Trinity y Neo, protagonistas de "Matrix". Foto: Warner Bros. Pictures
Soberanía tecnológica: Matrix
03 / 10 / 2025

Entre los miedos del cine y la apuesta por la soberanía tecnológica


Por Linda Cárdenas Ramírez
Linda Cárdenas Ramírez
03 / 10 / 2025
Trinity y Neo, protagonistas de "Matrix". Foto: Warner Bros. Pictures
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El cine y las series han sido, desde hace más de un siglo, espejos de los temores de la humanidad frente al avance de las tecnologías. Ya en Metrópolis (1927), Fritz Lang retrató una ciudad dividida entre élites y obreros, donde los grandes engranajes simbolizaban tanto el progreso como la opresión, anticipando la idea de que la tecnología, en manos de unos pocos, podía deshumanizar a las mayorías. Décadas después, la trilogía de Matrix, la metáfora se vuelve aún más radical: los seres humanos viven conectados a un sistema que les hace creer en una realidad inexistente, mientras su energía alimenta a las máquinas. La simulación perfecta no solo plantea un dilema filosófico sobre la verdad y la libertad, sino que advierte sobre la capacidad de la tecnología para manipular percepciones colectivas. 

Soberanía tecnológica: Metrópolis de Fritz Lang

Más recientemente, la serie Black Mirror ha trasladado estos dilemas al presente inmediato: en episodios como Nosedive, la vida social queda condicionada por puntuaciones digitales, y en Be Right Back, una IA replica la personalidad de un ser querido fallecido, mostrando cómo la tecnología sin control ético puede intervenir en lo más íntimo de la vida.

Tecnología en la ficción: episodio Nosedive de Black Mirror

Estas producciones no son simples ficciones: son metáforas del temor a que la tecnología, si queda en manos de unos pocos, se convierta en un instrumento de poder capaz de definir el destino de sociedades enteras. El trasfondo es claro: quien domina la tecnología, domina también la economía, la política y la cultura. 

Soberanía digital: experiencias internacionales 

La decisión colombiana se alinea con lo que ya ocurre en otros países. En Abu Dhabi, por ejemplo, se fundó en 2019 la Mohamed bin Zayed University of Artificial Intelligence (MBZUAI), la primera universidad del mundo dedicada exclusivamente a esta disciplina, que hoy forma profesionales en programas de maestría y doctorado.   

En Estados Unidos, el sistema de la California State University (CSU) lanzó en 2024 una iniciativa para incorporar la IA en la enseñanza de sus 23 campus, con el fin de preparar a más de 460.000 estudiantes para enfrentar los retos de esta tecnología.  

Por su parte, China ha ampliado de manera estratégica la matrícula universitaria en áreas como inteligencia artificial y ciencia de datos, al considerarlas sectores clave para su desarrollo y competitividad global. Además, países como Singapur, India, Finlandia y Japón han comenzado a integrar la inteligencia artificial en la formación básica y superior, estableciendo políticas que buscan no solo crear profesionales, sino también preparar a toda la sociedad para convivir con esta tecnología.  
 
Lo revelador de estas experiencias es que, en su mayoría, corresponden a potencias mundiales o países con vastos recursos: Emiratos Árabes, Estados Unidos, China o Singapur han invertido miles de millones de dólares y cuentan con estructuras tecnológicas consolidadas. Que Colombia, con las desvenatjas económicas y profundas brechas sociales, decida apostar por una Facultad de Inteligencia Artificial significa entrar a una competencia desigual, pero necesaria. Es un gesto que demuestra decisión política y estratégica: entender que la disputa del futuro no puede dejarse en manos de otros. Colombia elige no quedarse al margen y, por el contrario, se compromete a construir su soberanía digital con profesionales propios, convencida de que incluso desde realidades complejas es posible disputar un lugar en la escena mundial de la inteligencia artificial. 

Entre los miedos y la política del cambio 

Mientras Hollywood dramatiza futuros dominados por máquinas controladoras, la realidad ya muestra tensiones verdaderas: sesgos en algoritmos, monopolios de datos, autoritarismos digitales, vigilancia masiva. Si no se interviene, la inteligencia artificial podría replicar o incluso agravar las inequidades existentes. 

Soberanía tecnológica: Presidente Gustavo Petro en Zipaquirá

Por ello, esta facultad tiene un valor simbólico y estratégico: avanzar hacia una soberanía tecnológica significa que Colombia no dependa de licencias, modelos o infraestructura tecnológica extranjera; que podamos diseñar IA adaptada a nuestras lenguas y realidades; y que la regulación y los valores éticos que guíen esas tecnologías los definamos nosotros mismos.  

En tiempos en que las pantallas nos recuerdan los peligros de un futuro controlado por las máquinas y la disputa del modelo de sociedad también está en el terreno digital, la decisión de sembrar en Zipaquirá la semilla de una Facultad de Inteligencia Artificial es una invitación a imaginar otro camino: uno donde la tecnología no esclavice, sino que libere; donde no sea una amenaza, sino una herramienta al servicio de la comunidad y de la construcción de un país más justo y soberano.