Manuel Velandia: una vida de coraje y determinación
03 / 07 / 2024

Manuel Velandia: una vida de violencia y triunfos en su lucha por el reconocimiento de las personas LGBTI


Por Nazlhy Viviana López
Nazlhy Viviana López
03 / 07 / 2024
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Manuel Velandia es una estrella, y no solo por ese brillo que lo hace único y esa alegría que contagia a quienes lo rodean, también lo es por el reconocimiento que tiene entre la comunidad al ser uno de los pioneros que promovió la realización de las marchas del orgullo LGBTI en Colombia, un paso que abrió un nuevo capítulo de nuestra historia como país, el cual buscaba defender la diversidad.

La historia de Manuel está marcada por las amenazas de muerte, la discriminación y la violencia, sin embargo, esto no podría considerarse como un obstáculo en medio de su lucha por visibilizar las problemáticas que afectan a la comunidad LGBTI, pues en medio de los ataques ha continuado escribiendo un legado que ha inspirado a otras generaciones.

Su proceso de autodescubrimiento inició a los 16 años cuando conoció a su primer novio, quien era de la extrema derecha sexual francesa, y con el cuál las conversaciones se hicieron cada vez más profundas hasta el punto de que, como diría él, “una cosa llevo a la otra”.

“Nunca se me había pasado por la mente que podía ser gay. Yo había tenido novia”, describe en medio de risas nerviosas. Pero el amor se presenta de manera inesperada, y eso lo entendía Manuel, pues desde la primera vez que le contó a alguien que tenía un novio, sintió que todo surgió de una manera muy natural.

“Con Lina, mi compañera de universidad, pensamos en hacer un movimiento político sexual en Colombia, no gay, sino político sexual”, no obstante, en 1977 tras la publicación en un periódico trotskista de un artículo en el que León Zuleta afirmaba que existía un movimiento homosexual con 10.000 miembros activos, sus planes cambiaron y decidió que quería hacer parte de este grupo.

Lo que Manuel jamás imaginó es que este primer movimiento era una mentira de Zuleta, “yo le escribí, luego le llamé porque no me aguanté y él me dijo que todos los ceros eran falsos, que ya éramos dos, y que si la gente se comunicaba con él les iba a decir que hablaran conmigo”.

Fotografía Manuel Velandia, Revelando el Arcoiris RVD/MSB/SXX Repositorio visual marica/ Tico Morales (En la imagen Fernando Alviar, Leon Zuleta y Manuel Velandia)


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Aunque al inicio todo hacía parte de una invención de Zuleta, poco a poco se acercaron distintas personas al movimiento, tanto así que el 9 de abril de 1977 hicieron su primera reunión, la cual estuvo acompañada por 30 personas, entre los que se encontraba el profesor de derecho Guillermo Cortés, quien les dijo que bajo la ley ellos eran considerados delincuentes por ser homosexuales.

“Yo no creía que fuese un delincuente, pensé que simplemente era feliz, entonces como que yo no entendía por qué uno lo tenía que esconder, y en la universidad lo hablaba tranquilamente, tanto así que cuando conocía a alguien que era gay, lo invitaba a las reuniones del movimiento”, señaló.

Sin embargo, otro obstáculo se presentó en el camino. Ya que no podían reunirse debido al Estatuto de Seguridad de Turbay se les ocurrió crear la revista ‘Ventana Gay’, la cual no pasó desapercibida pues fue acogida también en otros países como un espacio para hablar sobre la homosexualidad sin señalamientos y prejuicios.

Junio 28 de 1983. Fotografía Manuel Velandia, Revelando el Arcoiris RVD/MSB/SXX Repositorio visual marica/ Tico Morales 

Contra todo pronóstico, el 28 de junio de 1983, se llevó a cabo la primera marcha del orgullo, en medio de la mirada de los que sentían curiosidad, los que apoyaban la causa en silencio y los que juzgaban aquel acto de libertad, después de que las autoridades les concedieran el permiso para poder movilizarse por las calles del centro de Bogotá.

“Hicimos un foro marica latinoamericano y ahí yo propuse empezar a trabajar en el sida, pero no les pareció importante. Por eso, la marcha del 28 de junio de 1983 fue la última actividad que hicimos como total colectivo y yo empecé a trabajar con el tema del sida”, comentó.

Mientras caminaba y narraba detalles de su vida, su cabello teñido de azul claro y su ropa con llamativos colores le daban un brillo adicional, sin embargo, llegó a un capítulo de su historia que lo hizo cambiar su semblante, su sonrisa y la risa traviesa con la que adornaba cada aspecto de su relato cambiaron.

“Corría el año 82 cuando empecé a sentir que me estaban vigilando, y un tiempo después comenzaron a llegar las amenazas de muerte”, según parece todo estaba vinculado a una investigación en la que trabajaba, la cual estaba relacionada a múltiples casos de homicidio.

“En dos años de visitar periódicos por todo el país, descubrimos que los asesinatos no salían en los medios comunes y corrientes, sino en la prensa amarillista en la página roja. Resulta que en nuestra búsqueda identificamos más de 440 asesinatos de hombres muy amanerados y de personas trans, entonces eso era muy significativo y preocupante. Revelamos que en Colombia ya había grupos de limpieza social”, explica.

