Consumidores en el documental "Brasil Orgánico"
Imagen del documental Brasil Orgánico.
21 / 09 / 2018

Cinco mitos y verdades sobre los alimentos orgánicos


Por David Jáuregui Sarmiento
David Jáuregui Sarmiento
21 / 09 / 2018
Consumidores en el documental "Brasil Orgánico"
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Brasil Orgánico, un documental que habla sobre cómo funcionan los cultivos orgánicos brasileños y las historias de personas que se mueven en ese estilo de vida, estará en Señal Colombia y, como abrebocas, recordamos algunos puntos de vista sobre los beneficios o agravios que resultan de los alimentos orgánicos.

La lucha moderna por cuidar el ambiente, evitar que nuestra forma de vida resulte perjudicial para nuestra salud y el culto a todo aquello que tenga la etiqueta “natural” ha dado como resultado cambios en las costumbres de las personas, como por ejemplo promover el uso de la bicicleta como medio de transporte alternativo, evitar el uso de bolsas plásticas e incrementar el consumo de alimentos orgánicos.

En el documental Brasil Orgánico, por ejemplo, se muestra cómo se desarrollan los cultivos naturales y el estilo de vida de quienes propenden por esta forma de cultivos en el país vecino, así como los posibles beneficios de alimentarse solamente bajo esta esta forma de producción natural. Sin embargo, si bien son indudables los beneficios de los alimentos orgánicos, no todo lo que se dice sobre ellos es cierto, o al menos no del todo.

 

¿Son los orgánicos la solución a los problemas del mundo?

En términos generales, explicó la Organización para la información y seguridad de Alimentos y Nutrición (CISAN), cuando hablamos de alimentos orgánicos nos referimos a un sistema de producción que usa determinados métodos e insumos y excluye otros, principalmente los productos fitosanitarios (para la curación de las enfermedades de las plantas) y fertilizantes sintéticos o, en otras palabras, químicos.

Estas propiedades, como explicó la organización de seguridad alimentaria, tienden a confundirse entre los consumidores pues la etiqueta de orgánico como de natural está asociada con que es necesariamente saludable, pero eso no tiene que ser del todo cierto:

“Los alimentos orgánicos suelen promocionarse como ‘naturales’ y en general se asocia lo ‘natural’ con algo bueno, inocuo y familiar, aunque esto no sea necesariamente así (de la misma manera que artificial o sintético no es sinónimo de malo o peligroso) (…) Finalmente, hay personas que prefieren comer frutas y verduras orgánicas porque perciben que tienen mejor sabor. En algunos casos esto puede ser así y se debe a que la producción orgánica muchas veces proviene de huertas cercanas donde las frutas y hortalizas se pueden dejar en la planta hasta último momento (cuando el contenido de azúcar, por ejemplo, es mayor), pero esto también sucede con productos frescos que se producen localmente en pequeña escala de manera convencional”, afirma un documento instructivo de estos productos hecho por la CISAN.

 

Teniendo en cuenta que sobre estos alimentos abunda la información contradictoria, hicimos un compilado con algunos mitos y verdades alrededor de los orgánicos para qué, en caso de que te animes de cambiar tu dieta, sepas con precisión qué es lo que estás haciendo con el cambio y qué no.

 

1. Que no te metan gato por liebre

Algo que no debe perderse de vista es que, así como con la etiqueta “natural” (que puede ser casi cualquier cosa), aún si un producto es vendido con la etiqueta de orgánico no significa que realmente lo sea, pues existe un conjunto de normas que regulan la producción orgánica en todas sus etapas, estableciendo prácticas, tiempos y sistemas a cumplir para que un producto de verdad pueda ser considerado orgánico.

 

En otras palabras, el primer mito que deberíamos romper es que porque algo diga es orgánico no necesariamente significa que tendrá las propiedades certificadas de este tipo de productos y, al menos en Colombia, es importante cerciorarse de que cumplan con las normas de la resolución 0187/16 del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural o, en su defecto, con el sello CERES, de la certificadora de estándares orgánicos de Colombia o, en inglés, Certification of Enviromental Standards Colombia.

Esto es importante porque, como ya veremos más adelante, los orgánicos son más costosos que los demás alimentos y podríamos pagar más por menos si nos equivocamos de elección.

 

2. ¿Son más saludables los orgánicos que los convencionales?

La respuesta a esta pregunta es: sí y no. Por un lado, cuando se afirma que son más saludables tiende a confundirse con que los productos convencionales representan en alguna medida un peligro para el cuerpo que los consume, y eso no es cierto, según explica la CISAN, pues “independientemente de su origen, los alimentos que llegan a nuestra mesa deben ser seguros para el consumo. Existen regulaciones, así como sistemas de gestión de la calidad a lo largo de la cadena de producción, que aseguran los mejores niveles de inocuidad, higiene y calidad tanto para productos orgánicos como convencionales”.

 

Ahora bien, de acuerdo con la revista especializada mexicana Patio Orgánico, según estudios del British Journal of Nutrition, se comprobó que los productos orgánicos no solo poseen menor cantidad de residuos de pesticidas, si no que pueden ser hasta un 70% más ricos en nutrientes, como los antioxidantes y las vitaminas.

