fin no es solo un repaso histórico: es una reflexión sobre el valor de la televisión pública y los desafíos de mantenerla en un entorno cambiante. Con voces de protagonistas y testigos, el documental recuerda que la televisión en Colombia fue construida entre pasiones, censuras, precariedades y sueños colectivos, y que su historia aún resuena en el presente.