Manuscrito de La Vorágine: cortesía Biblioteca Nacional
Manuscrito de La Vorágine de José Eustasio Rivera
04 / 04 / 2024

«La Vorágine»: obra cumbre de José Eustasio Rivera


Por Álvaro Castellanos
Álvaro Castellanos
04 / 04 / 2024
Manuscrito de La Vorágine: cortesía Biblioteca Nacional
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La Vorágine (1924) es una novela del escritor huilense José Eustasio Rivera Salas, nacido en 1888 y fallecido en 1928, con apenas 40 años. Rivera murió de un derrame cerebral, consecuencia de una crisis de fiebre y convulsiones, producto de las secuelas del paludismo y otras enfermedades que sufrió en su estadía en la selva, mientras trabajaba como abogado en la delimitación de las fronteras con Venezuela.

La dramaturgia Juan Gil (1911) para teatro y el poemario Tierra de promisión (1921) completan la producción literaria de José Eustasio Rivera que, al morir, se encontraba en Nueva York gestionando la traducción de La Vorágine. En los últimos meses de su vida, el autor colombiano estaba escribiendo una novela llamada La mancha negra, con el petróleo como temática central, pero esta obra fue declarada perdida.

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José Eustasio Rivera escribió La Vorágine entre 1921 y 1923. En ese período, se radicó en Sogamoso tras la muerte de su papá y, posteriormente, hizo un recorrido que comenzó por Barranquilla, Puerto Cabello, La Guaira y Puerto España, como integrante jurídico de la llamada «Comisión limítrofe colombo-venezolana».

La Vorágine

Al visitar zonas apartadas de Colombia y Venezuela, José Eustasio Rivera fue testigo del abandono gubernamental sobre la población rural de ambos países y, luego, de las condiciones de esclavismo que vivían indígenas y campesinos del Amazonas por culpa de la explotación cauchera. Durante ese extenuante recorrido, Rivera concibió gran parte de La Vorágine, terminada el 21 de abril de 1924 en Neiva y publicada en el segundo semestre del mismo año por la Editorial Cromos.

El manuscrito de la novela, escrita a mano en un cuaderno de contabilidad, se encuentra en la sección «Raros manuscritos» de la Sala de seguridad de la Biblioteca Nacional de Colombia, luego de que la institución se lo comprara a Sergio Calderón, sobrino-nieto del escritor.

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El argumento de La Vorágine

La Vorágine es una novela de más de 300 páginas, dividida por un prólogo, tres partes y un epílogo. La voz narradora, en la mayoría del libro, es de su protagonista Arturo Cova, un poeta bohemio que huye al Casanare con su amada Alicia, una joven de familia rica y obligada por su familia a casarse con un hombre adinerado y mayor, quien aprovecha sus conexiones para inventarse una condena de cárcel contra Cova.

En su huida, Arturo y Alicia son acogidos por Fidel y, su pareja, Griselda, con quienes cultivan vínculos entrañables. Cuando un estafador y mercenario cauchero llamado Barrera termina secuestrando a las mujeres, Arturo y Fidel lo persiguen por Vichada, Vaupés y Guaviare hasta llegar al Amazonas, donde finalmente encuentran a las mujeres y cobran venganza contra el victimario.

Al final de La Vorágine, Alicia tiene un bebé con Arturo y los tres tratan de huir en una lancha. Pero, al ser baleados por bandoleros y asediados por «apestados», terminan internándose en la selva sin dejar rastro. En el epílogo de la novela, el cónsul de Manaos (Brasil) le escribe una carta a un ministro colombiano en la que indica que los buscaron por cinco meses y no hay «ni rastro de ellos. ¡Los devoró la selva!».

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De todo nuestro pretérito solo quedaría perdurable la huella de los pesares, porque el alma es como el tronco del árbol, que no guarda memoria de las floraciones pasadas, sino de las heridas que le abrieron en la corteza.

Los personajes de La Vorágine

Arturo Cova es el protagonista de La Vorágine. Un intelectual tolimense, joven, mujeriego y aventurero. De carácter pasional, trágico, existencialista y a veces delirante, huye con su amada al oriente y sur de Colombia para enfrentarse a sus propios celos, a la fiereza selvática y a la maldad humana de la época de explotación cauchera al sur del país. «Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar, y me lo ganó la violencia», declara Cova en el arranque de la primera parte de La Vorágine.

Alicia es una joven bogotana con las aptitudes de una mujer de su tiempo perteneciente a una clase social acomodada. Buena para la costura y para tocar el piano, mala para montar a caballo y alérgica al sol, la caracterización de su personaje varía radicalmente de acuerdo con el ánimo de la voz narradora del protagonista, a quien culpa por haberla condenado a la selva. «En verdad no es linda, mas por donde pasa los hombres sonríen», dice Cova sobre ella.

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Fidel Franco es el aliado de Arturo Cova. Un joven antioqueño, recio, confiable y ocasionalmente violento. Griselda, su pareja, es una joven de raza negra, contextura gruesa, simpática y coqueta. Barrera es el antagonista de la historia. Un cauchero embaucador que promulga el sueño del dinero fácil.  Es peligroso, manipulador, inmoral y se camufla bajo el personaje de un hombre amigable.

El estilo narrativo de La Vorágine

La Vorágine es una novela de prosa hábil (pese al lenguaje de la época) y con múltiples recursos literarios. Está escrita casi toda con la voz narradora del protagonista, Arturo Cova. Su punto de vista poético y cambiante, de acuerdo con sus emociones, es un acierto literario que propone al lector una inteligente ambigüedad.

