Fotos: Colprensa
10 / 10 / 2023

¿Qué tanto sabes sobre el Cementerio Central de Bogotá?


Por David Jáuregui Sarmiento
David Jáuregui Sarmiento
10 / 10 / 2023
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Frente a la avenida 26 sobre entre la carrera 19 y la Avenida Caracas reposa el Cementerio Central de Bogotá, una necrópolis donde reposan los restos de ex presidentes, poetas, escritores y grandes personalidades del país, y el cual goza con una interesante historia.

Aunque las personas curiosas por lo esotérico y lo sobrenatural vuelven sus miradas durante el mes de octubre, el cual concluye con el “Halloween”, este cementerio es más que una curiosidad para quienes buscan emociones fuertes durante esta época, pues se trata de un Monumento Nacional repleto de historia, arte y manifestaciones culturales relacionadas con la muerte.

Construido por Pío Domínguez y Nicolás León en la presidencia de Francisco de Paula Santander en la primera mitad del siglo XIX, el Cementerio Central de Bogotá es una de las locaciones de la capital colombiana que lleva consigo el peso de ser además de un campo santo, un sitio turístico por su valor arquitectónico e histórico, pues fue uno de los primeros de Latinoamérica y uno de los más antiguos del país.

Por eso, hoy te contamos seis datos sobre este cementerio que, si no los conocías, te van a sorprender.

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Cementerio Central

No fue el primer cementerio de la ciudad

Aunque se le atribuye al Cementerio Central la etiqueta del primer cementerio de la ciudad, en realidad fue el segundo.

El primero, de acuerdo con los historiadores del Banco de la República, fue ubicado en los terrenos del Hospital de San Juan de Dios, y fue inaugurado en noviembre de 1793 por el arzobispo Baltasar Jaime Martínez Compañón, ante la reciente imposibilidad del momento de continuar haciendo entierros al interior de las iglesias, como se acostumbraba desde la época colonial. Este cementerio fue conocido como "La Pepita", pero no duraría muchos años, pues fue rápidamente reemplazado por el Cementerio central.

Pese a que desde 1555 fray Juan de los Barrios, arzobispo de Santafé, bendijo el primer cementerio de la ciudad que estaba añadido a la puerta de la Catedral, los habitantes de la ciudad siguieron enterrando a sus muertos en el interior de criptas ubicadas en templos, capillas y conventos, sin tener consideraciones de higiene y salubridad pública.

Cementerio Central

Para 1827 el cura de la catedral primada, José Antonio Amaya, le recordó al Consejo Municipal que la costumbre de enterrar los muertos en las iglesias seguía vigente, por lo que el gobierno nacional del momento, en cabeza de Simón Bolívar, firmó un decreto en octubre de ese año, que prohibió nuevamente el entierro de cadáveres en templos, capillas o bóvedas y ordenó la construcción de cementerios en las afueras de las poblaciones que aún no contaban con ellos. 

Así, a finales de 1836 se dio definitivamente al servicio público el cementerio.

“El Cementerio Central respondió a las dinámicas propias de los cementerios de todo el mundo: en este momento la cosmovisión de la vida después de la muerte se entendía de manera literal, y los campos santos nacieron con una carga arquitectónica interesante, con una carga simbólica importante sobre la idea de la vida después de la muerte”, explicó José Daniel Torres, guía profesional de turismo del Instituto Distrital de Turismo IDT.

Cambio cultural del entierro

El Cementerio Central significó el fin de una tradición funeraria que llevaba siglos asentada en el país: los muertos no eran enterrados en cementerios, sino en catacumbas de iglesias, capillas y conventos.

Su nacimiento se debe, precisamente, a que por interés de salubridad pública el Gobierno Nacional designó al campo santo como el lugar donde descansaban los muertos.

Sin embargo, este cambio significó un reto para las autoridades de la época, pues en el imaginario colectivo enterrar los muertos fuera de instalaciones sagradas ponía en riesgo las almas de los muertos. 

“Fue un reto para la ciudad incentivar que la gente quisiera llevar los restos mortales de sus familiares allí. Llevar entonces a personalidades de la ciudad y el país contribuyó a que la gente lo aceptara y lo normalizara”, explicó Torres.

De acuerdo con el historiador del IDT, el prócer Francisco de Paula santander fue uno de los primeros expresidentes cuyos restos fueron llevados allí, y parece que, aunque solamente pasó en 1866, contribuyó a que la ciudadanía se animasen a llevar allá los restos de sus muertos.