Sin embargo, el mismo British Journal of Nutrition ha aclarado que los beneficios para la salud derivados del consumo de alimentos orgánicos eran indistinguibles de los de los alimentos no orgánicos, esto a partir del estudio de la leche. Pero eso no es todo, según la revista Anales de Medicina Interna, algunos alimentos producidos orgánicamente como la leche, por ejemplo, contienen componentes más grasos que sus homólogos no orgánicos.

De esta manera, las opiniones científicas sobre este tema no son concluyentes aún, aunque la inclinación hacia sus bondades parece ser la verdad más aceptada.

 

3. Ayudan a conservar el medio ambiente

Sobre este tema hay dos puntos que debemos analizar con cuidado con el fin de determinar si dicha afirmación es cierta: si adquirirlos (consumirlos) reduce la huella de carbono y si aporta al cuidado de la biodiversidad, precisamente porque no se usan aditivos químicos para su producción.

De acuerdo con la web Indy100, perteneciente al diario The Independent, ninguna de las dos condiciones se cumple en su totalidad pues, precisamente la falta de químicos de control agroindustrial obliga a que las granjas orgánicas necesiten de mayores plantaciones para ser capaces de mantener un rendimiento óptimo.

Frente a esto, los defensores de la producción orgánica afirman que las plantaciones contribuyen a la biodiversidad debido a su gran extensión libre de químicos, pero esto, como lo demás discutido en el artículo, no está confirmado aún, pues en contra argumento se ha dicho que en lugares como los trópicos, las granjas de gran tamaño pueden terminar invadiendo las selvas tropicales, e incluso acabar provocando su destrucción con el objetivo de liberar más espacio para el cultivo de alimentos.

 

Por otro lado, explicó la misma publicación, la reducción de la huella de carbono en la producción de orgánicos no tiene tanto fundamento, simplemente por ser natural, pues un pequeño invernadero climatizado, como el que a menudo se utiliza para cultivar alimentos en las fincas más pequeñas, produce una gran cantidad de gases de efecto invernadero, sin contar que también tienen que ser transportadas desde las zonas de producción hacia las ciudades y los centros de distribución, por lo que igual que los convencionales, aportan a la contaminación por la misma necesidad de llevarse a los hogares.

 

4. Son más costosos

Esto no es un mito; es verdad que los alimentos orgánicos son productos que golpean más duro el bolsillo del consumidor. Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura) esto se debe a al menos seis factores principales:

  • Su oferta es más limitada que la de los demás productos convencionales
  • Los costos de producción son más elevados porque requieren más mano de obra por unidad de producción y porque la mayor diversidad de las empresas impide hacer economías de escala.
  • La manipulación postcosecha de cantidades relativamente reducidas de alimentos orgánicos tiene un costo más alto por la separación obligatoria de los productos orgánicos respecto de los ordinarios, especialmente durante la elaboración.
  • El transporte y la cadena de comercialización y distribución de los productos orgánicos es en cierta forma ineficiente, luego los costos son más elevados por tratarse de volúmenes relativamente pequeños.

 

De la misma forma, la promoción y protección del medio ambiente (y evitar futuros gastos para mitigar la contaminación) tiene un costo que paga el consumidor.

Como ejemplo, la FAO explica que los precios más altos de los cultivos orgánicos comerciales compensan las pocas ganancias o periodos de rotación necesarios para enriquecer la fertilidad del suelo. También aumenta el costo -que pagan los consumidores- el mayor bienestar de los animales que se terminan convirtiendo en comida orgánica (pues no solo aplica a vegetales y frutas), sin contar que los productores asumen más costos por la producción sin plaguicidas o la necesidad de más empleos agrícolas para su producción por las condiciones de cultivo.

 

5. Los productos orgánicos no están modificados genéticamente

Nuevamente estamos frente a una verdad a medias, aunque más verdad que mentira.

Por un lado, es cierto que las certificaciones de orgánicos impiden el uso de semillas modificadas para, por ejemplo, ser más resistentes a ciertos tipos de insectos o enfermedades, también es cierto que la misma naturaleza se encarga de modificarse genéticamente, pues se trata de un proceso de evolución natural.

 

La revista mexicana especializada en cultivos orgánicos llamada Patio orgánico, lo expresó de la siguiente manera:

“Al igual que todos los seres vivos, la estructura genética está sujeta a cambios con el tiempo, que se dan de forma natural. La diferencia está en que estas modificaciones responden a necesidades evolutivas y de supervivencia, y al contrario de los alimentos modificados artificialmente, este cambio en la estructura genética no está motivada por intereses comerciales de ningún tipo. La modificación genética natural que puede tener un alimento es extremadamente lenta y totalmente natural; y así ha sucedido desde siempre con los seres vivos”.

Ya sabiendo estas cinco cosas cuentas, ¿estás listo para dar el salto a la comida orgánica o prefieres seguir alimentándote como de costumbre?