Gabriel García Márquez
17 / 04 / 2018

Conociendo Macondo a fondo, un lugar tan real como imaginario


Por Paola Arcila Perdomo
Paola Arcila Perdomo
17 / 04 / 2018
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Conoce el origen de la palabra Macondo y recuerda el día en que Colombia se convirtió en ése lugar mágico.

El pueblo de Macondo se convirtió en un mito inmortalizado en las páginas escritas por Gabriel García Márquez y pasó a la historia con el Nobel de Literatura que trajo la genialidad de un libro como Cien años de soledad.

Para contar cómo se vivió ese Nobel tendremos el documental Cuando Colombia se volvió Macondo en pantalla, dirigido por la gestora y documentalista Gloria Triana junto a Álvaro Perea.

Ahora, ¿en dónde podemos encontrar Macondo y de dónde nace la palabra? Aquí te contamos.

Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.

¡Macondo!, esa palabra que se hizo conocida por los textos de Gabriel García Márquez, palabra que aparece en Los funerales de la Mamá Grande, La mala hora, El coronel no tiene quien le escriba yLa hojarasca, hasta en el cuento publicado en 1955, Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo y por supuesto en Cien años de soledad y que muchos suponen es su natal Aracataca.

Pero, ¿de dónde viene esa palabra? Hay muchas explicaciones que nos cuentan sus diferentes usos y etimologías, exploremos algunas.

 

La etimología

Dicen que es probable que el nombre de Makondo lo haya dado algún grupo africano de esclavos que venían desde Camerún hasta Angola. Dicha hipótesis se basa en que varios de sus idiomas derivados del bantú tienen palabras parecidas a Macondo.

La palabra que se supone viene de la lengua africana de los bantúes del idioma kituba, podría haber sido traída a Colombia por los esclavos. En Uganda, por ejemplo, hay un lugar de nombre Makondo, al igual que en Camerún. 

Ahora bien, los esclavos bantús que habitaban las haciendas agrícolas en la Costa Atlántica, también habitaban lugares como Cuba o Haití. 

 

La etnia

Si exploramos entre Tanzania y Mozambique, existe un grupo étnico que lleva por nombre Makonde, hablan una lengua del mismo nombre a la cual también la llaman "chimakonde", una lengua bantú . Sin embargo, algunos también hablan inglés, portugués, swahili o Makua.

La etnia es conocida por la calidad artística de sus obras realizadas en madera con las que realizan máscaras y elementos para el uso en el hogar. Los escultores destacan en sus creaciones sus creencias tradicionales, prácticas culturales, la familia y su folklore. 

Dicha etnia se encuentra actualmente en una meseta del mismo nombre en el que se dividen en tres grandes grupos, los Nnima que viven en el norte-oeste, los Ndonde que viven el el sur-oeste y aquellos que viven cerca de Maraba la Ruvuma, ubicados en la parte oriental de la meseta que se extiende hasta aproximadamente 180 kilómetros. 

 

El fruto

Las etnias bantús que se encontaban en diferentes sectores de plantación podrían haber relacionado la palabra "Makondo" con la palabra "plátano". Según lo afirman en el Centro Virtual Cervantes, tanto en Colombia como en Cuba la palabra de los africanos se refería a este fruto que también es definido, según el Atlas Lingüístico del Caro y Cuervo como "plátano topocho", una especie que está entre el plátano y el cambur -fruta tropical- y que aguanta más el tiempo seco.

Por este motivo, dicho fruto se habría convertido en elemento básico de alimentación de la etnia y de su economía y, posteriormente, podría haber sido relacionada en algunos lugares en América que tuvieran siembras considerables de la planta tropical.

Según se ha estudiado en la etnia, el plátano además cuenta con significados mágicos o religiosos que les sirvió hasta para curar enfermedades.

 

El árbol

También el nombre lo podemos encontrar en un árbol descubierto por el naturalista Alexander von Humboldt. El árbol macondo, similar a la ceiba, puede alcanzar hasta los 40 metros de altura, es típico del trópico americano, largo, sin ramas excepto en la cúpula, de tronco liso y, en la región del Darién, es el lugar perfecto donde el águila arpía logra anidar. Su madera ha sido empleada para casas, canoas o bongos, entre otros usos.

El árbol pierde sus hojas entre noviembre y mayo, los demás meses florece en lugares como Antioquia, Córdoba, Magdalena, Santander y Bolívar.

Macondos en el Darién de Panamá. Foto original de Dick Culbert.

 

La explicación de Gabo

Sin embargo, el uso de la palabra usada en los textos de Gabo fue explicada por él mismo en su autobiografía Vivir para contarla:

"El tren hizo una parada en una estación sin pueblo, y poco después pasó frente a la única finca bananera del camino, que tenía el nombre escrito en el portal: Macondo. Esta palabra me había llamado la atención desde los primeros viajes con mi abuelo, pero sólo de adulto descubrí que me gustaba su resonancia poética. Nunca se lo escuché a nadie ni me pregunté siquiera que significaba(...). Lo había usado ya en tres libros, como nombre de un pueblo imaginario, cuando me enteré en una enciclopedia casual, que es un árbol del trópico parecido a la ceiba, que no produce flores ni frutos, y cuya madera esponjosa sirve para hacer canoas y esculpir trastos de cocina. Más tarde, descubrí en la Enciclopedia Británica que en Tanganyika existe la etnia errante de los makondos y pensé que aquel podía ser el origen de la palabra. Pero nunca lo averigüé, ni conocí el árbol, pues muchas veces pregunté por él en la zona bananera y nadie supo decírmelo. Tal vez no existió nunca".

 

Cuando Colombia se volvió Macondo

Por sus novelas e historias cortas, en las que lo fantástico y lo real se combinan en un mundo ricamente compuesto de imaginación, lo que refleja la vida y los conflictos de un continente.

Discurso de la Academia Sueca en la entrega del Premio Nobel

El documental que rememora las anécdotas de la delegación que acompañó a Gabriel García Márquez a Estocolmo y que lo consagró como uno de los mejores escritores del mundo, divide por partes la preparación del evento en capítulos que llevaron por nombre: La decisión, la selección, el vallenato, el viaje, la premiación y el banquete. División que logra realizar una clara compilación de la vida artística y cultural del país en aquella época.

A ello se unen las imágenes de archivo de diferentes personalidades del periodismo y la cultura colombiana como Juan Gossaín, Totó la Momposina y Leonor González Mina "La negra grande de Colombia", el director administrativo de la Academia Sueca Odd Zschiedrich y la entonces directora de Colcultura, Aura Lucía Mera, entre otros, quienes logran dar a esta pieza documental ritmo, cantos y memorias sobre la entrega del Premio Nobel.

Gloria Triana, directora del documental y en esos años directora Colcultura, a quien le encargaron la tarea seleccionar minuciosamente los artistas que serían parte de la distinguida delegación, es quien guía a través de esta historia que significó un hito para la cultura de nuestro país.

Dicha muestra de folclor colombiano, que acompañó a los invitados en el banquete ofrecido en honor al escritor, cambió el protocolo de la ceremonia, calentó el frío día de octubre que se vivía en Estocolmo e hizo que hasta los reyes aplaudieran a los personajes que representaban el mundo del realismo mágico.