Cementerio Central

Cementerio central: Monumento nacional

La resolución 003 del 12 de marzo de 1982 propuso al Cementerio Central como Monumento Nacional de Colombia, y en 1984 recibió este título a través del decreto 2390 del 26 de septiembre de 1984.

Esta resolución se tomó debido a su imponente arquitectura y a su aporte cultural a la capital colombiana.

“Como otros espacios de la ciudad, el Cementerio Central es hijo de su época. El sector de la elipse es de conservación histórica, y allí no se pueden hacer modificaciones de tipo arquitectónico más allá de las restauraciones, y en él conserva la época en la que fue construído, contrario al contorno, que sí ha sufrido cambios, y que tienen mausoleos más sencillos”, destacó Torres.

Así, el Cementerio Central es también una fotografía viva de la arquitectura y de la cultura fúnebre del siglo XIX, cuando apenas estaba forjándose el país después de la independencia de la Corona española.

Cementerio Central

El Cementerio central es un lugar de ritos fúnebres y creencias esotéricas

“Las prácticas que se ven allí son muy variadas, como en todos los cementerios, desde lo esotérico y rituales alrededor de la muerte: hay desde la adoración a las almas benditas del purgatorio, que ocurre en la esquina suroriental del cementerio con velas y velones, que se mantiene todos los días a todas horas encendidas hasta toda suerte de tradiciones que sobreviven al paso del tiempo”, explica Torres.

De acuerdo con el experto del IDT, en el Cementerio Central se encuentran también mitos como el hablarle al oído a la estatua de Leo Kopp, el fundador de Bavaria, con el fin de pedirle favores y agradecerle. Incluso se hacen largas filas para poder susurrarle deseos a la estatua.

También, en la tumba de Julio Garavito Armero, un matemático y antiguo decano de la facultad de matemática e ingeniería de la Universidad Nacional, las personas llevan el billete antiguo de 20 mil donde él aparecía, y lo frotan sobre su tumba para que lo multiplique. “Es una creencia muy particular de los trabajadoras y trabajadoras informales”, resaltó Torres.

Además, se habla de rituales de “magia negra”, vudú y satanismo al interior del cementerio, pero también se ven muchos otros ritos en torno a la cultura fúnebre, como reuniones de personas que les canta a sus muertos y beben o fuman con ellos.

Cementerio Central

Lugar de descanso de grandes personalidades

El Cementerio Central conserva en su interior los restos de grandes personalidades del país.

Allí se encuentran las tumbas de Leo Kopp, Rafael Pombo, José Asunción Silva, Gilberto Alzate Avendaño, Gonzalo Jiménez de Quesada (donde sigue su obra fúnebre pero no sus restos porque fueron llevados a la Catedral Primada de Bogotá), Laureano Gómez, el general Benjamín Herrera, Carlos Pizarro León Gómez, entre otros.

Allí también descansan los restos de miembros de la familia Santos, de la élite colombiana, así como políticos como Luis Carlos Galán, Gustavo Rojas Pinilla, Enrique Olaya Herrera, Virgilio Barco Vargas, entre otros.

Todas ellas son frecuentemente visitadas por el carácter histórico de las personas, pero también por las particularidades de sus mausoleos.

Cementerio Central

Seres mitológicos y obras de arte

De acuerdo con Jose Daniel Torres, el Cementerio Central, pese a ser un campo santo de carácter católico, es un lugar cargado de simbología de otras manifestaciones religiosas y seres mitológicos.

“Esto ocurre desde la entrada, la cual es rematada en el pórtico principal con la representación de un Cronos, el dios del tiempo en la mitología griega, y el cual lleva en su pie un reloj de arena con la inscripción “Esperamos la resurrección de los muertos”. 

También se encuentran alusiones a Tanos, o Tánatos, el dios de la muerte no violenta, y en general muchos significados como figuras de antorchas al revés, que representan la muerte tranquila.

Para los expertos, las manifestaciones artísticas que reposan allí en cuanto a la arquitectura y la escultura es incalculable, y cuenta mucho más de lo que el ojo desprevenido podría notar. Por ejemplo, la capilla de la elipse principal está sostenida por columnas que tienen remate de doble cara, una con el rostro de Atenea, la diosa griega de la sabiduría, y del otro lado la lechuza, la representación de la sabiduría nocturna.

“Lo que buscamos nosotros es reconocer al Cementerio Central como un museo, que es como debe ser entendido, no sólo como un cementerio público”, concluyó Torres.

Cementerio Central