Colombia recupera primeras piezas arqueológicas del Galeón San José
21 / 11 / 2025

Colombia recupera primeras piezas arqueológicas del Galeón San José


Por Señal Colombia
Señal Colombia
21 / 11 / 2025
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Por primera vez en más de tres siglos, Colombia sostiene entre sus manos fragmentos reales del Galeón San José, uno de los naufragios más enigmáticos y codiciados del mundo. Monedas de oro, un cañón y una taza de porcelana fueron presentados oficialmente por el Gobierno nacional como los primeros objetos recuperados de la embarcación española hundida en 1708, un hecho que marca un hito en la investigación arqueológica submarina del país.

El hallazgo fue realizado con robots teledirigidos a casi mil metros de profundidad en el mar Caribe y hace parte de una apuesta científica y cultural que busca estudiar el pecio desde Colombia, con recursos colombianos, una postura que ha sido defendida con firmeza por el presidente Gustavo Petro, en medio de una discusión internacional sobre propiedad, patrimonio y soberanía.

Galeón San José: la primera luz del naufragio

Los cinco objetos recuperados: un pequeño cañón, una taza de porcelana, fragmentos cerámicos y tres monedas de oro y bronce, fueron obtenidos como parte de una “recolección superficial”, así lo explicó Alhena Caicedo, directora del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH).

La finalidad no es extraer tesoros, es comprender cómo se comportan los materiales del galeón al entrar en contacto con el oxígeno después de 300 años bajo el agua.

Las imágenes proporcionadas por el ICANH revelan un trabajo milimétrico: un brazo mecánico operado a control remoto analiza piezas frágiles mientras un equipo de científicos celebra cada hallazgo. Se trata de la primera interacción humana directa con objetos originales del San José tras su hundimiento en combate.

Además, los investigadores recuperaron muestras de sedimentos que permitirán reconstruir las causas del naufragio, así como las rutas de extracción, manufactura y comercio de la época colonial.

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Un naufragio mítico entre disputas históricas

El San José zarpó desde Portobelo, Panamá, cargado con oro, plata, piedras preciosas y mercancías que alimentaban la economía española. El 8 de junio de 1708 fue interceptado por una flota inglesa y explotó antes de hundirse, sellando su destino como uno de los pecios más valiosos del planeta.

Desde su hallazgo en 2015, el galeón se ha convertido en epicentro de tensiones diplomáticas. España reclama los bienes bajo el argumento de que la embarcación era un navío de Estado.

El pueblo boliviano Qhara Qhara sostiene que parte de las riquezas extraídas provienen de su territorio ancestral.

Colombia, por su parte, ha mantenido la postura de que el San José es patrimonio cultural sumergido del país.

Una política cultural con dirección: ciencia, soberanía y acceso público

El gobierno del presidente Gustavo Petro ha impulsado una estrategia que prioriza el conocimiento, la protección del patrimonio y la soberanía nacional. Petro ha sido enfático: el galeón San José no es un botín, es un laboratorio histórico y científico.

Desde su administración se tomó la decisión de financiar la operación con recursos públicos, sin depender de acuerdos con cazatesoros o empresas que reclamaran porcentajes del hallazgo. Esta decisión, inédita en la historia del galeón, representa un giro político profundo: Colombia decide investigar el San José sin convertirlo en mercancía, sino en bien cultural al servicio de la ciencia y la memoria colectiva.

La presentación de estas primeras piezas se convierte así en la primera evidencia tangible de una política que busca que el país lidere, desde su institucionalidad, uno de los proyectos arqueológicos submarinos más importantes del mundo.

Un hito para Colombia

Con esta recuperación, Colombia no solo confirma su capacidad para liderar un proyecto arqueológico de esta magnitud, sino que también envía un mensaje claro: el futuro del Galeón San José pertenece a la ciencia, a la cultura y a la ciudadanía.

El país le devolvió vida a un fragmento de su historia sumergida. Y, por primera vez, la luz de ese pasado emerge, con cuidado, paciencia y soberanía, para quedarse.