A 40 años de la toma del Palacio de Justicia, 'La Siempreviva' regresa como un acto de memoria
22 / 10 / 2025

A 40 años de la toma del Palacio de Justicia, 'La Siempreviva' regresa como un acto de memoria


Por Lorena Rojas Sarmiento
Lorena Rojas Sarmiento
22 / 10 / 2025
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A 40 años de la toma y retoma del Palacio de Justicia, el Centro Nacional de las Artes le rinde homenaje a las víctimas con una nueva temporada de La Siempreviva, la obra emblemática escrita y dirigida por Miguel Torres.  

El teatro le abre sus puertas de nuevo a esta obra que ha sido clave para la memoria de nuestro país. Del 1 al 9 de noviembre, La Siempreviva regresa a las tablas en la Sala Delia Zapata con parte de su elenco original: Carmenza Gómez, Lorena López, Jenny Caballero y Miguel Torres, quienes ofrecerán diez funciones conmemorativas.  

Un hecho que marcó a Colombia

El 6 y 7 de noviembre de 1985, un comando del Movimiento M-19 irrumpió en el Palacio de Justicia, la sede principal del Poder Judicial de Colombia por el aparente incumplimiento de los acuerdos de paz firmados con esa guerrilla por parte del presidente de la época, Belisario Betancur.

Lo que siguió fue una de las operaciones militares más violentas de la historia colombiana. Durante casi 48 horas, el edificio fue tomado por las llamas, los disparos y el desconcierto. El Ejército Nacional, en su intento de recuperar el control, desplegó una ofensiva que terminó en tragedia, donde más de 90 personas murieron, entre ellas 11 magistrados de la Corte Suprema, y al menos 12 fueron desaparecidas, la mayoría trabajadores de cafetería y visitantes.

El fuego arrasó con los archivos, los cuerpos y parte de la memoria judicial del país. Las imágenes del edificio ardiendo, la confusión, las madres buscando a sus hijos y la sensación de impunidad se convirtieron en una herida abierta que el tiempo no ha logrado cerrar.

La Siempreviva: memoria hecha teatro

Bajo ese contexto de dolor y silencio donde nació la obra La Siempreviva. Miguel Torres, dramaturgo, actor y director, dedicó más de dos años a investigar los hechos, a revisar archivos, consultar prensa y, sobre todo, a escuchar las voces de quienes nunca dejaron de buscar a sus familiares.

Entre ellas, la de la familia de Cristina del Pilar Guarín Cortés, una joven desaparecida durante la toma, cuya historia inspiró el personaje de Julieta Marín, estudiante de Derecho. Su madre, Lucía, encarna en la obra a todas las mujeres que se negaron a aceptar el olvido, que siguieron tocando puertas, buscando respuestas, aferradas a la esperanza.

“La visité, conocí su habitación intacta, como si todavía esperaran su regreso. En ese momento entendí que La Siempreviva debía ser un homenaje a todas las Julieta que no regresaron”, recuerda Miguel Torres.

Desde su estreno en 1994, la obra ha superado las mil funciones, ha tenido temporadas agotadas, como la de 2024, a los 30 años de su primera presentación, y ha sido considerada un punto de referencia para entender cómo el arte colombiano ha enfrentado la memoria del conflicto.  

La siempreviva

En 2010 su texto fue publicado por Editorial Tragaluz, y en 2015 la historia llegó al cine bajo la dirección de Klych López.

Mira la película Siempreviva gratisen RTVCPlay

Un retrato del país y su memoria fragmentada

La historia transcurre en una casa del barrio La Candelaria, en el centro de Bogotá. Allí vive Lucía junto a sus hijos Julieta y Humberto, sobreviviendo, alquilando habitaciones. Cuando Julieta desaparece, la rutina doméstica se quiebra y empieza una búsqueda que desciende por los pasillos del miedo y la locura, pero también de la ternura y la esperanza.

Entre el humor, la ironía y el dolor, La Siempreviva construye un retrato íntimo del país: uno que ha aprendido a convivir con la pérdida, pero que sigue aferrado a la vida. “Miguel transformó el horror en una reflexión artística. Hoy, más de tres décadas después del estreno, sigue siendo un grito que nos recuerda que la herida sigue abierta”, dice Lorena López, quien interpreta a Julieta.

El arte como forma de justicia

Con esta conmemoración, el teatro reafirma su papel como espacio de memoria. La Siempreviva no busca respuestas absolutas, pero sí insiste en una pregunta que aún nos acompaña: ¿hubo justicia?

La obra muestra que la justicia también puede estar en el arte, en ese gesto de recordar cuando el país prefiere olvidar. En cada función, las luces del escenario iluminan a las víctimas, las madres y los ausentes que todavía habitan la historia.

A través de la voz de sus personajes, La Siempreviva vuelve a decir lo que el tiempo no puede borrar: que la memoria no es pasado, sino una forma de seguir vivos. Y mientras existan obras como esta, el teatro seguirá siendo un acto de justicia.