La novela gráfica de La Vorágine

Las tres partes del libro plantean una estructura climática, ascendente y episódica, que relata el periplo de Arturo Cova, primero en Bogotá, luego en los llanos y, después, entrando progresivamente en la selva. Su final abierto, en el que no queda clara la suerte de los protagonistas, hace de La Vorágine una obra adelantada a su tiempo.

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En el clímax de la historia, el protagonista vence a su antagonista y recupera a su mujer con apoyo de su aliado, ejecutando un esquema actancial convencional. Sin embargo, Arturo Cova tiene características de antihéroe: un tipo de personaje que en la literatura sólo se popularizaría décadas después en las novelas negras y policiales.

La construcción de atmósferas calurosas, hostiles y claustrofóbicas al aire libre, que convierten a la selva en protagonista, es un aspecto fundamental en La Vorágine, donde las imágenes y referencias concretas de la geografía colombiana y venezolana cobran un gran valor documental.

La Vorágine

Déjame huir, oh selva, de tus enfermizas penumbras formadas con el hálito de los seres que agonizaron en el abandono de tu majestad. ¡Tú misma pareces un cementerio enorme donde te pudres y resucitas!

Por su parte, la técnica epistolar del prólogo y el epílogo, en segunda persona, desarrolla estilos como la metaficción, ya que se involucra al mismo José Eustasio Rivera. En el prólogo, el autor indica que todo lo escribió Arturo Cova y que él sólo procede a reenviarlo con su «estilo e incorrecciones».

Además, la historia se cruza con problemáticas reales del país como el abandono estatal, el esclavismo cauchero y la explotación natural, que el escritor atestiguó en sus expediciones como abogado: elementos que también convierten a La Vorágine en una novela histórica y autoficcional.

La Vorágine

Temas y simbolismo en La Vorágine

La selva, el caucho, la explotación, el amor y la violencia son elementos transversales en La Vorágine. La inmensidad de la selva plantea un conflicto fundamental de la literatura, en este caso de corte clásico, en el que el hombre se enfrenta a la naturaleza, eventualmente perdiendo su batalla.

Al caracterizar a la selva como un personaje omnipotente que se devora a los protagonistas, José Eustasio Rivera elabora sobre el nihilismo, doctrina filosófica que afirma, entre otras cosas, que Dios ha muerto y que la naturaleza es indiferente con nuestro sufrimiento.

Los que alguna vez piensen en mi fracaso y se pregunten por qué no fui lo que pude haber sido, sepan que el destino implacable me desarraigó de la prosperidad incipiente y me lanzó a las pampas, para que ambulara, vagabundo, como los vientos, y me extinguiera como ellos sin dejar más que ruido y desolación.

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José Eustasio Rivera, autor de La Vorágine

La bonanza cauchera y la explotación natural y humana son un conflicto fundamental del libro, en épocas en que la Casa Arana (empresa peruana que surtía materias primas al Reino Unido) exterminó unos 250,000 miembros de pueblos indígenas, en un genocidio sin precedentes para la historia colombiana y de países vecinos y del que poco se habla. En ese sentido, la maldad de los hombres es otra temática clave de La Vorágine.

Una posible premisa de La Vorágine, más relacionada con la interpretación que con los objetivos del escritor, apunta a la idea de que buscar la libertad a como dé lugar puede conducir a una prisión sin salida. Por su lado, con el paso del tiempo, otros simbolismos se han revelado en esta novela, como las malas prácticas del amor romántico y la violencia machista.

El impacto literario y social de La Vorágine

Más allá de su impresionante valor literario como ficción histórica, La Vorágine de José Eustasio Rivera tuvo un poderoso impacto social por las denuncias que hace el autor a través de su obra, concretamente hacia el extractivismo natural en el Amazonas.

Con esta denuncia, de máximo protagonismo en la actualidad por la crisis climática que sufre el mundo, Rivera puso sobre la mesa las prácticas atroces alrededor de la explotación del caucho en los árboles amazónicos, materia prima para látex y neumáticos, a cambio de la vulneración de los derechos humanos y pérdida de miles de vidas en el proceso para beneficiar a multinacionales.

La Vorágine fue traducida al inglés bajo el nombre de The Vortex y, a un siglo de su publicación, cuenta con versiones en francés, ruso, portugués, alemán, italiano, japonés y polaco.

El impacto universal de la novela de José Eustasio Rivera ha sido comparado con el de El corazón de las tinieblas (1899) del escritor polaco Joseph Conrad, que aborda la brutal explotación de marfil que sufrió el Congo Belga a finales del Siglo XIX y elabora sobre el colonialismo, la multiculturalidad, el racismo y los lados más oscuros de la condición humana.

La Vorágine, miniserie de 1990

Finalmente, La Vorágine cuenta con una adaptación al cine, en 1949. Se llamó La Vorágine: abismos de amor, una película mexicana, protagonizada por la actriz colombiana Alicia Caro y enfocada sobre todo en la trama romántica de sus protagonistas. Y en televisión, cuenta con dos adaptaciones colombianas. Como telenovela, en 1975, con María Cecilia Botero; y como miniserie, en 1990, con Florina Lemaitre, Armando Gutiérrez y Frank Ramírez. También tiene una versión colombiana en novela gráfica, de autoría de Óscar Pantoja, de 2016.

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Con motivo de los cien años de publicación de La Vorágine, la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2024 rinde diferentes homenajes a esta ficción naturalista e histórica para la literatura colombiana.