Biografía de Alexander Fleming
Alexander Fleming fue un destacado médico y científico escocés, famoso por ser el descubridor de la penicilina, aunque también descubrió la enzima antimicrobiana lisozima, que actúa como barrera frente a las infecciones.
Fleming estudió en la Universidad de Londres, donde más tarde sería profesor e investigador en bacteriología. En 1945 se le concedió el Premio Nobel de Medicina.
Su carrera profesional estuvo dedicada, salvo durante la Primera Guerra Mundial, a la investigación de las defensas del cuerpo humano contra las infecciones bacterianas.
A los tiernos veinte años, una pequeña herencia a la que se hizo acreedor lo llevó a estudiar medicina, obteniendo luego una beca para el St. Mary's Hospital Medical School de Paddington.
Imagen: Wikimedia Commons
Así, nacido en Darvel, Escocia, el 6 de agosto de 1881, Alexander Fleming empezó a trabajar como médico microbiólogo en el Hospital St. Mary de Londres, donde trabajó en el Departamento de Inoculaciones, dedicado a la mejora y fabricación de vacunas, inyecciones y sueros.
Allí estuvo hasta que estalló la Primera Guerra Mundial. Para 1917 fue nombrado capitán, donde sirvió durante la Primera Guerra Mundial en el Cuerpo Médico del Ejército Real, lo que lo llevó a trabajar en hospitales ubicados muy cerca de los campos de batalla en el Frente Occidental en Francia.
Sin embargo, pronto, en 1918 estuvo de vuelta en el St Mary's Hospital, donde fue elegido profesor de Bacteriología de la Universidad de Londres en 1928. Su carrera fue muy fructífera y para 1951 fue elegido Rector de la Universidad de Edimburgo por un período de tres años.
El Descubrimiento de la Penicilina
El descubrimiento de la penicilina, según cuenta la historia, pese a que se trata de uno de los más importantes de la medicina contemporánea, tuvo su origen en una observación fortuita.
El descubrimiento de la penicilina por Alexander Fleming no solamente ha salvado millones de vidas, sino que también revolucionó los métodos terapéuticos, dando inicio a la era de los antibióticos.
De acuerdo con la American Chemical Society, antes de este descubrimiento no existía un tratamiento eficaz para infecciones como la neumonía, la gonorrea o la fiebre reumática, lo que significa que los pacientes que llegaban a los hospitales con infecciones en sangre, contraídas a veces a raíz de un simple rasguño, no tenían mucha esperanza de vida, y los médicos podían hacer poco por ellas salvo esperar a que los cuerpos de las personas resistiesen la embestida de la infección.
Pero la vida sonrió a la humanidad cuando, de acuerdo con sus biografías, Fleming dio con la penicilina por casualidad. Según cuenta la historia, cuando el médico de regresó de unas vacaciones en 1928 notó que en uno de sus experimentos en pausa había ocurrido algo inesperado: Fleming estaba estudiando las mutaciones en los cultivos de estafilococos, y había olvidado una placa de cultivo bacteriano donde por casualidad creció un hongo.
De este histórico momento de “serendipia” (un valioso hallazgo de manera accidental), Alexander Fleming notó que las colonias de estafilococos que rodeaban al hongo habían sido destruidas, mientras que otras colonias de estafilococos más lejanas estaban intactas.
El hongo que había invadido las placas fue posteriormente identificado como el Penicillium notatum. Fleming observó el comportamiento del cultivo, y comprobó que alrededor de la zona inicial de contaminación los estafilococos se habían hecho transparentes, fenómeno que Fleming interpretó como el posible efecto de una sustancia antibacteriana producto de la invasión del Penicillium.
Así, Fleming realizó diversas comprobaciones con el fin de establecer el grado de susceptibilidad al hongo en una amplia gama de bacterias patógenas, y observó que muchas de ellas resultaban rápidamente destruidas. Pronto trasladó sus observaciones a la aplicación en conejos y ratones, con lo cual demostró que por fortuna el hongo era inofensivo para las células animales.
Ocho meses después de sus primeras observaciones Fleming publicó los resultados obtenidos, pero que tuvo poca resonancia en la comunidad médica y científica, pese a que Fleming había identificado el fenómeno de antibiosis.
A Fleming le tomó, sin embargo, 15 años en llevar su descubrimiento al agente terapéutico de uso universal en el que se convirtió, y el cual poseía un poder antibacteriano muy superior al de antisépticos tan potentes como el ácido fénico, muy utilizado para ese momento.
Impacto del descubrimiento de la Penicilina y el Premio Nobel de Medicina de 1945
Para nadie es un secreto que el descubrimiento del hongo del que parte la penicilina que hizo Flemming cambió el mundo de la medicina moderna al introducir la era de los antibióticos. Desde entonces la penicilina ha salvado, y sigue salvando, a millones de personas en todo el mundo.