Pero las amenazas se hicieron cada vez más fuertes después de que participara en un programa de denuncia de Germán Castro Caycedo, donde contaba la historia de Fico, un amigo suyo y el primer hombre al que le entregó un diagnóstico relacionado con el sida.

“Eso fue en el año 86. Cuando le entrego el resultado él estaba hospitalizado, por eso le avisamos a los de la clínica, quienes tras la notificación lo sacaron a la calle, se lo entregaron a la mamá y quemaron los colchones y las cobijas donde había estado acostado”, detalló.

Después, pasó a otras instituciones que atendieron la infección, mientras que Manuel curaba sus heridas emocionales, convirtiéndose en su confidente, su apoyo y su diario de vida, pues con cada visita, en la cual debía utilizar un aparatoso traje y seguir todo un esquema de bioseguridad, Fico le narraba cómo pensaba que lo había contagiado un obispo. Esa fue la historia que lo sentenció.

“A Germán y a mí nos amenazaron de muerte, sin embargo, cuando Germán me dijo que si podía sacar el siguiente programa yo le dije que sí. Es que uno nunca se muere antes realmente”, argumentó entre risas.

Como en cada paso que ha dado, Manuel enfrentó la situación sacando pecho y sin dudar de las motivaciones y convicciones que han guiado su camino, y que lo han convertido en una persona clave de la comunidad LGBTI por sus luchas.

A pesar de que los ataques habían aminorado, cuando tomó la decisión de presentarse como candidato a la Cámara de Representantes, a pesar de que no sentía un gusto por la política, volvieron las amenazas, pero con mayor intensidad, tanto así que en plena campaña le lanzaron una granada.

“Me acuerdo que Piedad Córdoba me dijo: es necesario que haya un candidato gay, ¿por qué no te presentas? Ya había trabajado antes en el primer proyecto que hablaba en Colombia sobre los derechos, ni siquiera de los gays, sino de las personas bisexuales y trans. Fue esa posibilidad de presentar el proyecto lo que me hizo lanzarme”.


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Todo se complicó a tal punto que Manuel empacó sus maletas y se fue a vivir como refugiado a España, donde nuevamente hizo historia, al convertirse en la primera persona a la que se le reconocía como “sujeto político discriminado por razón de orientación sexual”, luego, con la Ley de Víctimas se reglamenta y se pueden presentar casos en los consulados.

“Yo soy el primero que llega a un consulado en Europa a presentar su caso y a escribirlo. Al entrar me dijeron que ahí no era, pero insistí señalando la norma, a lo que la persona que estaba atendiendo me dijo que él no sabía cómo era el procedimiento, y yo le contesté: tranquilo, yo escribo mi caso, y a los tres meses fui reconocido en el exterior como la primera víctima homosexual del conflicto armado colombiano”, recordó.

A pesar del ello, los ataques no paraban, su triunfo se vio truncado debido a que la persona que trabajaba en el consulado escondió el fallo, por lo que se lo entregaron hasta un año después.

“Pero seguía siendo la primera víctima marica reconocida en el conflicto armado, lo que era muy importante para sentar un presente y decirle a la otra gente: ¡Oiga, tenemos derechos! Tenemos que contar que nosotros desde nuestro sector también somos víctimas”.

Finalmente, después de pasar varios años en el territorio extranjero que lo acogió, extrañó su hogar y su familia, y sintió que por el momento que vivía Colombia, era necesario regresar a la tierra que lo vio nacer y por la que recibió amenazas, en medio de la búsqueda de un futuro más tolerante que reconociera a todos.

“Yo regresé a Colombia por tres razones: primero, porque empezó a aparecer un poco de familia que no conocía; segundo, porque la nueva decana de la facultad en la que yo trabajaba en Colombia decidió que los maestros virtuales deberíamos estar en el país y no viviendo en Europa, lo que afectó mi economía; y tercero, porque yo pensé que la paz era posible en el país y que sería rico en ese nuevo momento político estar aquí”, explicó.

Tras su regreso, después de años lejos de Colombia, considera que el país ha cambiado, por medio de un análisis rápido señaló que en comparación con otros lugares somos de los países más avanzados en el tema de los derechos, existen un par de leyes, muy pocas que los reconocen, y algunos fallos de la Corte Constitucional, no obstante, aún falta un largo recorrido, pues considera que este sigue siendo un país homofóbico debido, en muchos casos, a la religión.

Manuel prefiere que le digan marica, aunque la Real Academia Española, RAE, defina el término con la palabra pusilánime, un insulto; pero tiene que ver con que gay es alegre y divertido “y a mi me lanzaron una granada por marica, y eso no es nada alegre”, precisó con la energía y elocuencia que lo caracterizó en todo momento.

“La primera enfermedad definida en el mundo de carácter mental relacionada con la sexualidad fue la homosexualidad en 1886, es decir, como concepto nacimos enfermos, y yo nunca he estado enfermo, yo soy feliz y muy sano. Decidí ser marica después de que un día en la calle un señor que estaba cambiando la llanta de un camión me dijera: ¡adiós mariquita! A lo que le respondí: ¡adiós heterosexual! Sorprendido me dijo que eso no era un insulto y yo le dije que ser marica tampoco. Y a partir de ahí soy marica”, culminó con una gran sonrisa.

Fotografía Manuel Velandia, Revelando el Arcoiris RVD/MSB/SXX Repositorio digital marica/ Tico Morales