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Así como en el atletismo, la velocidad individual es la prueba reina de la pista. Es una de las competencias más emocionantes y en la que los competidores alcanzan velocidades cercanas a los 70 kilómetros por hora en cuestión de segundos.
A Fernando Gaviria le encanta la ruta. Cuando se le pregunta por un sueño no es necesario esperar mucho tiempo para obtener una respuesta: “correr el Tour de Francia”. Con 20 años, este antioqueño ha demostrado ser un pedalista polifacético, de esos que no nacen muy a menudo. Y mientras la mayoría opta por la especialización como camino seguro hacia la victoria, él sigue creyendo que no hay imposibles.
La mádison es una prueba masculina para un máximo de 20 dúos que se caracteriza porque se obtienen puntos en el embalaje o sumando vueltas. También porque los corredores se pueden impulsar entre ellos con los brazos: uno agarra al compañero y lo empuja cada vez que lo requieran durante el recorrido, que puede llegar a ser hasta de 120 vueltas en una pista con longitud de 400 metros. En esas condiciones, cada 20 vueltas se realizaría un sprint intermedio que es el que entrega puntos: 5 al ganador, 3 al escolta, 2 al tercero y 1 al cuarto.
La pista para el Campeonato del Mundo de BMX de 2015 tuvo varias curiosidades. La primera, que fue construida donde antes se apostaba el circuito que albergaba el Gran Premio de Bélgica de Fórmula Uno hasta 1984. La segunda, que se inspiraron en las tres corredoras más rápidas del mundo para diseñarla: la australiana Caroline Buchanan, la norteamericana Alise Post y la colombiana Mariana Pajón.
Esta prueba es de origen japonés (se corrió por primera vez en 1948 tras la segunda guerra mundial) y consiste en un determinado número de vueltas detrás de un ciclomotor que va a una velocidad de 40 kilómetros por hora. Los competidores, seis como mínimo y ocho como máximo, son amparados hasta que faltan dos vueltas y media, momento en el que el ciclomotor se retira de la pista dando paso al respectivo embalaje.
Se podría decir que los contratos y Julián Arredondo tienen una relación de antaño. Aparecieron cuando las escapadas del colegio, con Carlos Mejía (Ovidio, humorista del Canal Caracol), se convirtieron en algo habitual y los llamados de atención ya no eran suficientes. Un documento fue la única solución que encontró un profesor para que el niño inquieto e indisciplinado cumpliera con sus deberes. “ Ya no me acuerdo cuántos firmé. Que el pedagógico, que el académico, que el de buen comportamiento… todos los habidos y por haber”, cuenta.
Los urabaenses han tenido que luchar este siglo contra algo peor que las secuelas de la guerra: el estigma de vivir en una zona violenta. Ese, me aseguraron algunos habitantes, fue la principal razón por la que duraron tanto sin un club profesional de fútbol en la región, a pesar de proponerles a algunos directivos comprar sus fichas y a pesar también de producir talentos como Camilo Zúñiga y Juan Guillermo Cuadrado, dos de los siete urabaenses que han participado en al menos un Mundial de fútbol.
El primer equipo que fichó a Juan Guillermo Cuadrado fue “Manchester Fútbol Club”, como dice en ese escudo rojo con ocho estrellas y una caricatura de un niño con camiseta roja y pantaloneta negra. Por ese equipo de Apartadó, que lo reclutó de la escuela Mingo de Necoclí, se volvió popular en Urabá por hechos concretos como este: en un partido clasificatorio al torneo PonyFútbol, le anotó 12 goles a un conjunto de San Juan. 31-2 el marcador final.
