Policarpa Salavarrieta, más conocida como La Pola, es una de las mujeres más emblemáticas de la historia colombiana. Su valentía durante la independencia y su muerte a manos del régimen español la convirtieron en un símbolo de resistencia y en inspiración para conmemorar las luchas de las mujeres en Colombia.

Policarpa, un rostro femenino en la lucha por la independencia
Policarpa nació en Guaduas, Cundinamarca, hacia 1795, y desde muy joven estuvo marcada por las consecuencias políticas y sociales del dominio colonial. Su familia sufrió persecuciones y exilios, experiencias que alimentaron su convicción libertaria.
Como espía y mensajera del movimiento independentista, La Pola se infiltró en espacios sociales dominados por realistas, recolectó información estratégica y reclutó simpatizantes para el Ejército Patriota. Su capacidad para moverse entre círculos de poder sin ser detectada la convirtió en una pieza clave en la inteligencia insurgente.
A diferencia de muchos héroes militares, su arma no fue la espada, sino el coraje cotidiano: la palabra, la información y la convicción inquebrantable de que la libertad valía la vida.
Policarpa y el día que marcó la historia: su ejecución y el nacimiento de un símbolo
El 14 de noviembre de 1817, Policarpa fue fusilada en Bogotá por orden de las autoridades españolas. En sus últimos instantes gritó:
¡Pueblo indolente! ¡Cuán distinta sería vuestra suerte si conociérais el precio de la libertad!
Su muerte no apagó su influencia; la multiplicó. Dejó de ser solo una insurgente para convertirse en un emblema de resistencia femenina en un tiempo donde la historia apenas nombraba a las mujeres.
Ese sacrificio, recordado durante generaciones, se transformó en la semilla del actual Día de la Mujer Colombiana, conmemorado cada 14 de noviembre, para honrar no solo a La Pola, sino a todas las mujeres que han luchado, en silencio o con voz, por un país más libre, digno y justo.
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Policarpa como símbolo de las mujeres que sostienen la historia de Colombia
El legado de Policarpa resuena hoy en cientos de luchas contemporáneas:
En las Madres de Soacha, que transformaron su dolor en exigencia de verdad.
En las Madres Buscadoras y los colectivos de mujeres que recorren el país en nombre de la memoria.
En las defensoras de derechos humanos, artistas, científicas, lideresas indígenas y afrodescendientes.
En las mujeres que han hecho del cuidado, la educación, la ciencia, el arte y la justicia un acto cotidiano de resistencia.
La figura de La Pola es un espejo donde se reflejan todas ellas: mujeres que no se rinden, que abren caminos, que sostienen la vida incluso en los momentos más oscuros.
Un legado que trasciende siglos
Hoy, casi 210 años después de su muerte, Policarpa sigue siendo una referencia moral y cultural del país. No solo encarna el espíritu de la independencia, sino también la fuerza, la dignidad y la persistencia de la mujer colombiana, que ha defendido la libertad desde los salones clandestinos del siglo XIX hasta las calles y territorios del siglo XXI.
Recordar a Policarpa es recordar que la libertad ha sido escrita también con manos femeninas. Y conmemorarla cada 14 de noviembre es reconocer que su lucha abrió un camino que hoy continúan miles de mujeres que trabajan silenciosa o audazmente por la paz, la justicia y la memoria en Colombia.


