¿Qué pasa si uno nunca vota?
21 / 02 / 2022

¿Qué pasa si uno nunca vota?


Por David Jáuregui Sarmiento
David Jáuregui Sarmiento
21 / 02 / 2022
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Colombia es un país tradicionalmente abstencionista, donde a lo largo de su historia reciente menos del 50% de quienes pueden ejercer su derecho al voto hacen efectivo su derecho al sufragio universal. Pero ¿qué pasa si uno nunca vota?, o mejor, ¿cuáles son las consecuencias del abstencionismo generalizado?

El abstencionismo es una práctica lasciva que, de acuerdo con los expertos, se ha visto reflejada en altos niveles de desinterés y corrupción en los temas del estado, pues no sólo pone en cuestión la esencia democrática en la cuál se ejerce un "gobierno de la mayoría", pues a pesar de las garantías para participar, la mayoría no vota.

"No participar limita un poco la potencia de los ciudadanos a la hora de exigir al Estado, porque el que no participa deja en manos de otras personas las decisiones de políticas públicas que pueden estar en beneficio o en detrimento de las personas que componen el núcleo familiar o social de todos, incluso de quienes se abstienen", explicó Carlos Arias, docente de la maestría de Comunicación política de la Universidad Externado de Colombia.

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Eso quiere decir que aunque Colombia se ha perfilado como la "Democracia más antigua de América Latina", la participación democrática que sostiene el sistema de Gobierno democrático parece funcionar más en el papel que en la práctica.

De acuerdo con un mapeo del abstencionismo realizado por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), de las cinco elecciones presidenciales realizadas en el nuevo milenio, tan solo la primera vuelta de este 2018 arrojó un saldo en contra de la abstención.

"En los cinco años electorales, el común denominador ha sido una abstención de más del 50 por ciento en todo el país a la hora de elegir Presidente. Solo la primera vuelta de este 2018, contienda liderada por Iván Duque, Gustavo Petro y Sergio Fajardo, rompió con este esquema e inclinó la balanza hacia un despertar político positivo" aseguró el estudio del IGAC.

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La cultura democrática

De acuerdo con el profesor Carlos Arias, reconocido como uno de los cien profesionales políticos más influyentes de América Latina durante el 2018 por la Revista Washington ComPol, la tradición abstencionista del país tiene está directamente relacionada con la cultura democrática del país, así como con el desarrollo de la Nación.

"Históricamente Colombia no sólo es de los países con mayor abstención del voto democrático, sino también de corrupción. Hay una correlación entre la corrupción y la participación. Eso quiere decir que no participar conduce a la corrupción, porque quienes deciden por nosotros tienden a utilizar en beneficio propio las herramientas de la política y la democracia asociadas al poder", sentenció Arias.

Para el experto, la abstención también refleja la desidia de lo que sucede en el país, y en apariencia para los ciudadanos hay muchas cosas más importantes y relevantes para la vida diaria, como el entretenimiento, que no tienen la misma incidencia en la vida de los ciudadanos, y se olvida que es la dinámica política la que genera verdaderos cambios transformacionales en la sociedad.

En ese sentido, el abstencionismo es uno de los males que hacen parte de la cultura política del país, la cual incide en la participación política de las sociedades. De acuerdo con el experto, la cultura política colombiana, además de la desconfianza en las instituciones y el Gobierno reflejados en el abstencionismo, también se caracteriza porque tiende a ver la participación como un juego entre buenos y malos, donde todos los que representan al Estado son malos y los ciudadanos son los buenos.

"A través de la pedagogía la ciudadanía debería llegar a entender que hay propuestas más cercanas al sistema de creencias de los ciudadanos o distantes. La participación no se limita a criticar cortantemente el sistema de creencias del otro, que es respetable y siempre se puede disentir, sino que se participa para manifestarse a favor o en contra de los sistemas de creencia propios o ajenos sin dejar de respetar aquellas creencias. No es un tema de buenos y de malos, de blancos y negros, por lo que no votar y ver el juego democrático de esa manera deja en entredicho la cultura democrática de la ciudadanía", concluyó Arias.

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