El ingrediente activo de ese moho, al que Fleming dio el nombre de penicilina, resultó ser un agente de enorme potencia para combatir las infecciones, y para la mitad del siglo XX se identificaría como el fármaco más eficaz del mundo para salvar vidas en peligro por infecciones bacterianas.
De esta manera, terminada la Segunda Guerra Mundial el descubrimiento de Fleming había generado una enorme industria farmacéutica que se encargaría de producir penicilinas sintéticas que acabarían con algunos de los flagelos más antiguos de la humanidad como la sífilis, la gangrena o la tuberculosis, antes consideradas sentencias de muerte para una persona que las hubiera contraído.
Pero para lograrlo por completo, la medicina contó con el apoyo de científicos estadounidenses que completaron el trabajo de Fleming, pues el Imperio británico estaba involucrado en la guerra contra la amenaza de la Alemania Nazi, por lo cual el desarrollo de la penicilina no estaba entre las prioridades nacionales.
Sin embargo, los reportes británicos sobre las propiedades de la penicilina llamaron la atención de la ciencia médica estadounidense, y la Fundación Rockefeller invitó a Harold W. Florey, un profesor de patología de la Universidad de Oxford, y a sus colegas Norman G. Heatley y Ernst B. Chain a Estados Unidos para buscar la forma de producir penicilina en cantidades industriales.
Con el apoyo de compañías farmacéuticas y universidades lograron generar en cuestión de un año penicilina aplicable a la clínica, y para 1945, finalizando la Segunda Guerra Mundial ya la estaban produciendo en grandes cantidades.
Por este desarrollo Harold Florey, Norman Heatley y Ernst Chain fueron reconocidos como los responsables de haber aislado la penicilina y haberla modificado para ser utilizada en el cuerpo humano, creando así un compuesto capaz de eliminar bacterias de heridas profundas.
Fleming, enterado del gran avance producido en materia de penicilina, contactó con Florey y reconoció a él y su equipo como absolutos responsables de la creación de la penicilina, pero Florey y sus colaboradores incluyeron a Alexander Fleming dentro del descubrimiento, pues reconocían que nada de ello habría sido posible sin el primer gran paso dado por Fleming.
De esta manera Fleming, Florey y Chain compartieron el premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1945 por el descubrimiento de la penicilina.
El legado de Alexander Fleming, el inventor de la penicilina
Alexander Fleming, el padre de la penicilina, murió el 11 de marzo de 1955 a los 74 años de edad en su casa de Londres, producto de un ataque al corazón.
Como es de esperarse, su cuerpo fue enterrado como un héroe nacional en la cripta de la catedral de San Pablo, en Londres. Su vida es celebrada universalmente porque su descubrimiento y capacidades de observación cambiaron la historia de la medicina y alargaron considerablemente las expectativas de vida de las personas.
Por ello, Flemming ha merecido numerosas distinciones en todo el planeta. Por ejemplo, el laboratorio del Hospital St Mary's donde Fleming descubrió la penicilina alberga el Museo Fleming, una popular atracción de Londres.
Además, la Escuela de Medicina del Hospital St Mary, la cual se fusionó con el Imperial College London en 1988 inauguró en 1998 el Edificio Sir Alexander Fleming en el campus de South Kensington, donde su hijo Robert y su bisnieta Claire fueron presentados a la Reina. En la actualidad es uno de los principales lugares de enseñanza preclínica de la Escuela de Medicina del Imperial College.
Así mismo, una estatua de Alexander Fleming fue ubicada en la principal plaza de toros de Madrid, y lo mismo ocurrió en Flemingovo náměstí, una plaza que lleva el nombre de Fleming en la zona universitaria de la comunidad de Dejvice en Praga, y en Atenas, Grecia, una pequeña plaza en el distrito céntrico de Votanikos lleva el nombre de Fleming y su busto.
Lo mismo ocurre en varias calles en el centro de Atenas y otras ciudades de Grecia que llevan el nombre de Fleming o de su segunda esposa griega, Amalia.
Su legado no se limitó a la penicilina, pues Fleming también descubrió la lisozima en 1922, cuando puso de manifiesto que la secreción nasal poseía la facultad de disolver determinados tipos de bacterias. El hallazgo reveló ser de suma importancia, pues demostraba la existencia de sustancias que, siendo inofensivas para las células del organismo, resultan letales para las bacterias.
Según algunas de sus biografías, Fleming no patentó su descubrimiento creyendo que así sería más fácil la difusión de un antibiótico necesario para el tratamiento de las numerosas infecciones que azotaban a la población.
En 1944, Alexander Fleming fue nombrado Sir (Caballero) y en 1945 recibió el Premio Nobel de Medicina, que compartió con Howard Florey y Ernst Boris Chain.